La empresa norteamericana productora de aluminio Alcoa ha abierto un ERE contra los trabajadores de las factorías de Avilés y A Coruña, con la finalidad de cerrarlas. Los empleados se resisten y organizan continuas movilizaciones para impedirlo, logrando sacar a más de 50.000 personas a la calle.
El 8 de noviembre, los asturianos salieron a defender a los trabajadores de Alcoa. Más de 50.000 personas inundaron el centro de la ciudad de Avilés en contra del cierre de ambas factorías. Convocada por el comité de empresa de Avilés, han acudido sindicatos, representantes políticos de todas las fuerzas y ciudadanos de Avilés y de toda Asturias. También una nutrida representación de trabajadores de la factoría de A Coruña. Se han cerrado comercios en apoyo a los manifestantes y los autobuses urbanos fueron gratuitos ese día. Una muestra de unidad multitudinaria a lo que ya se conoce como la “Marea Amarilla”.
En A Coruña también se manifestaron el 20 de octubre se manifestaron miles de personas, con la presencia de líderes políticos de todas las fuerzas parlamentarias: Xulio Ferrero, alcalde coruñés (En Marea), Gonzalo Caballero, secretario general del PSdeG, o Ana Pontón, portavoz del BNG. Entre ambas fechas ha habido multitud de concentraciones y protestas contra el cierre de ambas factorías, y la corriente es a continuar cada vez más.
En 1998 llegó Alcoa a España, adquiriendo la mayor parte de los recursos del Instituto Nacional de Industria (INI) dedicada a la fabricación de aluminio. 20 años después, decide cerrar dos de las factorías adquiridas, dejando a la calle a más de 700 trabajadores. Más otros 770 puestos de trabajo indirectos que se perderían en Asturias, según el Laboratorio Económico Regional de la Universidad de Oviedo. Mientras los sindicatos afirman que el cierre de ambas afectaría a más de 2.300 empleos indirectos.
Varias son las razones por lo que la compañía norteamericana decide cerrar. La empresa critica el elevado precio de la energía eléctrica de nuestro país, siendo la electricidad muy necesaria en el proceso de la construcción de aluminio. O un encarecimiento a nivel global de la alúmina, materia prima de la que se hace el aluminio.
Pero los trabajadores denuncian que en el cierre también se oculta “el factor Trump”. El gobierno norteamericano llegó a un acuerdo con Alcoa para dejar de producir en Europa y repatriar la producción a los propios EEUU.
Para los trabajadores, esto no es un asunto económico sino político. Afirman que las factorías siguen siendo rentables y alertan que de cerrarse, podría ser el desencadenante de una oleada de deslocalizaciones en la región. Además de ser un problema no solo nacional sino europeo. Por eso mismo, su llamamiento no se limita a los gobiernos autonómicos y el estatal, sino también a la propia Unión Europea, para que tome medidas.
Los sindicatos exigen que el gobierno intervenga e impida el cierre. Y los trabajadores no plantean rendirse. Ya han comprobado que la inmensa mayoría de la sociedad está con ellos, y no piensan desistir hasta el final e incluso más allá. Como acababa el manifiesto del 8 de noviembre, “la gente de Alcoa sabía fabricar aluminio de máxima calidad a nivel mundial antes de Alcoa, con Alcoa y sabrá hacerlo después de Alcoa”.