«En la diana están la economía española y las acciones de sus empresas. El Banco Santander, el BBVA y Telefónica acumularon ayer un tercio de las acciones negociadas de todo el mercado europeo en este amago de crash.»
Es robable que el desastre se prolongue si el presidente del Gobierno o una persona con autoridad ante los mercados no convencen a los inversores de que las finanzas públicas, arruinadas por un déficit público próximo al 10%, pueden estabilizarse en un plazo razonable. En momentos de alarma, próxima al pánico, conviene que el Gobierno no se equivoque en el diagnóstico. La razón directa y descarnada del desplome registrado ayer es que los inversores de todo el mundo han conectado la quiebra griega con la debilidad de las finanzas españolas (EL PAÍS) PÚBLICO.- En la mayoría de los países ha habido recesión, aumento del paro y crisis bancaria y financiera que los gobiernos han combatido rescatando las entidades en riesgo con cargo a los dineros públicos. En España, en cambio, el Gobierno aseguró que el sistema bancario era sólido y, sin embargo, creó un fondo de rescate de los bancos y derivó cuantiosos fondos públicos en su favor que, junto a los irresponsables dispendios de la época del superávit presupuestario, algo habrán hecho para convertir este en un déficit insoportable. EL CONFIDENCIAL.- España era ‘cerda’ y ahora también es ‘estúpida’. Esa es la imagen que tienen de nuestro país en el sistema financiero extranjero. Con el estallido definitivo de la crisis, la prensa británica y, en especial, el Financial Times, comenzó a acuñar el acrónimo peyorativo de PIGS (cerdos) para referirse a las economías de la Unión Europea que más duro iban a caer: Portugal, Irlanda, Grecia y España. Hoy, además de PIGS, España también es STUPID. Editorial. El País Alarma, casi pánico La crisis de confianza de los mercados en la economía española estalló ayer virulentamente. El Ibex 35 se hundió el 5,94%, la mayor caída en una sesión desde noviembre de 2008. En Europa se registraron descensos bursátiles generalizados (el Euro Stoxx 50 se desplomó el 3,51%) y en Estados Unidos el Dow Jones bajaba el 2% a media sesión, deprimido por la persistencia de elevadas tasas de paro y la crisis de los mercados europeos. Pero no hay que llamarse a engaño. En la diana están la economía española y las acciones de sus empresas. El Banco Santander, el BBVA y Telefónica acumularon ayer un tercio de las acciones negociadas de todo el mercado europeo en este amago de crash. Es probable que el desastre se prolongue si el presidente del Gobierno o una persona con autoridad ante los mercados no convencen a los inversores de que las finanzas públicas, arruinadas por un déficit público próximo al 10%, pueden estabilizarse en un plazo razonable. En momentos de alarma, próxima al pánico, conviene que el Gobierno no se equivoque en el diagnóstico. La razón directa y descarnada del desplome registrado ayer es que los inversores de todo el mundo han conectado la quiebra griega con la debilidad de las finanzas españolas. Los mercados desconfían de España en primer lugar porque observan que una tasa de paro del 19% no puede financiarse de forma prolongada y no hay visos de que baje a límites financiables al menos hasta 2012; después, porque no creen que los vagos remedios del Gobierno, como una vacilante reforma de las pensiones o un plan de austeridad que ni siquiera congela el sueldo de los funcionarios, garanticen la solvencia pública; y, en fin, porque detectan la debilidad política del Gobierno (y su falta de rigor), que le impide, por ejemplo, ordenar el gasto autonómico. El caso griego ha contaminado a la siguiente economía más débil de Europa, que es la española. Es verdad que España es una economía mejor estructurada que la griega; pero no son sólo los fundamentos económicos los que mueven la inversión. Al desconfiar, los inversores toman posiciones cortas respecto a los activos españoles; creen que seguirán perdiendo valor. A partir de ahí, el hundimiento de las acciones es cuestión de mecánica. Ahora se aprecian con claridad las consecuencias de presentar un plan no creíble de recorte del gasto, de arrastrar los pies en el debate sobre la viabilidad de las pensiones o de mantener estímulos públicos dispersos e improductivos. La emergencia sólo amainará cuando el Gobierno presente un plan fiable de reestructuración del gasto (pensiones incluidas), cuando existan perspectivas de recorte del paro (lo cual exige un pacto laboral) y cuando los responsables políticos demuestren que tienen capacidad de gestión. Hoy resulta difícil creer que el presidente del Gobierno o el jefe de la oposición tengan la credibilidad suficiente para convencer a los mercados de que pueden hacer todo eso. EL PAÍS. 5-2-2010 Opinión. Público ¿Gobierno claudicante? Ramón Cotarelo Esta crisis, cuya existencia negó Zapatero durante meses perdiendo un tiempo precioso para combatirla, es producto de la política neoliberal que las sociedades avanzadas llevan años practicando. Su responsabilidad inmediata recae sobre los especuladores, financieros y banqueros, el meollo del capitalismo bandolero contemporáneo que llevó su codicia al límite de lo delictivo o lo traspasó. Esto es obvio y sólo quienes siguen lucrándose con la catástrofe lo niegan y llevan su desvergüenza a proponer como remedio las recetas del desastre. En la mayoría de los países ha habido recesión, aumento del paro y crisis bancaria y financiera que los gobiernos han combatido rescatando las entidades en riesgo con cargo a los dineros públicos. En España, en cambio, el Gobierno aseguró que el sistema bancario era sólido y, sin embargo, en línea con el entorno, creó un fondo de rescate de los bancos y derivó cuantiosos fondos públicos en su favor que, junto a los irresponsables dispendios de la época del superávit presupuestario, algo habrán hecho para convertir este en un déficit insoportable. Aparentemente los bancos se sirvieron de esos fondos no para incentivar la economía, sino para sanear sus cuentas y mantener sus beneficios. La mayoría padece la crisis y la minoría se lucra con ella. Con una tasa de paro que duplica o triplica la de otros países, el Gobierno empezó aplicando lógicas medidas keynesianas clásicas, además de las perversas de financiar a la banca, según su declarado propósito de impedir que paguen los más desfavorecidos. Luego de algún tímido esbozo del tipo del Plan E y mucha huera retórica, el mismo Gobierno ha claudicado ante el chantaje de las instituciones financieras y las agencias de calificación (cómplices y autoras directas del desastre), abrazando las recetas neoliberales causantes de la crisis, con lo que esta ya la pagan y la pagarán más los sectores desfavorecidos. Y no es de ahora: el Gobierno que aprobó la directiva de la vergüenza y que no hizo ascos iniciales a la jornada de 65 horas ha eliminado los incentivos y beneficios que otorgó en su día, ha incrementado la presión fiscal indirecta, quiere subir el IVA, pretende prolongar la edad de jubilación, rebajar las pensiones aumentando el periodo de cálculo (los políticos tienen uno de once años, que ya es sangrante), recortar el gasto público, precisamente el eje de la respuesta keynesiana, y realizar una reforma laboral que, salvo sorpresas, irá en detrimento de los trabajadores. En el otro lado: se ha ido al rescate de la banca, se mantiene el abuso de las Sicav, hay un alto fraude fiscal (nadie ha tocado los paraísos fiscales en el exterior), la renta media declarada de los empresarios en España es inferior a la de los trabajadores, se mantienen los desorbitados primas y sueldos de los altos cargos (políticos incluidos) y nadie osa gravar los beneficios del capital industrial y financiero. Con un Gobierno socialdemócrata la crisis la pagan los desfavorecidos y de ella se lucran los privilegiados. “Zapatero, no nos falles”. PÚBLICO. 5-2-2010 Opinión. El Confidencial España, de los PIGS a los STUPID María Igartua España era ‘cerda’ y ahora también es ‘estúpida’. Esa es la imagen que tienen de nuestro país en el sistema financiero extranjero. Con el estallido definitivo de la crisis, la prensa británica y, en especial, el Financial Times, comenzó a acuñar el acrónimo peyorativo de PIGS (cerdos) para referirse a las economías de la Unión Europea que más duro iban a caer: Portugal, Irlanda, Grecia y España. Hoy, además de PIGS, España también es STUPID. Dos años después las predicciones de entonces son un hecho. El sangrante castigo infligido ayer al Ibex (-5,94%) es el resultado del estallido de una olla a presión que no podía aguantar mucho más. Al igual que ha ocurrido con Dubai, Grecia o Portugal, los CDS, o seguros frente al impago, de la deuda soberana española se han disparado, así como el diferencial con el bono alemán, y han superado los niveles registrados en marzo, cuando la crisis llegaba a su momento más álgido. En definitiva, según defienden instituciones como el FMI, la Comisión Europea o la agencia de calificaciones Fitch, España es el país con más riesgo de la eurozona. Ante este panorama, España ha conseguido no sólo formar parte de los PIGS, sino que también tiene el honor de encabezar a los STUPID (España, Turquía, UK, Portugal, Italia y Dubai). En este sentido, en el comentario de Tyler Durden en Zero Hedge, del que se hacía ayer eco McCoy en su Valor Añadido, explican que “el índice STUPID no es más que una cuenta atrás para la implosión inevitable de la deuda soberana”. EL CONFIDENCIAL. 5-2-2010