El 29-S abre la segunda etapa de la batalla

Ahora, a por la redistribución

Lo hemos dicho ya: el 29-S no acaba nada, sino que empieza todo. Habrá que esperar al dí­a siguiente para valorar la participación en la jornada de lucha y la nueva correlación de fuerzas en que tendremos que seguir dando la batalla. Pero ya es mucho lo que hemos ganado estos últimos meses. Tanto, que el 29-S aparece ya, objetivamente, como el primer dí­a de una nueva etapa en esa batalla.

Emezaron diciendo que no habría grandes huelgas ni movilizaciones generales porque entre la población había un clima de resignación ante lo inevitable, que todo el mundo entendía que tenemos que apretarnos el cinturón para salir de la crisis. Pero el clima que se ha ido gestando a medida que han ido avanzado en sus ataques contra el 90% de la población no es de resignación, sino de indignación y rechazo, más o menos activo, ante sus medidas. Luego machacaron con la idea de que la huelga sería un absoluto fracaso de participación. Pero la creciente movilización y radicalización del movimiento obrero y popular lo está desmintiendo a medida que más nos acercamos al 29-S. Por eso se han visto obligados a lanzar la más sucia campaña que se recuerda contra sindicatos y sindicalistas, intentando presentarlos como un grupo de mafiosos y vividores a costa del resto de trabajadores. Si de verdad creyeran que el 29-S está condenado a ser un fracaso de participación, ¿a qué gastar tanta munición y tan gruesa para intentar dividir y desmovilizar a la gente? Ahora ya ni siquiera intentan ocultar que el 29-S va a haber una más que notable participación, pero dicen que fracasará porque nada va a conseguir y por tanto no va a servir para nada.En cada uno de los retrocesos en su línea de argumentos podemos ver otros tantos avances y conquistas de las fuerzas populares. Una nueva etapa de la batalla Cuando CCOO y UGT convocaron el 29-S, muchos pensaron que el llamamiento de las cúpulas sindicales posiblemente no iría mas allá de un gesto a la galería. Y que todo terminaría, más o menos, como la fracasada huelga de funcionarios del pasado mes de junio. Sin embargo, la convocatoria de la huelga general ha puesto en marcha un movimiento cuya amplitud y radicalidad no deja de aumentar, creando una oleada de movilización por la base que ha obligado a los sindicatos a subirse a ella, radicalizando su discurso y forzando a los aparatos sindicales a poner toda a carne en el asador. La huelga de los trabajadores de Metro Madrid, incumpliendo los servicios mínimos y echando abajo la rebaja salarial a la que querían someterlos. La concentración de los 20.000 delegados sindicales en Vista Alegre, exigiendo la dimisión de Zapatero e insuflando una inyección de energía y voluntad de lucha a todo el país. Las movilizaciones y marchas de los mineros leoneses, despertando la solidaridad allá por donde pasan y ofreciendo a todos el ejemplo de su lucha consecuente por defender el pan y el futuro de sus hijos. Los Manifiestos impulsados por nuestro partido, donde cientos de dirigentes de los principales sindicatos del país se han unido para exigir otro camino para salir de la crisis y en los que miles de personas de toda condición social han hecho visible que sí existe otra alternativa basada en la redistribución de la riqueza, y que hay mucha gente dispuesta a luchar por ella. La persistencia de las concentraciones de “Los Viernes por la Huelga”, multiplicándose por más de 5 en tres meses y creando en cerca de 50 ciudades de toda España núcleos activos, conscientes y organizados en torno a esta alternativa de redistribución de la riqueza. Los llamamientos de los dirigentes sindicales, abriendo cada vez más el “arco social” de su convocatoria, llamando a participar en ella a todos los ciudadanos porque todos estamos afectados o convocando a los abuelos a que participen en el 29-S dejando de cuidar a sus nietos. La pastoral de la Archidiócesis de la iglesia de Sevilla, llamando a secundar activamente la huelga. El llamamiento de la organización de consumidores FACUA a no comprar ese día,…. Todo ello constituye una acumulación de fuerzas impensable hace sólo unos meses. Ha cambiado el terreno de juego en que estaba planteada la batalla y es un capital político enorme en que apoyarnos para iniciar su segunda fase. En todo, lo que hace unos meses nació como una incógnita ha ido avanzando y ganando terreno. Sobre todo en un punto cualitativo, trabajar de forma cada vez más consciente y activa por unir al 90% de la población en esta batalla. Exactamente el punto en que nuestros enemigos y sus proyectos son más débiles. Esta acumulación e incorporación de fuerzas en el seno de las filas del pueblo es lo que abre objetivamente una nueva etapa en la batalla. Una valiosa acumulación De una forma modesta, pero comparativamente valiosa, nuestras fuerzas y nuestro trabajo han contribuido a lo largo de estos meses a crear esta nueva situación. Especialmente en dos puntos cualitativos. En que los ataques de nuestros enemigos se dirigen contra el 90% de la población, que ese es su principal punto débil y nuestra mayor fortaleza si nos dirigimos a ese 90% y sabemos despertarlo y unirlo. Y en que sí que existe una alternativa para salir de la crisis y acabar con el paro desde los intereses de la mayoría. Ayer mismo, Zapatero reclamaba a los sindicatos que hicieran propuestas. La propuesta ya está hecha y tiene nombre y apellidos. Sobra dinero para pensiones y salarios. España si dispone de recursos más que suficientes para atender a las pensiones, los salarios y los gastos sociales. Todo el problema está en redistribuirlo de forma más justa. No es necesario darle más vueltas. Ahí reside todo el problema. Sobra el dinero, lo que hay que hacer es repartirlo mejor. Esto es lo que tenemos que hacer todavía mucho más visible el 29-S. Por un lado, intensificando el trabajo de agitación y movilización para convencer a toda la gente de nuestro entorno que todavía vacila, que tiene dudas, que aún no se ha decidido, a que participe en la huelga. Cada uno cómo pueda. No yendo al mercado, no llevando a los niños al colegio, no acudiendo a la consulta del médico a no ser una urgencia,… Pero sobre todo, agrupando al máximo de gente en las manifestaciones de la tarde en torno a dos ideas. Que sí se puede salir de la crisis mejorando el nivel de vida de la mayoría de la población. Y que todo el problema es si convertimos el 29-S en el principio de un amplio movimiento popular capaz de unir al 90% e imponer otra política de redistribución de riqueza. ¿Cómo que no hay propuestas, sr. Zapatero? Claro que las hay y el 29-S tenemos que hacerlas visibles para millones de personas. Llegar hasta el último sitio y hasta la última persona a la que puede llegarle nuestra orientación y nuestra alternativa. Unirlas y agruparlas en las manifestaciones del 29-S. Formar, allá donde podamos, un bloque amplio y compacto que difunda y haga visible que si existe esta otra alternativa. En esto debemos invertir nuestro trabajo y nuestro tiempo en estas horas. Lo justo se abre paso Es importante, muy importante, que en las manifestaciones de 29-S aparezcan en todas la ciudades que estamos presentes estos bloques. Es importante, decisivo, seguir avanzando en cambiar la correlación de fuerzas sobre la base de dar conciencia, unir y organizar al 90% de la población. Y eso se tiene que expresar el 29-S. En 1934, el PCE de José Díaz y la Pasionaria –que entonces era una fuerza muy minoritaria en la izquierda comparada con el PSOE, la CNT o los republicanos– lanzó la idea de construir un Frente Popular como alternativa a la represión desatada por las fuerzas reaccionarias tras la revolución de octubre en Asturias. Lo que en 1934 parecía a muchos una utopía, un sueño deseable pero irrealizable, dos años después, en 1936, se había convertido en una espléndida realidad. En medio de esos dos años, la incansable actividad del PCE por dar conciencia, unir y organizar a los sectores más adelantados, combativos y luchadores del pueblo en torno a esa alternativa era lo que había decantado la correlación de fuerzas, lo que permitió que la mayoría del pueblo y las fuerzas política y sindicales populares se unieran en torno a ella. A principios de los años 70, con el franquismo y su represión todavía presentes, no era demasiada la gente que en España se movilizaba para exigir la amnistía y la libertad. Sin embargo, su lucha abrió los ojos a millones de personas y creó el clima necesario no sólo para acabar con el franquismo, sino para implantar un régimen de libertades tan amplio, que hoy las fuerzas más derechistas de la oligarquía y el imperialismo quisieran echar atrás, reclamando una ley de huelga más restrictiva que limite las libertades políticas y la capacidad de lucha del pueblo trabajador. Cuando iniciamos en los años 80 la campaña para exigir el referéndum sobre la OTAN o, más recientemente, en el año 2000, la denuncia de Arzallus y su política como nazifascistas, eran pocos, muy pocos, los que entonces iban por ese camino. Sin embargo, bastó que aparecieran públicamente esas alternativas –basadas en ideas justas en las que el 90% de la población estaba de acuerdo y, por tanto, podía hacer suyas– para que empezaran a abrirse paso, tomar fuerza e incidir en la batalla, ayudando decisivamente a cambiar la correlación de fuerzas en una dirección favorable al pueblo. Cuando un línea, una política y una alternativa son justas, es inevitable que se abran paso entre el pueblo. Esta es una enseñanza histórica, de la que debemos partir, de un valor incalculable. Que cada comité agrupe y organice al menos a 50 personas de su entorno para acudir a las manifestaciones del 29-S. Que en cada ciudad formemos un bloque amplio y compacto exigiendo el camino de la redistribución. Que cada Agrupación de Unidad Popular contra la crisis haga su contribución el día de la huelga, uniendo y agrupando a más gente en las manifestaciones exigiendo otro camino para salir de la crisis. Esta es la tarea que tenemos por delante en las próximas 24 horas.