Afganistán: Francia debe retirar su contingente

«La opinión pública presiente también que, contrariamente a las afirmaciones oficiales, esta guerra no es ya, después de mucho tiempo, una guerra contra el terrorismo internacional. Y, de hecho, los partisanos de la yihad internacional y de Al-Qaeda, poco numerosos y aislados en Afganistán, están ampliamente replegados en Pakistán. Esto no es un puñado de fanáticos que combaten a los 150.000 militares extranjeros hoy presentes en Afganistán, sino tres movimientos, cuyos objetivos son antes que nada nacionales y que cuentan con un apoyo significativo, sobre todo por parte de la mitad pastún de la población»

Nuestra lealtad en la Alianza Atlántica no se mide or nuestro seguidismo de una política de intervención político-militar decidida exclusivamente en Washington. Hasta 2003 considerábamos, con razón, que la reconstrucción de Afganistán era en primer lugar una tarea civil. Después nos dejamos arrastrar por una operación militar de la OTAN sobre la totalidad del territorio afgano. A continuación, como deseaba Estados Unidos, hemos acrecentado progresivamente nuestro compromiso, suscribiendo cada vez los cambios de estrategia decididos por los presidentes Bush y Obama. DEUTSCHE WELLE.- Según la revista alemana Der Spiegel, de los documentos de Afganistán se desprende que a la Task Force 373 se le encargó no solamente capturar a los rebeldes, sino también eliminarlos. De ahí que de nuevo comiencen a alzarse voces críticas entre los opositores de la guerra de Afganistán y de la participación alemana en ese conflicto. La de Claudia Roth, co-presidenta del partido de los Verdes, es una de ellas. “Si se constata la veracidad de estos documentos o se comprueba que las tropas estadounidenses favorecen ante todo una estrategia militar ofensiva, que esta estrategia incluye el asesinato sistemático de talibanes y que está teniendo lugar una verdadera caza humana, entonces no entiendo nada. Eso no representa un cambio de estrategia con acento en una perspectiva civil” Francia. Le Monde Afganistán: Francia debe retirar su contingente Paul Quilès (ex ministro de Defensa) El conflicto afgano concierne a un teatro lejano, prácticamente desconocido para la gran mayoría de los franceses. Nuestro contingente militar, del orden de 4.000 hombres, está enclavado en una zona relativamente tranquila. Incluso cuando sufre pérdidas, los gestos de solidaridad, comprendidos los del lado del ejecutivo, no están siempre a la altura de la dureza de las pruebas, puede ser porque se trata de soldados profesionales. El coste de la operación es presentado como razonable. No es extraño que este conflicto no sea verdaderamente un sujeto de debate político en Francia. La opinión pública presiente también que, contrariamente a las afirmaciones oficiales, esta guerra no es ya, después de mucho tiempo, una guerra contra el terrorismo internacional. Y, de hecho, los partisanos de la yihad internacional y de Al-Qaeda, poco numerosos y aislados en Afganistán, están ampliamente replegados en Pakistán. Esto no es un puñado de fanáticos que combaten a los 150.000 militares extranjeros hoy presentes en Afganistán, sino tres movimientos, cuyos objetivos son antes que nada nacionales y que cuentan con un apoyo significativo, sobre todo por parte de la mitad pastún de la población. El compromiso francés es presentado como una prueba de nuestra fidelidad atlantista, una contribución a la reconstrucción de uno de los países más pobres del mundo y una participación en el esfuerzo de estabilización, para impedir una recaída en el caos que conoció tras la caída del gobierno Najibullah en 1992. Pero nuestra lealtad en la Alianza Atlántica no se mide por nuestro seguidismo de una política de intervención político-militar decidida exclusivamente en Washington. Hasta 2003 considerábamos, con razón, que la reconstrucción de Afganistán era en primer lugar una tarea civil. Después nos dejamos arrastrar por una operación militar de la OTAN sobre la totalidad del territorio afgano. A continuación, como deseaba Estados Unidos, hemos acrecentado progresivamente nuestro compromiso, suscribiendo cada vez los cambios de estrategia decididos por los presidentes Bush y Obama. El balance a día de hoy de la acción emprendida es muy discutible: un régimen de incierta legitimidad tras una elección presidencial salpicada de fraudes masivos, una administración impotente frente al poder de los señores de la guerra y de la insurrección, profundamente corrupto y mezclado con una producción masiva de droga, cuyo desarrollo ha coincidido con la intervención de la OTAN. La política seguida en este terreno sufre de ser demasiado occidental, dado que es la ONU y su Misión de Asistencia en Afganistán quien debe ejercer la responsabilidad principal del conflicto afgano. Una iniciativa internacional se impone. Miembro permanente del Consejo de Seguridad, Francia debería proponer reunir a los países vecinos de Afganistán, a los que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad y a los miembros de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica (a fin de asociar a Turquía). Esta conferencia tendría como tarea establecer un estatuto internacional de Afganistán, que lo haría un Estado neutral, en el que las autoridades se comprometerían a no dar ningún apoyo al terrorismo internacional. Sólo este reglamento, que prevea una retirada total de las tropas extranjeras, con la excepción de un volumen limitado y controlado de asistencia militar técnica, sería apropiado para tranquilizar a la vez a Pakistán, la India, Irán, China y Rusia. Debería comportar en particular un compromiso de Pakistán de dejar de apoyar a los movimientos islamistas pastunes, a cambio de un reconocimiento por Afganistán de la frontera afgano-pakistaní actual. ¿Cómo suscitar una gestión así? Francia debe recobrar una libertad de acción y una credibilidad que ha perdido ampliamente, como consecuencia de su compromiso en el seno de los dispositivos militares integrados de la OTAN. Necesita para esto retirar su contingente. Esta retirada debe acompañarse de ofertas de participación en los esfuerzos internacionales de ayuda al desarrollo y, en unión especialmente con Alemania, de asistencia a la reestructuración de las fuerzas de seguridad interior, hoy muy ampliamente corruptas e ineficaces. La intensificación del esfuerzo militar que acaba de decidir el presidente Obama debe ser relevado por una intensificación del esfuerzo civil. El desarrollo de Afganistán está actualmente trabado por la inseguridad, que la presencia de la OTAN contribuye en cierto modo a alimentar. El presidente Obama lo ha comprendido proponiendo confiar la responsabilidad de la seguridad del país a las fuerzas afganas a la altura de 2014. Este objetivo no podrá sin embargo ser cumplido más que en el marco de un reglamento internacional del tipo del antes expuesto, asociando a todas las partes en la construcción de fuerzas militares afganas viables. El ejército nacional afgano actual es, en efecto, en gran medida incapaz de actuar de manera autónoma especialmente porque está debilitado por las deserciones y porque sus soldados a menudo vuelven sus armas contra los militares extranjeros que los encuadran. La retirada francesa debe ser inmediatamente anunciada y ejecutada en coordinación con la salida programada de las fuerzas norteamericanas e internacionales. Podría por ejemplo tener lugar al mismo tiempo que las primeras retiradas de tropas americanas, previstas para julio de 2011. Así, Francia restablecería la inspiración del “plan de acción para Afganistán” presentado, en octubre de 2001, por Hubert Védrine. Su acción se inscribiría en una tradición de política exterior especialmente ilustrada por el discurso de Phnom Penh de 1966. Ya en este discurso, el general de Gaulle recomendaba renunciar a una “expedición lejana” dado que aparece “sin beneficio y sin justificación” y preferir “un acuerdo internacional organizando la paz y el desarrollo.” LE MONDE. 28-7-2010 Alemania. Deutsche Welle Parca reacción de Berlín ante las fugas de información sobre Afganistán Bernd Gräßler El portavoz del ministerio de Defensa germano, Christian Dienst, señaló que los fragmentos hasta ahora publicados por la revista "Der Spiegel" y otros medios no ofrecen detalles nuevos, pero no dijo que fueran falsos. En comparación con las reacciones de los Gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Pakistán a la espectacular fuga de información confidencial sobre la guerra de Afganistán –más de 91.000 documentos clasificados que contradicen el discurso oficial alusivo a esa misión militar internacional–, la respuesta de Berlín ha sido bastante parca. El portavoz del ministerio de Defensa germano, Christian Dienst, señaló este lunes que los fragmentos hasta ahora publicados por los medios no proporcionan detalles nuevos con verdadero valor noticioso. Según Dienst, los documentos serán analizados en el seno del ministerio siguiendo los procedimientos habituales para determinar si el contenido apunta a que los intereses alemanes en materia de seguridad se han visto comprometidos. “De momento sólo podemos suponer que así es o que podría ser; sólo después, cuando constatemos hasta qué punto se han visto afectados nuestros intereses, podremos tomar las medidas pertinentes”, dijo el vocero del ministerio de Defensa en Berlín. Polémica en torno a lista negra En relación con la polémica persecución de líderes talibanes –descrita en los archivos filtrados el domingo por la página web wikileaks.org como una operación encubierta, llevada a cabo por una unidad de élite estadounidense bautizada Task Force 373–, Dienst aseguró que el Bundestag había sido informado sobre la materia antes del receso parlamentario de verano. La “caza” en cuestión está basada en una lista de insurgentes mantenida en secreto por las tropas aliadas. “El Parlamento alemán es informado constantemente sobre la misión de las fuerzas especiales y la Joint Prioritized Effects List [la aludida lista de insurgentes]. En esta lista se encuentran los nombres de rebeldes sugeridos en los círculos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) y nuestras fuerzas especiales trabajan junto a las autoridades afganas para capturar a estos insurgentes en Afganistán”, explicó Dienst. Opositores de la misión se hacen oír Sin embargo, según la revista alemana Der Spiegel, de los documentos de Afganistán se desprende que a la mencionada Task Force 373 se le encargó no solamente capturar a los rebeldes, sino también eliminarlos. De ahí que de nuevo comiencen a alzarse voces críticas entre los opositores de la guerra de Afganistán y de la participación alemana en ese conflicto. La de Claudia Roth, co-presidenta del partido de los Verdes, es una de ellas. “Si se constata la veracidad de estos documentos o se comprueba que las tropas estadounidenses favorecen ante todo una estrategia militar ofensiva, que esta estrategia incluye el asesinato sistemático de talibanes y que está teniendo lugar una verdadera caza humana, entonces no entiendo nada. Eso no representa un cambio de estrategia con acento en una perspectiva civil”, comentó Roth. Ni confirman ni desmienten El semanario Der Spiegel sostiene que 300 “cazadores de talibanes” estadounidenses están estacionados en el terreno del campamento alemán en Mazar-i-Sharif. Dienst enfatizó que existe una coordinación regular y constante con los estadounidenses en relación con sus actuaciones dentro del área de acción de los alemanes para evitar que los unos se crucen en el camino de los otros; el portavoz del ministerio de Defensa germano dijo que los acuerdos en torno a esas actuaciones son confidenciales, pero también anunció que lo que ha aparecido en la prensa internacional desde este lunes “seguramente no es falso”. La plataforma de Internet wikileaks.org, una página virtual que filtra archivos confidenciales de consorcios y Estados de todo el mundo para arrojar luz sobre la corrupción en los ámbitos público y privado, envió los documentos secretos sobre Afganistán a Der Spiegel, al diario estadounidense The New York Times y al periódico británico The Guardian hace ya varias semanas, con la condición de que esperaran hasta el 25 de julio para publicar la información, fecha en la que uno de los co-fundadores de Wikileaks, Julian Assange, se presentó ante los medios para dar más detalles sobre su proyecto. Y es que, aunque sus creadores la describen como una organización al servicio de la transparencia, aún se sabe muy poco sobre el funcionamiento de esta página web. DEUTSCHE WELLE. 27-7-2010