Brasil y la cumbre de los BRIC

Aero Lula

Brasil reclama formar parte del Consejo de Seguridad. En alguna ocasión, Lula ha dicho que tanto Brasil como los otros paí­ses en desarrollo no quieren ir ya "sólo a tomarse un café", sino que quieren participar en las decisiones que marcan la polí­tica mundial.(EFE)

Los brasileños se han convertido en una voz firme de los mercados emergentes en los asuntos internacionales. Reunieron a los principales paí­ses en ví­as de desarrollo para desafiar los subsidios agrí­colas del mundo rico, formando un grupo al que ahora se conoce como el G5. Aguijoneados por Brasilia, los embajadores de Brasil, China, India y Rusia se reúnen todos los meses en Washington, con la finalidad de coordinar la estrategia polí­tica común de las cuatro naciones, a las que se conoce como BRIC, con frecuencia para contrarrestar las posiciones de Estados Unidos. Impulsando su agenda «sur-sur», el gobierno de Lula ha abierto 35 embajadas desde que asumió el poder en 2003, la mayorí­a en África y el Caribe. Lula duplicó el número de departamentos del Ministerio de Relaciones Exteriores, se embarcó en un itinerario internacional sin pausa, visitando 45 paí­ses y pasando, sólo en 2007, casi uno de cada cinco meses de su mandato en el exterior. Los diarios brasileños le llaman «Aero Lula». El propósito explí­cito de esa intensa diplomacia ha sido robustecer las relaciones con otros paí­ses en ví­as de desarrollo.

Al menos, arte de esos esfuerzos surgen de la estrategia no declarada de Brasil de frenar la influencia de Estados Unidos en la región y alejar toda expectativa de que juega un papel de apoderado de Washington mientras intenta controlar a Venezuela.Esta puede ser una polí­tica de riesgo. Pero, las apuestas van a los brasileños. Al no tener un manual que le indique cómo convertirse en potencia global, el Brasil de Lula parece estar escribiendo su propio manual.Ya antes de la crisis financiera mundial, que Brasil está aprovechando desde el primer momento con intuición polí­tica para hacer ver al mundo que se impone un cierto nuevo orden mundial y económico, Lula intuyó que Brasil, como futura potencia mundial, no podí­a quedarse encerrada en sí­ misma. Así­ empezó enseguida a abrir el abanico de las relaciones con otros paí­ses, africanos y asiáticos principalmente.Brasil vio enseguida en China y en India una gran oportunidad para abrir los mercados brasileños, diversificándose del mercado puramente americano, y junto con Rusia, ir dando cuerpo a una agrupación de los llamados paí­ses emergentes que, sin enfrentarse frontalmente a Estados Unidos, tuviese un peso mayor en las decisiones mundiales, sobre todo una mayor presencia en los organismos internacionales, como la ONU. Brasil reclama formar parte del Consejo de Seguridad. En alguna ocasión, Lula ha dicho que tanto Brasil como los otros paí­ses en desarrollo no quieren ir ya «sólo a tomarse un café», sino que quieren participar en las decisiones que marcan la polí­tica mundialEn un articulo escrito por el mismo Lula titulado «Los paí­ses BRIC llegan a la mayorí­a de edad», afirma: «Nuestro encuentro no es sólo la primera cumbre de BRIC. Representa un hito importante en la relación de nuestros paí­ses con un mundo que está experimentando cambios profundos. Sellaremos el compromiso de ayudar a ofrecer respuestas nuevas para viejos problemas y un liderazgo audaz frente a la inercia y la indecisión» (…) «Al fin y al cabo, el mundo se enfrenta hoy a unos retos de gran complejidad pero que requieren respuestas urgentes. Tenemos ante nosotros amenazas que nos afectan a todos pero a las que algunos han contribuido enormemente, mientras que otros no son más que sus ví­ctimas impotentes».»Vivimos en medio de paradigmas rotos e instituciones multilaterales en declive. La actual crisis económica no hace más que aumentar un sentimiento creciente de complejidad e impotencia ante el cambio climático y el peligro de escasez mundial de alimentos y energí­a. Es evidente que la sociedad moderna debe revisar un sistema que desperdicia de manera brutal los limitados recursos naturales de la Tierra y, al mismo tiempo, condena a miles de millones de personas a la pobreza y la desesperación» denuncia.Lula se pregunta si después de tanto golpe en el pecho en la cumbre del G-20, EE UU, y el resto de los paí­ses ricos están dispuestos a aceptar una supervisión y un control supranacionales del sistema financiero internacional con el fin de evitar el riesgo de otra crisis económica mundial, renunciando al control de las decisiones del Banco Mundial y el FMI. Que estos sean instrumentos multilaterales y no de dominación, que permitan cubrir los costes de la adaptación tecnológica necesaria para que las personas de los paí­ses en ví­as de desarrollo también se beneficien del progreso cientí­fico sin hacer daño al medio ambiente mundial. Y por ul timo si permitirán que la economí­a de los paí­ses pobres se desarrolle eliminando los subsidios proteccionistas que hacen que la agricultura moderna sea inviable en muchos paí­ses en ví­as de desarrollo y dejan a los campesinos pobres a merced de los especuladores de materias primas y los donantes generosos.Para conseguir esto, los emergentes formaron un frente durante la reciente reunión del G-20 en Londres exigiendo el fin del estatus impuesto por EE UU en las instrumentos creados en Bretton Woods como el FMI o el BM.»Sólo así­ se oirá la voz de los paí­ses en ví­as de desarrollo. Asimismo obtuvimos el compromiso de establecer un fondo que suministre ayuda económica rápida y eficaz -sin dogmas neoliberales- a los paí­ses perjudicados por la repentina caí­da de las exportaciones y la crisis crediticia.í‰ste no es más que un primer paso en la revisión fundamental de las estrategias que deseamos ver planteada en la próxima cumbre del G-20. Presionaremos para que haya un nuevo intento de llevar la Ronda de Desarrollo de Doha a una conclusión rápida y equilibrada» (…). También es urgente la renovación en Naciones Unidas para que las instituciones multilaterales recuperen su importancia. Posponer más la reforma, sobre todo del Consejo de Seguridad, sólo servirá para erosionar todaví­a más la autoridad mundial.Para Lula esto demuestra que los BRIC no son una entelequia y tampoco una mera asociación de intereses económicos, por la dimensión de sus economí­as, la inmensa amplitud de sus recursos y sobre todo la intención de pasar a la ofensiva, reclamando la modificación de las reglas en el tablero mundial. Primero liberandose de la dependencia para su desarrollo de los mercados de EE UU, Europa y Japón. » El comercio entre nosotros ha aumentado un 500% desde 2003. Eso ayuda a explicar por qué hoy generamos el 65% del crecimiento mundial» (…) «lo cual nos convierte en la principal esperanza para una rápida recuperación de la recesión mundial. Todo ello hace que haya cada vez más esperanzas depositadas en que nuestros cuatro paí­ses sean capaces de ejercer un liderazgo responsable con el fin de ayudar a reconstruir un gobierno global y un crecimiento sostenible para todos».Para Lula todo esto es posible des de la unidad de intereses y de objetivos. «Es un reto que estoy seguro que todos aceptaremos. Porque a lo largo de toda mi carrera polí­tica, desde mi experiencia como organizador sindical, he aprendido una lección básica: para ser eficientes no basta con tener razón ni con que la justicia esté de nuestro lado. Nadie habla en nombre de los pobres y los vulnerables si ellos no se unen previamente entre sí­. Para hablar con energí­a, para dialogar, pero desde una posición de firme convicción respaldada por nuestro peso polí­tico. Es una tarea y un compromiso que, espero, los paí­ses BRIC reafirmarán en Ekaterimburgo.»