* Eva Davó es chef de La Cantina de Ruzafa, miembro de la Alianza de Cocineros Slow Food España y de Slow Food Comunidad Educa
En la Comunidad Valenciana los naranjos nos acompañan desde siglos, ya que tenemos un clima cálido, un suelo fértil y un sistema de regadío heredado de la cultura árabe que distribuye las aguas a través de las acequias de manera equitativa y sostenible. Sin embargo, como cada año, vuelve el drama, no hay manos para recoger los frutos, o lo que es lo mismo, a los labradores no les salen las cuentas, a muchos de ellos les es menos ruinoso dejar perder sus cosechas que contratar manos para lo que después se les paga en el mercado. Un desastre.
En medio de este dilema, los aguacateros se abren paso entre las montañas de tierras levantinas. Por un lado, hay agricultores seducidos por el precio del “oro verde”, por otro, fondos de inversión compran campos abandonados a precio de saldo y cambian el paisaje de raíz.
El Lobby mundial del aguacate WAO está instalándose en nuestros parajes naturales creando un desequilibrio hídrico sin precedentes. A la multinacional WAO (World Avocado Organization), le interesan mucho nuestros parajes por su clima y relieve y esto supone una amenaza a nuestras reservas de agua y sistemas de riego tradicionales.
El cultivo del aguacate ya ha sustituido en el Sur de la Península a las vides y olivos, entre otros cultivos, generando un desequilibrio que habrá que plantearse si es reversible. Sólo en Axarquía, una comarca de Málaga, que encabeza la producción de este fruto, de los 299 pozos o balsas inspeccionadas por el SEPRONA hace unos meses, denunciaron que 250 eran ilegales y la sequía es ya “pan nuestro de cada día”, generando cortes de agua en su población.
El sistema minifundio ligado a la producción del campo valenciano se sostiene “con pinzas”, nuestros labradores tienen de media 60 años y el relevo generacional no está contemplado, lo que supone un abandono de tierras sin precedentes, una media de seis hectáreas por día, en un cuarto de siglo hemos perdido 35.000 hectáreas en la Comunidad Valenciana.
Frente al cultivo tradicional, la ‘uberización’ del campo
No todas son malas noticias para el sector, desde 2022 la Naranja Valenciana tiene su IGP (indicación geográfica protegida), este sello garantiza que las naranjas que compramos son cultivadas en la Comunidad Valenciana y cumplen todos los requisitos de calidad; esta herramienta permite al consumidor conocer la trazabilidad del producto, es decir, el origen.
Esta condición hay que cuidarla, darle valor y promocionarla al máximo, al tiempo que exigimos a las grandes distribuidoras valencianas y españolas precios dignos y visibilizar el sello
Por otro lado, la compra directa al agricultor es cada vez más una necesidad para garantizar la sostenibilidad y la biodiversidad.
Los mercados de proximidad, las cooperativas de consumo, la venta on line del campo a la mesa, adoptar un árbol y disfrutar de sus frutos o la recogida en el campo como experiencia familiar o turística dando un precio justo son algunas de las soluciones para alimentar la economía circular y cuidar nuestro entorno rural.
Cuidar nuestra cultura gastronómica y la personalización de los cultivos es clave para la soberanía alimentaria.
Las macroempresas tienen todo un arsenal de estudios interesados y campañas de marketing con “influencers” a sueldo, para ganarse el mercado; frente a esto, busquemos recorrido corto y ayudas directas a quienes siembran nuestros alimentos.
La compra directa al agricultor es cada vez más una necesidad
Toni Massanés, de La Fundación Alicia, “laboratorio de alimentación saludable”, sostiene que “cada vez que se estandariza como superalimento a una fruta o verdura, creamos un problema de sostenibilidad”.
Es curioso que estemos abandonando nuestra magnífica Dieta Mediterránea, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural, y abrazando maneras de consumo que nos son importadas. No seré yo quien demonice el rico, nutritivo y versátil aguacate, sin embargo, o nos quitamos los complejos impostados y empezamos a ver el campo como parte de nuestra cultura y educamos desde la infancia a valorar los sabores y olores de cada temporada y cada cosecha, o tendremos graves problemas sin retorno.
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Colecciona nuestras recetas:
Piel de Naranja Escarchada
- La piel de una naranja
- 3 cucharadas de Azúcar
- Unas gotas de Agua de Azahar
- Chocolate cobertura
Hacemos tiras con la piel de naranja (puede llevar la parte blanca, es opcional). Escaldamos con un hervor de 5-10 min para quitar impurezas.
En un cazo, ponemos el azúcar, las gotas de azahar y un poco de agua, cocemos nuestras tiras durante una hora (el agua se puede rectificar para evitar que se queme el azúcar, pero debe quedar seco al final).
Una vez confitado, dejamos secar sobre una rejilla o un colador grande. Fundimos con cuidado el chocolate, al baño maría o en el microondas. Con nuestras tiras secas, bañamos hasta la mitad con chocolate y colocamos sobre papel de hornear en un recipiente al congelador.
Esta receta puede servirte para sorprender en una presentación de dulces navideños, acompañando a los clásicos turrones, mazapanes y polvorones. Por supuesto, las naranjas las puedes degustar en forma de zumo, cortada en rodajas con toques de canela…