«Muchos observadores han señalado que el G-20 no ha establecido ningún mecanismo para asegurarse de que la promesa de déficit se mantiene. Y cuando se trató de medidas de mayor alcance como la introducción de una tasa a la banca mundial o un impuesto sobre las transacciones financieras, el grupo de las 19 economías más importantes del mundo más la Unión Europea no pudo llegar a un consenso. De hecho, la cumbre de Toronto ha puesto de manifiesto la división entre Europa y los Estados Unidos acerca de la mejor manera de promover el crecimiento económico»
La transición del G-8 al G-20, sin embargo, ha creado un formato que refleja mejor el mundo que el antiguo club. El recio para ello es una más amplia brecha entre los países en términos económicos, políticos y culturales. Esto complica el proceso de alcanzar el consenso, como las discusiones acerca de nuevas tasas o impuestos para los beneficios de la industria financiera. Las economías, que han pasado por la crisis en gran medida indemnes, no ven ninguna razón por la que tengan que soportar una carga adicional a sus bancos. Después de todo, las instituciones financieras, independientemente de que se encuentren en Europa, EEUU o la India, pasarán estos cargos a sus clientes, lo que dificulta las condiciones de inversión y por lo tanto las perspectivas de crecimiento (DER SPIEGEL) DIARIO DEL PUEBLO.- ¿Por qué antes de la presente crisis financiera el G20 fue ignorado por la opinión internacional, y sin embargo hoy juega un papel tan importante en el escenario mundial? Esto es un resultado de los cambios que recientemente han ocurrido en el escenario mundial, como parte de los cuales un número de países en vías de desarrollo, especialmente emergentes, se han colocado en primera línea de la palestra internacional. Su peso aumenta por días, y para resolver los problemas internacionales de hoy es imprescindible su participación. Por lo tanto, después del estallido de la crisis financiera, el mecanismo para tratar y resolver los problemas económicos globales pasa a manos del G20, no del G8. Este es un cambio de significación profunda. Alemania. Der Spiegel Acuerdo del G-20, contiene más palabras vacías que sustancia David. G Smith La canciller Angela Merkel, valoró el resultado de la cumbre del G-20 en Toronto como un éxito inesperado, pero ¿hasta qué punto es sentido el compromiso de los países ricos a reducir su déficit? Los comentaristas alemanes se muestran escépticos acerca de la importancia de los resultados de la reunión, aunque defienden el formato del G-20. La canciller alemana, Angela Merkel, fue capaz al final de celebrar una victoria doble este fin de semana en la Cumbre de Toronto del G-20. No sólo había derrotado Alemania a Inglaterra en la Copa del Mundo, sino que los europeos habían logrado que las naciones ricas se comprometan a reducir sus déficits presupuestarios a la mitad para 2013. ¿Pero cuánto de real tiene este logro? Muchos observadores han señalado que el G-20 no ha establecido ningún mecanismo para asegurarse de que la promesa de déficit se mantiene. Y cuando se trató de medidas de mayor alcance como la introducción de una tasa a la banca mundial o un impuesto sobre las transacciones financieras, el grupo de las 19 economías más importantes del mundo más la Unión Europea no pudo llegar a un consenso. De hecho, la cumbre de Toronto ha puesto de manifiesto la división entre Europa y los Estados Unidos acerca de la mejor manera de promover el crecimiento económico. Mientras el presidente de EEUU, Barack Obama, quiere un mayor gasto en planes de estímulo en Europa para garantizar que la frágil recuperación económica no se ve comprometida, Merkel y otros líderes de la UE insisten en que las medidas de austeridad son la respuesta correcta a la crisis de la deuda europea. Los analistas en los periódicos de Alemania echaron el martes un vistazo a los logros de la cumbre. La opinión general es que la reunión produjo poco de valor concreto, aunque, no obstante, creen que el G-20 es un formato que vale la pena. El centro-izquierdista Süddeutsche Zeitung escribe: "No hay duda de que Angela Merkel alcanzó un éxito en la cumbre del G-20 el domingo en Toronto. Nadie esperaba que los líderes de los principales países industriales y emergentes, inscribieran en su discurso de clausura la meta de reducir a la mitad sus déficit presupuestario para el año 2013 – después de todas las crítica verbales que habían ido dirigidas, especialmente en los EEUU, contra las medidas de austeridad del gobierno alemán en el período previo a la cumbre. "La pregunta clave es la siguiente: ¿Cuánto de ese éxito será realidad al final? El G-20 y, en particular el G-8, el club de los países industrializados más ricos, en el pasado han elaborado varias veces comunicados de las cumbres que posteriormente demostraron ser insostenible. El mejor ejemplo son las promesas de ayuda al desarrollo hechas en la cumbre de 2005 del G-8: los firmantes están todavía hoy muy lejos de cumplir esas promesas. Basándose en esa experiencia, Merkel había dicho que los países sólo deben hacer compromisos de ayuda que en última instancia puedan realmente cumplir. Por tanto, es incomprensible que se repita el mismo error en esta ocasión, cuando se trata de promesas de contribuciones para reducir el déficit." El Financial Times Deutschland escribe: "Los europeos celebran como una victoria la promesa de las economías industrializadas de reducir a la mitad el déficit para 2013 y comenzar a reducir sus deudas nacionales para el año 2016 a más tardar. Es, por supuesto, mera coincidencia que esas promesas correspondan a lo que todas las naciones ricas, incluidas los EEUU, han anunciado ya. Sólo los japoneses piden cada vez un poco más de tiempo, porque primero tiene que pone su deflación bajo control". "Para decir las cosas sin rodeos: La cumbre ha producido un acuerdo político que, como las promesas electorales, contiene más palabras vacías que de fondo … Sin embargo, el mundo necesita el G-20, aunque no necesariamente en la forma costosa que se ha hecho las cumbre en Toronto. El anfitrión, Stephen Harper, primer ministro canadiense, dio dos razones para este hecho. En primer lugar, los miembros del G-20 están de acuerdo en que deben intervenir de alguna forma antes de que el sistema financiero mundial se vea amenazada por un riesgo grave …. La segunda razón es la llamada "gobernanza mundial", a saber, que el G-20 debe establecer la definición de objetivos y métodos comunes de control de sus diferentes sistemas económicos." El centro-derechista Frankfurter Allgemeine Zeitung escribe: "El G-20 … reúne a países con culturas políticas muy diferentes. El Rey Abdullah de Arabia Saudita, por ejemplo, no está probablemente acostumbrado a estar en abierta contradicción. … Por lo tanto, las negociaciones son en consecuencia formulistas y cautelosas. Por el contrario, el antiguo club de los países industrializados, el G-8, vio una discusión animada y abierta." "La transición del G-8 al G-20, sin embargo, ha creado un formato que refleja mejor el mundo que el antiguo club. El precio para ello es una más amplia brecha entre los países en términos económicos, políticos y culturales. Esto complica el proceso de alcanzar el consenso, como las discusiones acerca de nuevas tasas o impuestos para los beneficios de la industria financiera. Las economías, que han pasado por la crisis en gran medida indemnes, no ven ninguna razón por la que tengan que soportar una carga adicional a sus bancos. Después de todo, las instituciones financieras, independientemente de que se encuentren en Europa, EEUU o la India, pasarán estos cargos a sus clientes, lo que dificulta las condiciones de inversión y por lo tanto las perspectivas de crecimiento". DER SPIEGEL. 29-6-2010 China. Diario del Pueblo Necesidad de otorgar la importancia que merece el G-20, una nueva creación Los días 26 y 27 de junio, se efectuó en Toronto, Canadá, la IV Cumbre del G20, con el tema de “Recuperación y nuevo inicio”. La delegación china estuvo encabezada por el presidente del país, Hu Jintao. A juzgar por los resultados alcanzados, la Cumbre fue un éxito. En la primera década de mayo fui a Dublín, capital de Irlanda, para tomar parte en el “Pleno de la Comisión Trilateral”, una importante institución internacional asesora, formada por expertos de EEUU, Europa y Asia. En la reunión, accedí a una versión del documento “G20, una nueva creación en las relaciones internacionales.” El G20 supone la primera vez en los pasados 4 ó 5 años, en que un mecanismo reúne a los países más importantes del mundo, tanto desarrollados como emergentes. Esta versión del documento ha sido bien fundamentada, lo cual indica la importancia de esta creación. ¿Por qué antes de la presente crisis financiera el G20 fue ignorado por la opinión internacional, y sin embargo hoy juega un papel tan importante en el escenario mundial? Esto es un resultado de los cambios que recientemente han ocurrido en el escenario mundial, como parte de los cuales un número de países en vías de desarrollo, especialmente emergentes, se han colocado en primera línea de la palestra internacional. Su peso aumenta por días, y para resolver los problemas internacionales de hoy es imprescindible su participación. Por lo tanto, después del estallido de la crisis financiera, el mecanismo para tratar y resolver los problemas económicos globales pasa a manos del G20, no del G8. Este es un cambio de significación profunda. En agosto de 2008 cundió el pánico en todos los confines del planeta, al desatarse la crisis global, sumiendo al mundo en profunda preocupación. Esta ha sido la más grave crisis después de la Segunda Guerra Mundial, con visos de devenir gran depresión global. Sin embargo, la convocatoria oportuna de la IV Cumbre del G20 permitió coordinar la cooperación internacional, con logros evidentes, comenzando por la neutralización de los peligros de depresión generalizada. De tal forma, el G20 hizo un destacado aporte al mundo. En consecuencia, la III Cumbre del G20, celebrada en septiembre del año pasado en Pittsburgh, decidió tomar al G20 como la plataforma más importante del mundo para abordar los problemas financieros y económicos globales, una decisión oportuna y sabia. , El G20 congrega a dos tercios de la población mundial. Su peso en el PIB mundial y su comercio internacional representan, respectivamente, el 85% y 80%. Exceptuando a la ONU, es imposible encontrar a un mecanismo internacional de tanto peso como el G20. Nunca antes ha habido una interdependencia tan profunda entre los países como hoy. La necesidad de esfuerzos conjuntos para hacer frente a los desafíos globales tampoco ha sido nunca tan urgente. Impulsado por estos dos factores, crece el clamor universal para unir esfuerzos y enfrentar los problemas globales, tema obligado en la más reciente cita del G20. Cabe prever un incremento en el papel que juega el G20 en las relaciones internacionales. De ahí que ya haya quienes plantean la necesidad de establecer lazos orgánicos e institucionales entre el G20 y la ONU, la organización internacional más representativa y reconocida por todo el mundo. La eficacia del G20 en el tratamiento de la crisis financiera también es reconocida por todos. Pero es preciso fortalecer su respaldo legal. Por lo tanto, sería razonable combinar la legalidad de la ONU con la eficacia del G20 para tratar los problemas globales. China es un integrante importante del G20, y a juzgar por el importante papel que ha desempeñado en las cuatro cumbres anteriores, su presencia es imprescindible. Testigo de lo afirmado son los logros alcanzados en las cumbres anteriores, a las cuales China contribuyó en gran medida. Esto demuestra que hemos pasado del margen de la escena mundial a su centro. Al igual que todo lo nuevo en el mundo, el G20 sufre de fragilidad e incertidumbre. Debemos apreciar altamente y defender el G20, apoyar activamente su institucionalización, para que tenga mayor eficacia en las relaciones internacionales y juegue un papel más importante. Lo necesitan el progreso mundial y se corresponde con los intereses comunes de la Humanidad. DIARIO DEL PUEBLO. 29-6-2010