Nos deja Juan Diego

Actor, luchador, amigo

El 22 de abril nos dejaba Juan Diego Ruiz Moreno. Actor de cine, teatro y televisión. Un intérprete de raza, de los mejores. Un militante comunista, un luchador. Y sobre todo, un amigo

Álvaro Fernández

Ganador de tres premios Goya y la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián. Incombustible en el escenario, pero también fuera de él. Metido en las principales luchas políticas de nuestro país. Pero lo más importante de todo, un gran amigo al que despedimos con gran afecto y cariño.

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Nacido un 14 de diciembre en Bormujos, Sevilla, no tardó en marchar a la capital de provincia al cumplir la mayoría de edad para demostrar desde bien temprano su pasión: el escenario. Su primera gran interpretación, la ya polémica obra existencialista “Esperando a Godot”, fue el escopetazo de salida de donde despegaría su profusa y prolongada carrera profesional de más de cincuenta años.

Desde los años 70, se demostró su talento no solo nacional sino también internacional, con películas como “Algo amargo en la boca” (1969) de Eloy de la Iglesia o “El demonio de los celos” de Ettore Scola. Y obras como “La criatura” (1975), donde se utiliza la zoofilia como alegoría de la crisis social en España, demostrarán el compromiso que Juan Diego tiene con su arte.

Si los años 70 cimentaron su carrera en el cine, los 80 lo terminaron de solidificar. Emblemáticas películas como “Los Santos Inocentes” (1984) o “El viaje a ninguna parte” (1986) serán eterno testigo de ello. Y será en 1991, con “El rey pasmado” que lograría el Goya al mejor actor de interpretación por su papel como fraile Villaescusa.

La segunda estatuilla al mejor actor de interpretación la conseguiría ocho años después. Tras un tiempo en el que se centró en el teatro, volvió al cine para interpretar al anárquico nudista Bonarat en “París-Tombuctú”, de Luis García Berlanga. Quien, en la ceremonia felicitó a Juan Diego por ser el único actor que tuvo las pelotas de salir en pelotas.

Entre 2005 y 2010 él y sus ‘santos cojones’ se convertirían en el famoso comisario don Lorenzo en la emblemática y popular serie “Los hombres de Paco”.

Incansable, siguió trabajando en películas de gran calado como “You’re the one (Una historia de entonces)” de José Luis Garci, “Torremolinos 73” (2003) de Pablo Berger o “El séptimo día” (2003) de Carlos Saura, en donde se denuncia la matanza de Puerto Hurraco.

Entre 2005 y 2010 él y sus santos cojones se convertirían en el famoso comisario don Lorenzo en la emblemática y popular serie “Los Hombres de Paco”. Pero más importante aún, en 2006 lograría ganar el premio Goya al Mejor Actor Principal y la Concha de Plata del festival de San Sebastián por su papel de Santiago en la película “Vete de mí”, de Víctor García León.

En 2011 interpretará al General Armada en “23-F: La Película”, dirigida por Chema de la Peña, y que le ganó una nueva nominación a los Goya. Al año siguiente, estrenará “Todo es silencio” de José Luis Cuerda, sobre el narcotráfico en Galicia. Ese mismo año, estrena en el teatro el monólogo “La lengua madre”, escrito por Juan José Millás. En 2016 protagonizará junto con Nathalie Poza “No sé decir adiós”, de Lino Escalera.

Un actor de altura, y “rojo recalcitrante”

No se puede entender la obra de Juan Diego, y su pasión teatral y cinematográfica, separada de su pasión política, siempre ha estado entrelazada la una y la otra.

Durante el tardofranquismo y la Transición, Juan Diego estuvo luchando contra la dictadura en el todavía clandestino PCE. Participaría en la famosa huelga de actores que en 1975 reclamaría una reducción de la jornada laboral para los intérpretes teatrales.

Posición revolucionaria que jamás abandonaría. Durante los años 80 siguió apoyando distintos movimientos de izquierdas. En 2003 se hará famoso por abanderar el movimiento No a la Guerra, en contra de la Guerra de Irak. Leerá el manifiesto que la Unión de Actores publicó para la multitudinaria manifestación en la Puerta del Sol en contra de la invasión imperialista.

No se puede entender la obra de Juan Diego, y su pasión teatral y cinematográfica, separada de su pasión política.

Y como uno de los promotores firmantes de los manifiestos de la MERP, ha estado apoyando desde un principio la campaña del blindaje de las pensiones públicas. Acudiendo a mesas en Sevilla para defender públicamente junto a nosotros las pensiones frente a su privatización.

Se nos va una leyenda, un titán, una energía ilimitada de entrega y entusiasmo por el cine y el teatro. Se nos va un luchador incansable por las causas justas en nuestra sociedad, quien se enorgullecía en todo momento de ser llamado “rojo recalcitrante”. Pero, sobre todo, se nos va un amigo muy querido. Nunca te olvidaremos, Juan Diego.