La negativa por parte de Rusia a conceder un crédito por valor de 500 millones de dólares a su estrecho aliado bielorruso ha indignado profundamente al presidente Alexander Lukashenko, que dijo que tendría que buscar nuevos socios, según declaró hoy a la agencia de noticias rusa Interfax. El ministro de Finanzas ruso, Alexei Kudrin, puso de manifiesto sus dudas con respecto a la productividad de la economía bielorrusa.
Lukashenko, or su parte, aseguró que no podía creer que la «perorata, con la que Kudrin quiere sembrar el pánico en Minsk», estuviese acordada con Putin. Según periódicos rusos, el día anterior durante negociaciones bilaterales en Minsk se produjo un enfrentamiento verbal entre el ministro de Finanzas y el dirigente bielorruso.De acuerdo con los rotativos, Kudrin aseveró el jueves que Rusia sólo entablaría conversaciones sobre un crédito a Minsk, si Bielorrusia ponía orden en su economía. El ministro de Finanzas, entre otras cosas, criticó que Bielorrusia «derrocha» sus reservas de oro y de divisas. Lukashenko lo negó hoy. «Si la economía rusa realmente marcha tan bien, ¿por qué sus valores de referencia han caído tanto?»La relación entre los dos países vecinos se enrareció a raíz del reciente ingreso de Bielorrusia en la iniciativa de la Unión Europea «Sociedad de la UE con el Este» a principios de mayo. Rusia teme una creciente influencia de Occidente en la región.La prensa rusa califica de fáctica ruptura entre Minsk y Moscú las recientes declaraciones del presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, quien prohibió a su Gobierno pedir ayuda a Rusia y sugirió «buscar la felicidad en otra parte del globo». Expertos dan a entender que el líder bielorruso recurre al chantaje, su táctica favorita en las relaciones con el Kremlin.La airada reacción de Lukashenko siguió al comentario del titular ruso de Finanzas, Alexei Kudrin, quien auguró a Bielorrusia un inminente default a menos que deje de inyectar sumas colosales para mantener a flote la moneda local.El ministro ruso, a juicio de Lukashenko, «se alió totalmente con los salvajes que chillan gracias al dinero occidental». Y lo que es más importante, el líder bielorruso se quedó con la impresión de que la estocada, lejos de ser una iniciativa del propio Kudrin, fue acordada con el primer ministro de Rusia. En el pasado, Lukashenko criticó a Moscú en más de una ocasión pero nunca acusó a Vladímir Putin en persona.Alexandr Fadéyev, del Instituto ruso para los estudios de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), cree que el Kremlin ha respondido al doble juego que Bielorrusia conducía con respecto a Moscú: «Lukashenko promete seguir construyendo el Estado de Unión (con Rusia) pero en la práctica Bielorrusia se adhiere al programa (de la UE) Asociación Oriental, todavía rehúsa reconocer la independencia de Osetia del Sur y se niega a financiar el fondo anticrisis creado en el marco de la Comunidad Económica Euroasiática».El politólogo Vasili Zharkov dijo que «la única esperanza de Lukashenko es recabar de Occidente créditos políticamente motivados, a cambio de la renuncia a unirse con Rusia».Otro experto, Yaroslav Romanchuk, recordó que funcionarios bielorrusos dicen mantener negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial aunque ambas instituciones concederían créditos a Minsk únicamente si acepta reformar la economía y devaluar la moneda local, aparte de que en ningún caso serán los siete mil millones de dólares que Bielorrusia necesita. «Lukashenko puede tentar la suerte en otras partes del globo y es probable que líderes de países centroafricanos lo respalden y condenen la actuación de Rusia. Pero tampoco le darán dinero», señaló.Esta declaración se produce al día siguiente de una visita de Putin, que, según la prensa rusa, estuvo maracada por tensiones. Moscú no apreció que Minsk insistiera en el otorgamiento de un crédito de 500 millones de dólares en divisa estadounidense y no en rublos. La semana pasada, Lukachenko ya había criticado de viva voz a Rusia, lamentando que la unión ruso-bielorrusa no avance y estimando que la actitud de Moscú obligó a Minsk a mirar hacia Occidente.Lukashenko ha asegurado en varias ocasiones en los últimos meses que no presionará al Parlamento para que reconozca la independencia de los separatistas georgianos, algo que sólo han hecho hasta ahora Rusia y Nicaragua. El Parlamento anunció que el pasado 2 de abril estudiaría la petición por escrito de los separatistas georgianos para que Minsk reconociera su secesión de Tiflis, pero finalmente aplazó la sesión. La Unión Europea ha advertido a Bielorrusia de que el reconocimiento de la secesión abjasa y suroseta echaría por tierra el actual acercamiento entre Minsk y Bruselas. Las autoridades surosetas acusaron a Bruselas de presionar a Bielorrusia y de «un abierto chantaje político».