Desmantelamiento de hospitales comarcales, cierre de servicios de urgencias, ausencia de contrataciones, privatización de zonas hospitalarias y externalización de servicios hospitalarios en hospitales públicos…. Una historia que inició hace más de 5 años a raíz de la crisis económica, y resultado de una política de descarnados recortes a los servicios sanitarios justificados a nivel político con el argumento de “haber vivido por encima de nuestras posibilidades”, o que “las empresas privadas son más eficientes”, cuando la “posibilidad” de vivir amenaza a intereses económicos, o representan una oportunidad de negocio cuando se lucra con las necesidades básicas.
Si fuera cierto lo relatado por los medios de comunicación, quienes también obedecen a intereses económicos, justificaríamos esos argumentos condenando a los servicios sanitarios por su ineficiencia y falta de humanidad, dejando a su suerte a Julieta, de tan solo 8 años, y provocando su muerte prematura. Quienes trabajamos con enfermos, sabemos que es difícil opinar cuando no has estado donde han sucedido los hechos, pero también lo difícil que es aliviar el sufrimiento de un enfermo, y lo fácil que es equivocarse, sobre todo si careces de los recursos materiales y humanos que necesitas para dar ese alivio.
También hay otras historias, como la de Carmen, quien a raíz de la menopausia sufre intensas molestias genitales que hacen no sólo imposible su vida sexual, sino que le dificulta el día a día como hija, abuela, esposa y trabajadora. La tranquilizo: “Esta crema medicada va a regenerar tu piel y verás cómo estás más cómoda”, se va con una sonrisa de esperanza, pero vuelve a los 30 minutos: “doctora, es que esta crema no entra en la seguridad social, y si la tengo que usar varios meses…” Me disculpo, todos los medicamentos para la atrofia de la menopausia han sido excluidos… Ser mujer después de la menopausia no es una prioridad, ni un derecho.
Pepa entra pesadamente en mi consulta, arrastrando su “taca-taca”, entre resoplidos de fatiga se desnuda y me permite examinarla. Ya vestida y sentada frente a mi le explico la situación: “Tienes la matriz descolgada, eso te provoca el dolor y las pérdidas de orina. Una alternativa es operarte, quitarte la matriz, pero es una cirugía mayor y tu salud no es óptima actualmente. La otra opción es aplicarte un pesario, que comprarías en la farmacia (cuesta unos 20 euros), y te lo colocaríamos aquí en la consulta, cambiándolo dos veces al año, ¿qué te parece?”
“Mire doctora, vivo sola, soy viuda, no tengo a nadie que me ayude y a veces cuido de mi nieta que pasa días conmigo porque tiene problemas con su madre… la pensión que tengo apenas sobrepasa los 300 euros, y he logrado que los servicios sociales me den una comida… con esto le quiero decir que no me queda dinero para comprarme el pesario ese, ni quien me traiga a la visita… así que mejor, opéreme, así me cuidan en el hospital, y hasta me dan de comer…”
O como la historia de Ramón, que con 56 años le han diagnosticado un cáncer de riñón diseminado a los pulmones. Su hija mayor, Marta, está embarazada de su primer hijo, que nacerá el próximo verano. Si Ramón viviera en Murcia o en el País Vasco, de inmediato le prescribirían la quimioterapia que ha demostrado prolongar la vida de estos pacientes, al menos uno o dos años, pero vive en Castellón, y gracias al programa MAICE, único en la C. Valenciana, la prescripción está restringida o no se autoriza hasta que el comité aprueba su administración, retrasando lamentablemente los beneficios de tratamiento.
Consulte a los profesionales de la salud: Los recortes en sanidad, matan a la gente.