“A peor situación social, peor situación de salud”, afirma con rotundidad Joan Benach sobre el estudio de la Generalitat. Actualmente es catedrático y profesor titular del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu i Fabra en Barcelona, director del Grupo de Investigación en Desigualdades en Salud y Co-director del Centro de Políticas Públicas de la Universidad John Hopkins en EE.UU.
¿Cuáles son las principales conclusiones que extraes tras este estudio?
No solo en el caso de este estudio, básicamente geográfico, se pueden encontrar evidencias de desigualdad, también con múltiples ejemplos en distintos países o ciudades. Puede llegar a haber en los promedios de la esperanza de vida casos muy extremos como EE.UU o Inglaterra, con una distancia de 20 años entre las clases de altas y bajas rentas. O el caso concreto de algunos países africanos con una esperanza de vida de 45 años. No solo por la mala sanidad, sino por las malas condiciones sociales o laborales.
Esto refleja las circunstancias socio-económicas en las que vive la población, que son en realidad, expresión de las políticas se llevan adelante, como las reformas laborales, la vivienda o pensiones.
Es la principal conclusión que puede extraerse también en este reciente estudio. Y no es una opinión, sino que es una cuestión científicamente probada, tras cientos de estudios y análisis, y que afecta a toda la población.
Esto se denomina el gradiente social de la salud. A peor situación social, peor situación de salud.
Por eso, la equidad en salud es el mejor indicador de justicia social.
En el estudio se relaciona directamente esta desigualdad con la falta de recursos en sanidad, aunque haya otras, ¿es esta la cuestión principal?
Esta, sin duda, es una causa muy importante. La falta de recursos significa falta de inversión, y eso es evidente. España no gasta en sanidad pública como debería gastar o como lo hacen otros países. Al mismo tiempo, dónde se invierte, también es fundamental. Se gasta poco en atención primaria o en la salud comunitaria, que ayudarían a tener una mejor sanidad pública. Todos los procesos de los últimos decenios han contribuido a la “mercantilización” de la sanidad, que no es lo mismo que su privatización.
La sanidad en concreto, es un importante determinante de la salud, pero las decisivas y previas son las condiciones bajo las que vive la gente.
¿Es esta desigualdad una consecuencia de la actual crisis económica? O, como plantean algunas fuentes, ¿se remonta a más de tres décadas y que en esta última, con la crisis, se ha agudizado?
Si la sanidad es un gradiente, ante esta situación, los más perjudicados son los que tienen peores condiciones, más precariedad. Ese gradiente ha aumentado en lo social muy marcadamente en algunos países como el nuestro en los últimos 20 o 30 años. Haciendo que se agudicen las desigualdades sociales, la brecha salarial o la brecha entre las clases sociales. Y en consecuencia, ha provocado también las desigualdades en la salud.
Hay diferencias entre distintos sitios, pero lo decisivo son las diferencias entre las clases sociales, que se expresan por ejemplo en los barrios: los más ricos y los más pobres.
El actual sistema capitalista produce mucha riqueza…pero sobre todo mucha desigualdad.
Desde tu punto de vista como investigador, ¿cuáles son las medidas que consideras que reducirían, o incluso, eliminarían ese abismo social?
Por ejemplo, el desempleo, es un determinante social de la desigualdad en la salud. Cuanto más desempleo, peor. También puede ocurrir, que reduzca el desempleo, pero aumente la precariedad laboral, que es lo que ocurre actualmente. Esta precariedad afecta directamente a la salud mental.
En el gremio, usamos el término de “salud en todas las políticas”. No son solo directamente decisivas las políticas que lleva adelante la Ministra de Sanidad, también las que establece la Ministro de Empleo. Eso también es salud, y son determinantes para la desigualdad.
La mala salud está absolutamente relacionada con lo social y lo político. Sin embargo, los medios de comunicación, nos hablan constantemente de la genética y los hábitos saludables, importante también, pero no sitúa el problema principal y es imposible comprenderlo.
“La desigualdad en la salud se nos mete debajo de la piel”. Por ejemplo, el insomnio o el estrés es más común en personas desempleadas, que vienen dadas por las preocupaciones que conlleva su situación. Esto, puede derivar muchas veces a enfermedades físicas reales como consecuencia. Y entonces sí, existe un problema biológico y es necesario ir al médico, como un caso extremo.
Esto es lo único que se ve dominantemente, ¿pero cual es la causa de fondo? En este caso el desempleo, y en última instancia, la política social responsable de ello.
Es fundamental que este conocimiento básico llegue a la gente.