Tres días después del ingreso en prisión de las seis sindicalistas de la Suiz, mantenemos la entrevista con Herminia González Muñiz. Es la portavoz del grupo ‘Sofitu a las 6 de la Suiza’ (Sofitu en asturiano significa apoyo).
Herminia nos explica que Sofitu es “una estructura antirrepresiva que está formada por personas que pertenecen a diferentes organizaciones sociales, políticas, sindicales del ámbito de la izquierda asturiana, cuyo objetivo es difundir el caso, denunciar la injusticia que están sufriendo nuestras compañeras, así como darles apoyo y cobertura”.
Las 6 de la Suiza (en realidad cinco mujeres y un hombre) ingresaron en prisión el pasado 10 de julio. Un ingreso inmediato en prisión acelerado por orden del juez tras negarse a conceder la petición de no aplicación de la pena, una petición a la que el fiscal no se oponía.
Ese mismo día Sofitu convocó una concentración en la plaza del Ayuntamiento de Gijón durante la que Herminia como portavoz denunció, con palabras emocionadas: “nuestras compañeras están injustamente en la cárcel, nuestras compañeras deberían de estar aquí hoy con nosotras y nuestras compañeras están privadas de libertad, pero no hicieron nada. Lo único que hicieron fue defender a una trabajadora, lo único que hicieron fue hacer sindicalismo y no pueden permanecer con nosotros, exigimos que no permanezcan ni un minuto más en la cárcel”.
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Hacer sindicalismo no es delito, lema unitario
La larga lucha de las 6 de la Suiza (empezó a principios de 2017) ha catalizado un proceso creciente de unidad sindical. Se han desarrollado numerosas movilizaciones sindicales de apoyo a las sindicalistas procesadas y condenadas injustamente.
Por ejemplo, una manifestación a finales de septiembre del año pasado fue convocada unitariamente por doce organizaciones sindicales (CCOO, CGT, CNT, CSI, CT, ISA, PASAD, RCT, SF, SUATEA, UGT y USO); y a raíz de su injusto ingreso precipitado en la cárcel hasta 22 organizaciones sindicales han solicitado el indulto, un indulto que obviamente no conlleva el reconocimiento de culpabilidad ni, por tanto, el arrepentimiento.
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¿Cómo es posible que unos piquetes informativos, que son un reconocido derecho sindical fundamental, se hayan convertido en un delito penal de coacciones graves; y la negociación colectiva en un delito de obstrucción a la justicia?
Porque se produce una triple confluencia. De una parte, un empresario reaccionario con dinero e influencias, cuyo hijo, con cierto toque de megalomanía, se declara asesor de Trump y Milei. De otra parte, un aparato judicial que no es precisamente democrático y que apenas esconde a la clase a la que sirve.
Y, por último y particularmente, un juez, Lino Rubio Mayo, conocido como “El Justiciero de Poniente” que, entre otras actuaciones, encarceló a los entonces insumisos al servicio militar, mientras otros jueces esperaban la nueva legislación más benigna, dicho juez aplicaba la normativa antigua con condenas más largas
También encarceló con supuestas acusaciones a los sindicalistas Juan Manuel Martínez Morala y Cándido González Carnero, conocidos como “Cándido y Morala”, por participar en aquellas movilizaciones masivas contra la reconversión industrial en Astilleros Naval Gijón. Solamente una mera búsqueda en internet muestra a las claras el carácter y palmarés de este juez.
Lo único que hicieron las 6 de la Suiza fue defender a una trabajadora
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¿Crees que esta condena constituye un castigo ejemplarizante, que busca criminalizar la protesta sindical para que antes de participar en una movilización te lo pienses dos veces?
Por supuesto, esta es una sentencia ejemplarizante cuyo objetivo es meter miedo a la clase trabajadora y que no se le ocurra exigir sus derechos, ni utilizar las herramientas propias de la acción sindical, la negociación y la movilización porque pueden acabar en la trena como nuestras compañeras, las 6 de la Suiza. Las movilizaciones que hicieron fueron concentraciones pacíficas delante de la pastelería (todas autorizadas, con la preceptiva presencia policial y sin ningún incidente) y mira donde acabaron.
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¿Este proceso penal demuestra que existe una justicia de clase, que se trata de una condena a la clase trabajadora que lucha?
Sin duda, la judicatura sigue estando en manos de una élite que defiende sus propios intereses, defienden a su clase y se encuentran enfrente de la clase trabajadora.
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¿Si el Tribunal Supremo ha ratificado la sentencia, un precedente muy peligroso, puede conllevar esto un límite a la libertad sindical en general, que trasciende este caso?
El dueño de la pastelería llegó a contratar hasta 14 abogados, y eso que estaba la pastelería en venta desde hacía un año y desde el punto de vista financiero se encontraba bastante mal, con escasos ingresos.
Uno de los abogados contratados por el dueño fue el ex magistrado de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez que decía a un medio de comunicación asturiano después de la sentencia del Tribunal Supremo: “a partir de ahora se van a tener que mirar muy y mucho, que es lo que se pide y como se pide” y también afirmaba: “esta sentencia no solamente limita la libertad sindical, sino también la libertad en general”.
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¿Percibes que la sociedad gijonesa, y la española en general, es solidaria con este caso?
Rotundamente, sí, sobre todo a raíz de la sentencia del Supremo en junio del año pasado. No es una ola de solidaridad, es un tsunami que traspasa lo que es Asturies en general y Xixón en particular. Hay muestras de solidaridad por todo el Estado, y a nivel internacional se hicieron concentraciones delante de embajadas y consulados promovidas por un sindicato irlandés, y hasta hubo una concentración en Nueva York. Uno de nuestros lemas es: “Compañeres nun tais soles” (Compañeras no estáis solas) y desde que empezó todo hace casi ocho años, no lo están y ahora que están privadas de libertad, mucho menos.
Hacer sindicalismo no es delito
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¿Crees que es fundamental la unidad sindical, como la que se ha generado en esta lucha, para avanzar en las reivindicaciones de la clase trabajadora?
Si hay algo positivo el caso de las 6 de la Suiza es que logra, 30 años después, unir al movimiento sindical para denunciar que hacer sindicalismo no es delito y que la sentencia contra estas compañeras es totalmente desproporcionada y que por hacer sindicalismo no se puede ir a la cárcel.
Es un ataque frontal a la clase trabajadora, al movimiento obrero y al conjunto de las luchas populares.
El único delito que cometieron las compañeras es defender a una trabajadora que, por cierto, también está condenada sin haber participado en nada, solamente por denunciar.
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Y, por último, para que la gente sepa qué puede hacer, ¿qué acciones se pueden llevar a cabo para ayudar a las seis de la Suiza?
Difundir la injusticia del caso, crear grupos de apoyo y participar en las movilizaciones que se convoquen para exigir la libertad de las 6 de la Suiza.
