El Ministerio de Transportes comprará «un máximo» de ocho millones de mascarillas para distribuirlas entre transportistas de mercancías y viajeros por carretera, el personal que trabaja en Renfe, Adif, Aena, Puertos del Estado y Correos.
Del total de mascarillas, la mitad, cuatro millones, se repartirán entre los transportistas por carretera tanto de mercancías como de viajeros, esto es, tanto a los camioneros como a los conductores de autobuses urbanos e interurbanos, los conductores de taxi y los de vehículo de alquiler con conductor (VTC). Otros dos millones de mascarillas se destinarán al personal de Correos que trabaja para garantizar los servicios postales y de paquetería públicos básicos, y otros 1,28 millones se entregarán a Puertos del Estado y a la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar).
Asimismo, Renfe recibirá 620.000 mascarillas para sus trabajadores ferroviarios, Aena contará con 102.000 para los empleados de la red de aeropuertos, Adif tendrá 80.000 para su personal de control de trenes, gestión y mantenimiento de infraestructuras y estaciones y Enaire con 4.800 para sus trabajadores de control y gestión del espacio aéreo.
anarkoÑ dice:
Ahora se ve con claridad que el fallo principal del mercado no reside en un déficit productivo (como por otra parte Marx ya señaló de manera sencilla), sino en la llamada «anarquía» (en realidad negligencia social) mercantil, que significa, para el caso, esto que sigue:
Contra el dogma liberal de que quien gobierna (o puede gobernar) es la oferta entroncándose con la demanda de manera «libre», lo que gobierna es la especulación, puesto que la dialéctica inter-estatal (Estado contra Estado) sabotea la conexión entre oferta y demanda, aun cuando la demanda está funcionando de manera perfecta desde el punto de vista del capitalismo (ya que España es solvente). Así pues, terceros Estados están boicoteando el mercado de mascarillas, bien para atacar a España directamente a nivel poblacional (lo que parecerá «justificar» la Agenda de inmigración en curso…). O bien para poder atrapar mejor a España en la trampa de la compra de deuda, tal y como quieren hacer Holanda y Bélgica.