Para Els Joglars, encabezados por Albert Bodaella, y después por Ramón Fontseré, el teatro tiene una función social y política, la de desvelar la realidad a través de la catarsis. La crítica es comedia, y la burla es una arma de lucha.
Desde Franco hasta Jordi Pujol, pasando por Felipe González, Pasqual Maragall, Salvador Dalí o Josep Pla, han sido algunos de los personajes que han llevado a la compañía a protagonizar enfrentamientos con las autoridades, primero con el franquismo y después con la Generalitat catalana o con el gobierno de Aznar.
En 1977, Albert Boadella fue detenido y encarcelado durante ocho días, por la representación de la obra La Torna. Els Joglars han sido vetados durante años en Cataluña y declarados «non gratos» en diversos municipios.
Ahora celebran su 60 aniversario con ¡Qué salga Aristófanes!, introduciendo al público en un Centro de Reeducación Psicocultural, donde un grupo de medio locos son conducidos por un tal José Redondo, profesor de Clásicas en la universidad que fue cancelado por sus alumnos debido a sus comentarios “hirientes”, y que ahora dice ser el comediógrafo griego Aristófanes.
Hasta 2012 Els Joglars estuvo dirigida por Albert Boadella, y después por Ramon Fontserè, y formada por Jesus Agelet, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Jordi Costa, Xavier Boada, Dolors Tuneu, Lluís Elias, Josep Mª Fontserè, Pep Vila, y Xavi Sais.
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¿Por qué dices hay obras o series de Els Joglars que hoy serían imposibles de hacer?
Las producciones de los 80 y 90 en televisión y algunas producciones teatrales ahora no se podrían hacer y serían muy atacadas. Recuerdo “Orden Especial” o “Ya semos europeos”, “Vaya día”… son producciones que imagino que se podrían hacer pero sería difícil. Yo soy de la generación de “Teledeum”. Es el primer gobierno de Felipe González y la España que salía de la dictadura. Las representaciones parecían a veces el 18 de julio, con querellas y enfrentamientos
Teníamos un público que nos quería mucho y reclamaban actores más asilvestrados. Había ansias de asistir y de hacerlo como un acto de militancia. Los que nos censuraban tenían una oposición muy fuerte, el que ahora censura tiene mucho apoyo y el censurado es el que va a la hoguera con menos apoyo. En aquel entonces había admiración hacia los artistas que hacíamos obras de la realidad, como Aristófanes. Había admiración al efecto teatral de la catarsis. Ahora todo está minado de ofensas…
‘Las representaciones parecían a veces el 18 de julio’
Pero esto ha sido siempre el camino del artista. Goya tuvo que luchar contra el oscurantismo. Cuando Velázquez pinta la “Venus en el espejo” estaba la Inquisición, que era un buen sitio donde relajarse, que estaba prohibida la exhibición carnal del cuerpo humano y se la jugaban. El mundo del arte siempre ha sido así, los artistas han sido los que han hecho avanzar a la sociedad y le han hecho dudar de los dogmas y de lo sagrado, es lo que está en el adn del teatro y de los artistas.
Pero no sois pocos, ¿no? Hay muchos artistas que se atreven a la incorrección.
Creo que sí. Es seguir una tradición. Albert creó la compañía y es quien ha seguido este camino. Sin esta catarsis no habría Dario Fo, Monty Python, ni los cómicos D´ella Comedia del Arte, ni Shakespeare ni Aristófanes, que han sido capaces de oler y anticiparse a lo que pasaría, como el “Ubu”, que yo no estaba en la compañía, y Jordi Pujol llevaba meses en el poder y Albert ya hizo una sátira.
Los artistas se deben a su época y han sido los notarios que se han enfrentado a la realidad. Los que han hecho la crónica de su tiempo, el compendio… es una de las cosas de los artistas, de los que nos dedicamos al arte. Le decía Hamlet a Apolonio, cuando llegan los cómicos al castillo, “trata bien a los cómicos porque son el compendio y breve crónica de los tiempos, que no les falte de nada porque son capaces de captar la realidad de su tiempo”; es lo que hizo Aristófanes y gracias a él conocemos la sociedad del siglo V antes de Cristo en Atenas, lo que pasaba y los conflictos que tenían, las trifulcas, lo conocemos gracias a él.
Albert ha sido capaz de plasmar a través de sus obras casi la historia del país.
‘Ahora todo está minado de ofensas’
¿Cómo elegís las historias?
La realidad es una fuente inagotable de inspiración, y en estos tiempos aún más que todo se sabe y todo se aumenta exponencialmente. Historias cotidianas y de la sociedad, sobre las direcciones que toma, y con las redes más. Por eso cogemos y miramos a la realidad que nos rodea siempre con la voluntad de entretener y divertir, y si es posible hacer reflexionar o poner el matiz, desenmascarar el seductor lenguaje de los poderosos.
La mirada del teatro nuestro, como dice Albert, es desvelar una realidad insospechada que para el espectador es catártica. Hay mucha gente que opina lo mismo que ponemos en el escenario, pero no lo dice por muy diferentes razones. El teatro es esto. Con la máxima belleza, inteligencia y malicia, poner en duda, en solfa los tabús de la sociedad para que el público reflexione y se divierta. Mostrar esa realidad que está alejada de lo cotidiano y lo oficial. Detrás de esta realidad se desvela la otra. Es la catarsis de las fiestas dionisíacas.
Aristófanes coge las fiestas dionisíacas, que es un ritual rural de la consagración de la primavera porque después del invierno todo vuelve a nacer, la regeneración de la vida a través del malo, un desmadre controlado. Es curioso, porque no eran desmadres sin más, sino con un límite de tiempo para después volver al orden establecido, porque si no no hay convivencia y armonía. Dionisio es el dios de la alegría y del desastre, si vas siempre borracho no harás nada. Era muy inteligente. La catarsis en la que el hombre podía ser mujer, la mujer joven, el beato… y después ya basta, y la gente había hecho la catarsis, se había aflojado el cinturón y podía respirar más tranquilamente.
‘Hay que tener este espíritu de juego, sacrificio y aguantar’
¿Por qué elegís a Aristófanes?
Aristófanes es el padre de la comedia griega. Desde joven si lo miras objetivamente lo que hacía era intentar imponer el sentido común, era un pacifista que quería acabar con la miseria y la devastación promoviendo que se viviera en paz. Hay una obra que se titula “La paz” y es sobre uno que va a rescatar la paz que es una estatua. ‘Los acarnienses’ es sobre un hombre del campo que hace la paz con el enemigo y cuando entran en Atenas no le hacen nada, y luego todo el mundo quiere hacer lo mismo.
Tocaba los temas que no estaban bien en la sociedad, buscando la catarsis… por eso le hemos elegido, aparte la comedia te permite enfrentarte al presente. En las tragedias, como Esquilo y Eurípides, ya sabes las maldades como acaban, mal… decían que era un conjuro para que no les pasara. Pero Aristófanes se enfrenta al presente, a su momento, por eso tenía tanto éxito.
Nos ha parecido muy bien para ponerlo como ejemplo de la libertad frente al mundo de las redes, donde no hay libertad porque si te señalan ya estás marcado.
‘Aristófanes se enfrenta al presente, a su momento, por eso tenía tanto éxito’
Os habéis mantenido independientes durante 60 años. ¿Qué ha cambiado en el teatro?
Ir al teatro era un acto de militancia y ahora se ha convertido en unos programadores, tendencias y modas. Hay más compañías y ofertas. Estamos en el mercado y tenemos que ser fieles a nuestra ética y estética. A partir del 2008 cambió mucho, luego lo ha empeorado la pandemia. Hay que estar en lo que amas, y si hay que hacer un sacrificio se hace. Prevalece el oficio, la obsesión y la pasión por hacer esto, por este juego en las tablas. Aunque el entorno y el mercado se ponga chungo, hay que sobrevivir como se pueda, hay que tener este espíritu de juego y sacrificio y aguantar. Haciendo algo que te gusta, las dificultades son menores. Si lo que haces te apasiona, lo soportas mejor.