«En momentos como los actuales de crisis económica, es una información de máxima relevancia para todo tipo de cuestiones de política económica. La Administración tributaria acaba de hacer públicos los datos desagregados referentes al impuesto sobre la renta de 2009. Los datos con que cuenta la Agencia Tributaria son sabrosos. Los que más sobresalen son los referentes a los rendimientos de trabajo»
Un total de 17,5 de los 19,3 millones de declaraciones or IRPF cuentan con ingresos procedentes de rentas del trabajo. De esos 17,5 millones de declaraciones, 6,18 millones corresponden a contribuyentes que han declarado ingresos salariales de 12.000 euros al año o menos, o lo que es lo mismo, una renta por trabajo inferior o igual a mil euros al mes. Unos 2,7 millones declara incluso rentas inferiores a 6.000 euros (500 euros al mes). (CINCO DÍAS) PÚBLICO.- El Grupo de Economía de la Asamblea de Sol ha elaborado una serie de propuestas (sometimiento a referéndum de un posible rescate bancario, derogación de la reforma laboral y de las pensiones, dación en pago de la deuda hipotecaria, incremento de los ingresos fiscales mediante una mayor progresividad, restablecimiento de la banca pública y muchas otras) que permitirían aminorar la carga de la crisis y representarían una base más sólida desde la que tratar de afrontarla. Las experiencias históricas de las décadas perdidas en América Latina y África y la actual de Grecia nos enseña que el ajuste no es sólo evitable, sino que evitarlo es la única manera de que no se acabe de instalar como una trampa puesta en el funcionamiento de la economía. Frente a él, existen alternativas. Sólo hay que seguir luchando por ellas. EL PAÍS.- Pero la pregunta clave es ¿por qué se otorga un préstamo a Grecia, cuando nadie ignora que no está en condiciones de devolver la deuda, y menos, si sigue aumentando para impedir tan solo que por un tiempo no se declare en quiebra? La respuesta es clara: en 2009 el grueso de la deuda griega estaba en instituciones financieras alemanas y francesas. El nuevo endeudamiento de Grecia servía para ganar tiempo y salvar de momento a los bancos alemanes y franceses. Hoy el 37% de la deuda se ha transferido a instituciones públicas, como el BCE y el FMI. Se espera que en 2015 los bancos alemanes ya solo tengan el 8% y las aseguradoras el 11% de la deuda griega. Salarios. Cinco Días Seis millones de trabajadores cobran menos de mil euros al mes Bernardo Díaz Si algo bueno tienen las estadísticas de la Agencia Tributaria es que desvelan con exactitud el estado de las finanzas personales de los contribuyentes, más allá de encuestas de ámbito opinativo. En momentos como los actuales de crisis económica, es una información de máxima relevancia para todo tipo de cuestiones de política económica. La Administración tributaria acaba de hacer públicos los datos desagregados referentes al impuesto sobre la renta de 2009, últimos disponibles ya que la campaña de los ingresos de 2010 acabó la semana pasada y aún no se dispone de información al respecto. Los datos con que cuenta la Agencia Tributaria son sabrosos. Los que más sobresalen son los referentes a los rendimientos de trabajo. Un total de 17,5 de los 19,3 millones de declaraciones por IRPF cuentan con ingresos procedentes de rentas del trabajo. De esos 17,5 millones de declaraciones, 6,18 millones corresponden a contribuyentes que han declarado ingresos salariales de 12.000 euros al año o menos, o lo que es lo mismo, una renta por trabajo inferior o igual a mil euros al mes. Este colectivo es importante, ya que absorbe al 35,4% de los declarantes por rentas de trabajo. Unos 2,7 millones declara incluso rentas inferiores a 6.000 euros (500 euros al mes). La media por rendimientos de trabajo llega en España a los 22.596 euros al año. El 64% cobran menos de 21.000 euros al año. En el lado contrario se encuentran los contribuyentes más adinerados. Aunque la mayoría de las fortunas no declara por IRPF (desvían sus ingresos y patrimonio a través de Sicav), el impuesto sobre la renta cuenta entre sus estadísticas con una parte de ellos. Así, un total de 6.829 contribuyentes declaran ingresos anuales superiores a 601.000 euros (100 millones de las antiguas pesetas). De ellos, 5.491 confiesa que los ha obtenido a través de rentas del trabajo. El resto, a través de rendimientos por participaciones en fondos de inversión, acciones y cuentas corrientes y de ahorro. CINCO DÍAS. 5-7-2011 Opinión. Público El ajuste evitable Ricardo Molero* La semana pasada, el gobernador del Banco de España afirmaba que el plan de austeridad aprobado por nuestro Gobierno en mayo de 2010 había “evitado que España tuviera que pedir el rescate” de la UE. De este modo, no hacía sino reafirmar la supuesta necesidad de las medidas de ajuste como única vía para enfrentar la crisis. Sin embargo, su inevitabilidad se encuentra lejos de estar probada. Muchos son los argumentos que se utilizan para tratar de justificarla, pero todos citan los que supuestamente serían los dos problemas centrales de la economía española: la deuda pública y la competitividad externa. El primero se constataría en la negativa dinámica de endeudamiento generada por el déficit público, considerado insostenible por los “mercados financieros”, lo cual estaría llevando al incremento de la prima de riesgo. La receta propuesta para cortar esa tendencia sería el recorte drásticodel gasto, entre otros, el de las pensiones. El segundo de los problemas se constataría en el sustancial déficit externo de la economía y la receta propuesta consistiría en una reforma del mercado de trabajo que disminuye los costes laborales. A pesar de que se han convertido en un argumentario incuestionable entre la mayoría de los economistas, españoles y extranjeros, ambos problemas se basan en diagnósticos equivocados. En el primer caso, las estadísticas del porcentaje del PIB que representa la deuda pública total arrojan un dato revelador: la española (60%) es considerablemente menor no sólo que la griega (143%), sino también que la alemana (83%) (Eurostat). Lo que explica, en realidad, el nivel en el que se encuentra nuestra prima de riesgo es que los mercados están descontando que, en caso de quiebras, el Estado acabará socializando la sí enorme deuda del sector privado (empresas, hogares y bancos) que, en conjunto, representa un 437% del PIB, siendo sólo la bancaria un 45% de la contraída en el exterior (BdE). En esta situación, la experiencia de Islandia resulta muy ilustrativa: el hecho de que los ciudadanos islandeses decidiesen por referéndum dejar quebrar a sus bancos en vez de rescatarlos hizo posible que su prima de riesgo se redujese del 15%, nivel en el que se encontraba cuando estalló la crisis en octubre de 2008, al 5% dos años después, sin incrementarse de forma significativa posteriormente (Reuters). No sólo eso, sino que además está permitiendo a su economía salir de la recesión, eludiendo en buena medida el coste social derivado de la aprobación de los paquetes de ajuste. En segundo lugar, en el caso de la competitividad externa se obvia que la evolución de la cuota exportadora de la economía española (el indicador más importante para analizarla) apenas ha disminuido del 1,8% al 1,7% entre 2000 y 2009 (OMC). En cuanto a los costes laborales unitarios medidos en términos reales (es decir, según el peso que tienen en el valor añadido), han caído un 3,27% en ese mismo periodo mientras crecían en la zona euro (AMECO). Si se miden en términos nominales, han aumentado por encima de lo que lo hizo en dicho área, pero debido principalmente al raquítico incremento de la productividad. Este se explica por un patrón de crecimiento basado en el sectorinmobiliario que generó una atonía inversora en el resto de sectores de la economía. A ello se une el aumento de los márgenes de beneficio empresarial, que impidió que la contención de los costes laborales reales se tradujese en una mejora mayor de la competitividad. Lo anterior revela que pretender mejorarla mediante una reducción de los derechos laborales, entre ellos, los de la negociación colectiva, es un error. El único lugar a donde nos llevaría eso es a mantener a la economía instalada en la competencia dentro de sectores de bajos costes y baja productividad, algo que se traduciría en una perpetuación del ajuste con el objetivo de lograr mejoras de cuotas exportadoras. Esto, además, no aseguraría la reversión del déficit comercial, debido al menor valor añadido unitario de las exportaciones en dichos sectores, e impediría solucionar el problema del endeudamiento externo. Según el mismísimo economista David Ricardo, “determinar las leyes que regulan la distribución es el principal problema de la economía política”. Hace mucho tiempo que en el Parlamento español no existe ningún debate al respecto de cómo se va a distribuir el coste de la crisis. Gobierno y oposición apuestan ciegamente por unas medidas de ajuste que no sólo cargan dicho coste sobre aquellos que no la han generado, sino que no van a hacer sino ahondar en los problemas de la economía española. Frente a ellas, el Grupo de Economía de la Asamblea de Sol ha elaborado una serie de propuestas (sometimiento a referéndum de un posible rescate bancario, derogación de la reforma laboral y de las pensiones, dación en pago de la deuda hipotecaria, incremento de los ingresos fiscales mediante una mayor progresividad, restablecimiento de la banca pública y muchas otras) que permitirían aminorar la carga de la crisis y representarían una base más sólida desde la que tratar de afrontarla. Las experiencias históricas de las décadas perdidas en América Latina y África y la actual de Grecia nos enseña que el ajuste no es sólo evitable, sino que evitarlo es la única manera de que no se acabe de instalar como una trampa puesta en el funcionamiento de la economía. Porque más ajuste hoy no significa recuperación y mejora, sino aún más ajuste mañana. Frente a él, existen alternativas. Sólo hay que seguir luchando por ellas. * investigador de Economía Aplicada de la UCM y miembro del Grupo de Economía de la Asamblea de Sol PÚBLICO 5-7-2011 Opinión. El País La crisis griega desde Alemania Ignacio Sotelo Al incidir de manera directa en dos aspectos cruciales, la solidez de los propios institutos financieros y el voto de la coalición gobernante, la crisis griega es el tema del que los medios alemanes se han ocupado sin parar. Desde el ex-canciller Helmut Schmidt a la canciller Merkel la tesis que se repite con mayor insistencia es que no existe una crisis del euro -que, con una inflación media más baja que la del marco en su última década, ha dado muestra de una mayor estabilidad y se ha convertido en la segunda moneda de reserva-, sino únicamente la de unos cuantos países que se han endeudado muy por encima de sus posibilidades. A los alemanes no les cabe la menor duda de que el euro ha sido el mejor invento, no solo por haber incrementado sus exportaciones de manera cuantiosa, sino también el comercio intercomunitario, del que todos se han beneficiado. De ahí la contundencia que muestran en su defensa ante los que ya se opusieron a su introducción desde un estrecho nacionalismo populista que la crisis griega ha resucitado. Nada más permeable en la opinión pública, sobre todo cuando se han fortalecido los egoísmos nacionales y la Europa comunitaria se ha ganado a pulso la pérdida de prestigio, que denunciar las ayudas multimillonarias a países que en vez de su trabajo, habrían vivido del crédito exterior. Para defender los que considera intereses nacionales irrenunciables y mantener el voto en la coalición gobernante, la canciller Merkel puso en marcha una política que a menudo no se ha entendido, y cuando se ha hecho, ha traído consigo la indignación de algunos socios. En primer lugar, el crédito de 110.000 millones de euros a Grecia se retrasó hasta mayo de 2010, a la espera de que el presidente Sarkozy asumiera la "humillación" de acudir al FMI, es decir, de dar entrada a Estados Unidos, el enemigo principal del euro. Para controlar el dinero prestado, Berlín desconfía de unas instituciones comunitarias que nada anormal habían detectado en Grecia. Pero la pregunta clave es ¿por qué se otorga un préstamo a Grecia, cuando nadie ignora que no está en condiciones de devolver la deuda, y menos, si sigue aumentando para impedir tan solo que por un tiempo no se declare en quiebra? La respuesta es clara: en 2009 el grueso de la deuda griega estaba en instituciones financieras alemanas y francesas. El nuevo endeudamiento de Grecia servía para ganar tiempo y salvar de momento a los bancos alemanes y franceses. Hoy el 37% de la deuda se ha transferido a instituciones públicas, como el BCE y el FMI. Se espera que en 2015 los bancos alemanes ya solo tengan el 8% y las aseguradoras el 11% de la deuda griega. Si desde un principio se hubiera hecho lo que parecía insoslayable, una reestructuración de la deuda con una quita del 50%, o más, algunas instituciones financieras hubieran tenido que acudir otra vez al dinero de los contribuyentes. Es una operación que los fondos de garantía prevén, pero volver a salvar al sector financiero, endeudándose aún más el Estado, es algo que los ciudadanos no están ya dispuestos a soportar. El ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, en el Bild am Sonntag del 22 de mayo se atrevía a decir que había que acabar con el jueguecito "de que unos se embolsen las ganancias, y cuando las cosas no salen bien, pagan los contribuyentes". Esto lo decía quien ha presentado en Bruselas un proyecto, concebido y desarrollado por el Deutsche Bank, tal como denunció una televisión pública alemana. Quince meses después de la concesión del crédito de 110.000 millones, se necesita otro tanto para seguir retrasando la quiebra. El 30 de junio, Alemania anuncia un pacto con los bancos para aplazar hasta 2014 el pago de la deuda, preparando, una vez que se haya trasladado al sector público el grueso de la deuda, una "quiebra suave" con la participación de los bancos acreedores. Aunque al final sea el contribuyente el que pague, el verdadero éxito de la operación ha consistido en desplazar la indignación de la gente del sector financiero a los países pigs que habrían vivido alegremente a costa de los ahorros de los alemanes. ************************************** Editorial. Temores de recaída La evolución del paro confirma plenamente la tesis de que la actividad económica española es todavía insuficiente para sostener una creación sustancial de empleo que vaya mejorando progresivamente el mercado laboral. En junio, el paro registrado bajó en 67.858 personas, una buena noticia si se tiene en cuenta que es el tercer descenso consecutivo del año y un mensaje menos alentador si se compara con las 83.834 personas en que cayó en junio de 2010. El paro contabilizado por el Ministerio de Trabajo ha descendido hasta los 4,1 millones, pero (un motivo más para la inquietud) la afiliación a la Seguridad Social perdió 5.612 afiliados, circunstancia que rompe las esperanzas de que esta magnitud entre en la senda de la recuperación. En estos momentos, la pregunta pertinente es si la economía española ha entrado en otro periodo corto de estancamiento, que se prolongaría durante los siguientes dos o tres meses, y que podría evitar incluso la probabilidad de una tasa de crecimiento durante 2011 situada entre un 0,7% y un 0,8%. La respuesta no es fácil, pero sí es evidente que por unas causas u otras (ahora se arguye la crisis del pepino para explicar esa posible desaceleración coyuntural) la actividad se mantiene en ritmos bajos. Es posible que estas dificultades de despegue se deban al estado semicomatoso del mercado inmobiliario, que resta demasiado a la estructura sectorial del crecimiento. La construcción no ha ejecutado con la rapidez y profundidad debidas el ajuste de los precios y la primera consecuencia es que el mercado del ladrillo sigue sin expectativas de reanimación. El análisis del mercado de trabajo durante los últimos meses muestra además una evidencia descorazonadora: la reforma laboral puesta en pie con tantas dificultades políticas y sociales no ha servido para cumplir ninguno de los objetivos propuestos. Por supuesto, no ha generado empleo, aunque esta afirmación debería entenderse más como la aclaración de un malentendido que como una acusación. Los cambios en las leyes laborales no crean puestos de trabajo por sí mismos; contribuyen a crearlos en mejores condiciones y en mayor número cuando las empresas disponen de motivos objetivos (aumento de la demanda) para contratar. El efecto principal de las reformas laborales es reducir la explosión inflacionista que se produce en los momentos en que se dispara el crecimiento de la economía. Ese momento todavía no ha llegado. La reforma tampoco ha conseguido reducir la dualidad del mercado de trabajo; y esa era su finalidad política declarada. La contratación indefinida bajó casi el 8% en junio y el 4% en el último año, mientras que la contratación temporal progresa adecuadamente (crece el 2,7% en junio y el 1,6% en lo que va de año). El contrato fijo con despido de 33 días por año, pilar de la reforma que entró en vigor en junio de 2010, apenas representa el 15% de los contratos fijos de junio. En resumen, el elevado nivel de paro es consecuencia de la baja actividad económica. EL PAÍS. 5-7-2011