Lo que hoy nos parece una obviedad no lo era en 1519, todavía era una creencia generalizada que la tierra era plana, se creía que sus dimensiones eran mucho menores y no se sabía qué había al otro lado del Nuevo Mundo descubierto por Colón.
La primera vuelta al mundo, iniciada por el portugués Fernando de Magallanes al frente de cinco barcos y culminada por el español Juan Sebastián Elcano como capitán de la “Victoria”, el único que arribó tres años después al puerto de partida en Sanlúcar, abrió una nueva ruta marítima que interrealcionaba todos los mares y continentes y la primera mundialización o “globalización” (lo que muchos autores llaman “globalización ibérica”) con un sistema de intercambios comerciales, económicos, biológicos y culturales que cambió el mundo para siempre. Así lo reconocía el profesor Serge Gruzinski, de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, en la conferencia inaugural del congreso internacional sobre la expedición celebrado en marzo en Valladolid: “No existe mundialización sin la revolución magallánica…, que marca una nueva definición geopolítica planetaria”.
La gesta. “Primus circumdedisti me”
La expedición auspiciada por la Corona española, después de que el proyecto de Magallanes de encontrar un paso natural a través del Nuevo Mundo hacia las Islas de las Especias, las Molucas, fuera rechazado por el rey de Portugal salió de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 20 de septiembre de 1519. Cinco naves y 244 hombres, entre marineros, oficiales, soldados, especialistas de oficios y otros. Su plan no era dar la vuelta al mundo, sino cumplir los objetivos fijados en las Capitulaciones de Valladolid, firmadas por el emperador Carlos I con Magallanes el 22 de marzo de 1518.
La misión encomendada era encontar, a lo largo de la costa sudamericana más allá del Río de la Plata, un paso natural marítimo hacia el Oeste que permitiera llegar a las Molucas, las Islas de las Especias, auténtico objetivo de la expedición.
El comercio de las especias, claves en aquella época para conservar y comer los alimentos, estaba en manos de los mercaderes árabes e italianos. Su precio adquirió niveles estratosféricos a partir de 1453, con la caída de Constantinopla en manos del Imperio Turco Otomano y el bloqueo de las ruta de las especias desde Asia a Europa. De ahí el interés de españoles y portugueses por sortear el bloqueo y buscar otras rutas por mar alternativas.
Con Magallanes como Capitán General y Juan Sebastián Elcano como maestre de una de las naves, la “Concepción”, se iniciaba una de las gestas más grandes, un viaje a lo desconocido, lleno de peligros y desafiando los mares más bravos del planeta.
Tardarían más de un año, la pérdida de dos naves por un naufragio y un motín, en hacer uno de los descubrimientos más grandes de la historia marítima, el ansiado paso del Oeste en noviembre de 1520, que Magallanes bautizó como “Estrecho de Todos los Santos”, conocido posteriormente como el Estrecho de Magallanes.
Ya en el “Mar del Sur”, descubierto en 1513 por Vasco Núñez de Balboa desde las alturas de Panamá y al que llamaron mar Pacífico, quedaron sobrepasados por su inmensidad navegando durante meses sin ver tierra y agotando los alimentos.
A mediados de marzo de 1521 las tres naves alcanzarán las islas Filipinas. Magallanes toma posesión de ellas en nombre de Carlos I; y allí encontrará la muerte en un enfrentamiento con los nativos, en la batalla de Mactán.
Tras muchas peripecias y otra nave perdida, Elcano es nombrado capitán de la “Victoria” y puesto al frente de la expedición. El 6 de noviembre de 1521 llegan a las Molucas y cargan las dos naves que quedan con clavo, la especia más cotizada, además de nuez moscada y canela. Y tomará la decisión más importante: no volver por donde han venido, sino que continuarán rumbo al Oeste para cerrar el círculo y “descubrir toda la redondeza del mundo”.
Una vía de agua en la “Trinidad” les obligará a abandonar la nao con 59 hombres para su reparación. La nave acabaría hundida y los marineros apresados por los portugueses. Solo 3 volverían a España rescatados por Carlos I. Aún tendrán pasar 8 meses navegando hacia el Oeste, evitando caer en manos portuguesas. El 6 deseptiembre de 1522, la “Victoria” con 18 hombres con Juan Sebastián Elcano al frente hacían su entrada en Sanlúcar, de donde habían partido tres años antes. Enfermos y hambrientos, “flacos como jamás hombres estuvieron” diría Elcano.
Traen 27 toneladas de clavo, una fortuna para la época. Pero el vasco de Guetaria escribe al Emperador Carlos I consciente de lo que acaban de lograr: “Aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondeza del mundo”. Y el emperador se lo reconoce con el lema: “Primus circumdedisti me” (El primero que me circundaste).
Tamaña gesta no hubiera sido sin las condiciones que la hicieron posible y que solo España era capaz de aunar en aquellos momentos: los avances en el diseño y construcción de las naves oceánicas, el conocimiento geográfico y cartográfico y los nuevos instrumentos para medir, los recursos económicos para emprender una expedidión de ese tipo, la voluntad política concentada en la Corona de la época y otro factor clave, la experiencia marinera y la audacia de los hombres que la emprendieron sabiendo que, como hoy sería una misión a Marte, lo más probable es que nunca volverían.