50 años de la muerte de Franco e inicio de la Transición

50 años de la muerte de Franco: el inicio de una Transición… tutelada desde Washington

“Tutelada, por no decir, diseñada, planificada y reconducida desde Washington, el cambio de régimen de la dictadura a la monarquía parlamentaria era la alternativa de EEUU para España y consistió, básicamente, en pasar de dominar por el terror a dominar por el engaño.”

(*) Santiago Casal es el autor de “La Transición Española: ¿consenso o reconducción” (Colección El Viejo Tonto)

El 20 de noviembre de 2025 se cumple medio siglo de la muerte de Franco.

Para muchos, representa el fin de la dictadura y el inicio de un proceso que aparece en los libros de historia como “La Transición”.

Se entiende “La Transición española” como el periodo que transcurre desde la muerte de Franco, en 1975, hasta la dimisión de Suárez, en 1981. Aunque sobre esta definición no han faltado ni faltan controversias.

Nosotros la situaremos entre la voladura de Carrero Blanco, en 1973, y la entrada en la OTAN, en 1981, tras la dimisión de Suárez, con el gobierno de Calvo Sotelo. El motivo es porque estos dos hechos marcan los dos hitos de la transición entre la dictadura de Franco y la democracia que hoy tenemos en España. Y marcan un periodo que el Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger (el “Doctor K”) afirmó que “la contribución norteamericana a la evolución española durante los años setenta constituyó uno de los principales logros de nuestra política exterior”.

Carrero con Kissinger, el 19 de diciembre de 1973, en Madrid, 24 horas antes de su “voladura”.

Tanto la “voladura” de Carrero Blanco (Presidente del Gobierno de Franco) como la dimisión de Suárez, marcan la primera etapa de la transición y fueron los dos hecho decisivos que marcaron el desarrollo de la historia de España hasta nuestros día. Y, en esos dos hechos, aparece de una u otra manera la intervención de los EEUU.

Por situar esta contradicción, solo diremos que, durante los últimos 300 años, la historia de España has sido, en lo principal, la historia de la intervención del imperialismo sobre nuestro país. Durante los siglos XVIII, XIX y parte del siglo XX, bajo la intervención de Inglaterra y de Francia. A partir de la mitad del siglo XX, de EEUU. Ni uno solo de los principales acontecimientos que han determinado el curso de nuestra nación puede dejar de leerse a la luz de este hecho.

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La transición no es una excepción.

En contra de la visión idílica de “consenso” que se trata de transmitir, la transición española fue un periodo convulso, incierto y violento en el que la contradicción principal fue entre “reforma” o “ruptura”. Mariano Sánchez, autor del libro “La Transición Sangrienta”, contabiliza entre 1975 y 1983, 591 personas asesinadas y varios miles de muertos a consecuencia de la “violencia política”.

De un lado, todas las fuerzas políticas, la oligarquía y el hegemonismo norteamericano; del otro, la lucha popular que obligó a llevar la reforma mucho más lejos de lo previsto en un principio. La imposición final de las tesis reformistas frente a las rupturistas marca el inicio de un camino que llega hasta nuestros días. Por este, y otros motivos, es de vital importancia conocer y comprender lo que pasó en aquel momento de nuestra historia reciente.

Tutelada, por no decir, diseñada, planificada y reconducida desde Washington, el cambio de régimen de la dictadura a la monarquía parlamentaria era la alternativa de EEUU para España y consistió, básicamente, en pasar de dominar por el terror a dominar por el engaño. Tal y como se dio, ha supuesto un salto cualitativo en el grado de intervención y control del hegemonismo norteamericano sobre nuestro país y ha reducido notablemente nuestra autonomía, independencia y soberanía. Actualmente, podemos afirmar que los intereses de la oligarquía financiera y los del hegemonismo norteamericano están estrechamente unidos por multitud de lazos políticos, militares y económicos. Esta subordinación y vasallaje, que no ha dejado de incrementarse, y más en la época de Trump, y se manifiesta también en lo científico y tecnológico, en la enseñanza, la cultura y el control de los grandes medios de difusión.

El contexto de la Transición es la mayor crisis a las que se enfrentó EEUU que, tras la derrota de Vietnam se situó estratégicamente a la defensiva frente a una Unión Soviética que avanzaba en todos los terrenos en todos los continentes.

En ese contexto EEUU necesitaba reforzar lo que ellos denominaban “el vientre blanco de Europa” (las dictaduras de Portugal, Grecia y, especialmente, España). El objetivo de este periodo, cuyos rasgos principales se prolongan, medio siglo después, hasta nuestros días, siempre fue el de encuadrar a España en la hegemonía de EEUU y, particularmente en este periodo, en la OTAN. Este es el hilo conductor de la transición española.

Para ello Washington se vio obligado, principalmente por la pujanza y la fuerza de la lucha popular, a realizar numerosas intervenciones, intromisiones, injerencias y filtraciones de todo tipo.

Santiago Casal es el autor de “La Transición Española: ¿consenso o reconducción” (Colección El Viejo Tonto)

Por su parte, el Régimen Franquista, acosado por las luchas populares, desprestigiado y aislado interna y externamente, desde finales de los años 60, era un instrumento de dominio cada vez más frágil. A la vez, EEUU, se vio en la necesidad de sustituir los fascismos meridionales por regímenes de democracia formal más o menos endurecidos que pudieran integrarse plenamente y reforzar el sistema de alianzas políticas, militares y económicas bajo su hegemonía. La combinación de factores que se daban, en ese momento, podría resumirse en el hecho de que, por una parte se daba un movimiento extraordinariamente combativo encabezado por el proletariado, pero que abarcaba a conjunto de clases y sectores populares en toda España; el resurgimiento del problema de las nacionalidades oprimidas y la existencia del movimiento marxista-leninista más potente de Europa; por la otra, las contradicciones existentes con la burocracia fascista y un sector importante del capital especulativo. No obstante, el sector hegemónico de la oligarquía financiera en España, ligado por estrechos vínculos económicos al imperialismo norteamericano y bajo la orientación política y apoyo de su Estado Mayor (el Pentágono) emprendió, no sin enfrentarse a dificultades específicas, el proceso de transformación del régimen fascista en un régimen democrático y la consolidación del mismo, proceso que abre el período que estamos viviendo actualmente.

El asesinato de Carrero Blanco y el 23F marcan las dos principales reconducciones del proceso que se saldaron de manera favorable para los intereses norteamericanos y en las que, comparadas, puede apreciarse cómo ha evolucionado la capacidad de intervención norteamericana sobre nuestro país.

La encrucijada abierta tras la liquidación del régimen franquista queda resuelta con el derribo de Suárez. La clase dominante española y su estado renuncian, una vez más en nuestra historia, a cualquier proyecto autónomo y desisten de la posibilidad de tener una voz propia en el mundo.

En la actualidad, la tendencia es que el hegemonismo norteamericano secuestre cada vez más la independencia y la soberanía nacional y profundice el saqueo de nuestros recursos.

Dado todo esto, la contradicción principal de la sociedad española, hoy como hace 50 años, es la que existe entre la oligarquía financiera y el hegemonismo, por una parte, y la clase obrera y todas las clases populares y trabajadoras, del conjunto de España, por otra. Esta contradicción, medio siglo después, permanece vigente.