Dicen que la pandemia y el confinamiento azuzan el afán lector hasta del público que habitualmente no lee. No sé si será verdad. Pero lo cierto, con todo, es que la clausura obligada por el virus nos pone encima de la mesa, regalado, un ingrediente que muchas veces falta para acometer la lectura: tiempo. Y quizá tiempo suficiente no solo para abordar esas lecturas del momento a las que nos incita el gusto particular o el desempeño social, sino también para meternos de lleno en esos textos, quizá algo más arduos y complejos, que ya se van decantando como lecturas esenciales. Los libros que hemos seleccionado han sido escritos todos en lengua española y se han publicado en editoriales españolas a lo largo de estos primeros veinte años del siglo XXI.
1. 2666, Roberto Bolaño. Es la obra más influyente del siglo y la más ambiciosa del autor. Críticos y lectores la aúpan a este puesto de honor. Es una obra mayor, de más de mil páginas, un artefacto literario integrado por cinco novelas distintas, con canales internos de comunicación, que contienen una indagación originalísima y muy potente de los resortes que movieron el siglo pasado y de una de sus esencias: la devastadora presencia del Mal, que irrumpe en las 400 páginas implacables en que Bolaño describe el feminicidio de Ciudad Juárez.
2. Los diarios de Emilio Renzi, Ricardo Piglia. Otra obra mayor, en este caso del género memorialístico. El gran escritor argentino, uno de los mejores novelistas de América, redactó durante más de cuarenta años las entradas de un diario que sintetiza como pocos la relación de vasos comunicantes entre vida y escritura, y la forma en que la escritura se apropia de la vida para convertirla en literatura. Un buen libro para entender lo que es ser escritor de verdad.
3. Impón tu suerte, Enrique Vila-Matas. Si el novelista Vila-Matas no es, en definitiva, sino un ensayista travestido, este libro es una excelente oportunidad para encontrarse cara a cara con el creador del proyecto narrativo más audaz y novedoso de los que han circulado por España en los últimos decenios. Colección de ensayos, reseñas, conferencias, fragmentos… los textos de este libro, intensamente literarios, muestran a un escritor lúcido y lúdico peleando con sus mejores armas.
4. Cuentos completos, Mario Levrero. El autor de La novela luminosa y El discurso vacío fue también un cuentista fuera de serie. Es difícil encontrar algo del escritor uruguayo que no sea recomendable y que no tenga interés. Pero esta edición de todos los cuentos publicados a lo largo de su vida contiene tales dosis de imaginación, sorpresa, libertad y buena escritura, que solo cabe definir este libro como un verdadero festín para el lector.
5. Envejece un perro tras los cristales, Horacio Castellanos Moya. La escritura autobiográfica, tan de moda hoy, suele ser una escritura de autojustificación, pocas veces de autocuestionamiento. El escritor de origen salvadoreño lleva a cabo, en los dos diarios breves que componen este libro, un verdadero ajuste de cuentas personal y literario, con una radicalidad y falta de pudor que hacen de este libro un texto ejemplar y una verdadera joya en su género.
6. Black out, María Moreno. Hubo una generación de escritores, allá por lo setenta del siglo pasado, que se forjó en la “universidad de la vida”, en bares y cafetines, combinando altas dosis de pasión literaria y etílica. María Moreno nos habla en este libro, brutal y sincero, de la generación bonaerense en la que se forjó como escritora, al tiempo que se debatía con los fantasmas de la bebida. Una escritura de febril intensidad.
7. Los niños perdidos, Valeria Luiselli. Las migraciaciones son uno de los grandes fenómenos sociales de nuestro tiempo. La migración de los niños centroamericanos que tienen que huir de sus países para que las maras no los utilicen o los maten, atravesar México sufriendo palizas y violaciones y llegar a la frontera USA donde empieza la pesadilla burocrática sobre su petición de asilo, es el tema de este relato-documento-reportaje en carne viva de la gran escritora mexicana afincada en Nueva York. Leerlo es una necesidad, como lo fue escribirlo.
8. Coronado, Ignacio del Valle. La novela histórica suele ser muy manida y poco arriesgada, siempre pensada para el paladar más dócil y la lectura puramente recreativa. No es ese el modelo de este libro, que recrea una de las más desdichadas expediciones de la conquista de América. El rigor, basado en una exhaustiva documentación, se alía en este caso con el buen hacer de una escritura ambiciosa, rica y precisa, que alimenta un relato novedoso y digno de ser transitado.
9. Libro de la confusión, Francisco Ferrer Lerín. Última entrega poética de Lerín (Barcelona, 1942), conocido autor de un portentoso Bestiario (2007), del poemario que supuso su vuelta después de un largo silencio, Fámulo (2009, Premio de la Crítica), de extrañas prosas recogidas en Gingival o de la tragicomedia Familias como la mía. Lerín vuelve desde los fríos de la senilidad, donde la vida nos deja su inconfundible hedor rancio: “recuerdo al fiel Piturdas arrastrando a la carreta”. Donde el amor tiene la cadencia demenciada de un tango: “Dejas atrás la blusa de organdí con que excitabas a Infausto”. Recorremos estos textos como quien atraviesa las habitaciones vacías de una casa: los recuerdos se han fosilizado y son solo un largo extravío, balbuciente, como dice él mismo sobre su última escritura, que vuelve a los ínferos, que se aventura de nuevo en la mezcla impura de carnes. Libro esencial para entender la obra de este poeta de textura única, imprescindible para nuestras letras.
10. Obras completas, Nicanor Parra. El rigor y la paciencia de Ignacio Echevarría y unos pocos más ha hecho posible la edición de estas improbables obras “completas” de un poeta que dispersó tanto su obra, en el espacio y en el tiempo (murió con 103 años en 1918) que ha convertido su hallazgo y compilación en una tarea de Sísifo. Poeta esencial de la lengua, poeta mutante y diverso, creador de la “antipoesía”, su obra es un referente ineludible de la poesía americana en lengua española en el siglo XX.
11. Desierto sonoro, Valeria Luiselli. Un viaje a los territorios apaches y un matrimonio en horas bajas que debe grabar un documental son las premisas de la que Valeria Luiselli se sirve para reflexionar sobre las migraciones (a nivel global y personal) y darle una vuelta de tuerca a la ficción, a la autoficción, al ensayo, a la crónica, al reportaje… Un híbrido imponente donde todos estos géneros se fusionan. El desierto de Luiselli es, sin duda, el territorio por donde deambulará la literatura del futuro.
12. Lectura fácil, Cristina Morales. Las cuatro protagonistas femeninas de esta novela (ganadora del Premio Herralde y del Nacional de Narrativa) son discapacitadas intelectuales, marginadas sociales y oprimidas sexuales, pero su actitud es la de unas verdaderas insurrectas, que ponen en solfa todo el sistema represivo oculto tras la pantalla del asistencialismo benefactor y la corrección política. La novela respira por todas partes un furor y una incontinencia verbal que, a ratos, noquea al lector. Un soplo de aire nuevo y vivificante en un espacio narrativo, el español, que da claros síntomas de agotamiento y conformismo
13. Degenerado, Ariana Harwicz. Estilísticamente, una pieza tan radical, intensa y abrupta como sus novelas anteriores. Tan fragmentaria y tan breve como ellas. Tan inquietante y tan retadora. El relato contiene la historia de un proceso judicial. El proceso de un hombre acorralado, acusado de pederastia, acosado por el mundo y enfrentado a su propio infierno y abismo interior. Ariana, sin miedo y arrostrando todo los riesgos, se mete en la cabeza de un hombre acusado de abusar y matar a una niña. El libro es un experimento de radiografía mental, en el que la autora busca una respuesta, o una luz, que alumbre, de forma indirecta, el estado de los hombres de hoy, a los que encuentra perdidos, algunos “en estado calamitoso”.
14. Poeta chileno, Alejandro Zambra. El escritor chileno radiografía Chile una vez más (llegando hasta las protestas de hoy) y se interroga sobre si es posible vivir de lo que a uno le gusta, aunque sea la poesía. Zambra se vuelve a revelar como un maestro absoluto (léase Bonsai, léase La vida secreta de los árboles, léase Mudanza) en su capacidad de análisis —mejor, vivisección— de las relaciones de pareja, del amor y su cese y su retorno, de la tremenda dificultad para construir hoy algo no perecedero junto a alguien pero, también, de la fugaz alegría cuando ese algo sigue adelante.
15. Museo animal, Carlos Fonseca. Nacido en San José, Costa Rica, en 1987 y doctor en Literatura por la Universidad de Princeton, Fonseca es un escritor ambicioso, caleidoscópico y amante de los rompecabezas literarios y las polifonías más sorprendentes. Novela con muchos pliegues dentro, con intrigas detectivescas y misterios familiares, pero también cercana a historias bien reconocibles y vividas. Una prosa torrencial pero contenida y alejada del barroquismo. Literatura en busca de la novela total.
16. Berta Isla, Javier Marías. Javier Marías ganó el Premio de la Crítica 2018 con Berta Isla, su decimoquinta novela, una nueva incursión en sus temas y territorios favoritos. Marías vuelve a ese escenario neblinoso, opaco, algo siniestro, lleno de opacidad y secretismo, donde la verdad y la mentira se hacen indiscernibles, donde lo real y la ficción se confunden, donde los hechos viven en la eterna paradoja de, al mismo tiempo, ser y no ser: el mundo de los servicios secretos, un mundo ideal a priori para reflexionar en voz alta sobre los temas que siempre han ocupado y preocupado al autor, como la dificultad o incluso la imposibilidad de conocer la verdad o esa forma extraña en que creemos las cosas sin tener realmente la más mínima certeza de ellas.
17. Tríptico de Treinta y Tres, Gustavo Espinosa. El libro reúne tres novelas breves (Las arañas de Marte, Carlota podrida y Todo termina aquí) que comparten el escenario (la ciudad de Treinta y Tres, cercana a la frontera con Brasil), haber obtenido los mayores galardones de la literatura de su país y el estilo inconfundible de Espinosa, una “rara avis” más de ese incesante manantial de escritores “raros” de que hace gala la literatura uruguaya. La literatura de Espinosa se asienta en tramas en apariencia muy simples (a veces un poco delirantes) y anécdotas locales casi insignificantes, pero que esconden una complejidad inaudita y adquieren una resonancia universal. Y se edifica merced a una curiosa e insólita arquitectura, cuyo diseño se logra arrumbando materiales de la más diversa factura y procedencia, tal y que todo pareciera un auténtico cajón de sastre, pero que Espinosa ensambla con endiablada pericia. Una obra deliciosa y adictiva.
18. Hacía un ruido. Frases para un film político, María Salgado. Un trabajo de recolección, observación, procesado y montaje de los trozos de frases y pedazos de sonidos emitidos por las ciudades del globo desde el convulso año de 2011. Las protestas, manifestaciones, tomas de plazas… anunciaron la posible emergencia de una nueva subjetividad, su colisión con una cultura que no acaba de terminarse, la pugna por existir y visibilizarse de una “figura de pueblo”, los problemas de la organización, del amor y las dificultades de acceso a la comunicación de la experiencia. Todos esos temas, incluida la defensa de una poética, integran este libro único.
19. El cielo de Kaunas, Jesús Zomeño. ¿Cuántos autores se han atrevido a vérselas con uno de los fenómenos históricos cruciales de nuestro tiempo: la caída del imperio soviético? Autor de media docena de libros de relatos, ambientados casi todos en la primera guerra mundial, en los que se eluden las hazañas bélicas para afrontar los retos del hombre enfrentado a las puras y simples citas de la supervivencia, Zomeño construye su primera novela con parecidas armas, alejándose de la épica y de la gloria, para dar cuenta de la hecatombe de un mundo y de sus crueles ruinas. Pueblan la novela una cuidada selección de personajes moldeados por la desolación y la violencia, por la soledad y la falta de horizontes. Un mundo averiado en el que se ha roto la caldera que podría editar la total congelación.
20. Villa, Luis Gusmán. Gusmán, que para muchos ha sido el gran reformulador de la nueva literatura política en Argentina, aborda en esta novela el trágico periodo de la dictadura militar no desde la óptica de un personaje siniestro y malvado, sino desde uno de esos tipos grises, neutros, anodinos, que anidan en toda administración u organismo civil, sin ideología precisa y atento solo a su medro personal, pero al que circunstancias que él no elige y le superan lo llevan a comprometerse en actividades de colaboración con los torturadores y asesinos. Resultan así los “colaboradores necesarios” para que la guerra sucia se lleve adelante.