ETA ha vuelto a mostrar su rostro criminal y fascista haciendo explotar una bomba en el madrileño Campo de las Naciones. ETA ha tomado la palabra ante la exclusión de las marcas electores de la banda terrorista decretadas por el Tribunal Supremo. Y lo ha hecho de la única manera que sabe. Pero nada va a conseguir. Toda la sociedad española está hoy unida en el objetivo de acabar con el terror. Y el uno de marzo, desalojando del gobierno vasco a Ibarretxe -cuya cobertura es un auténtico «pulmón artificial» del terrorismo-, estamos ante un auténtico Día D que puede marcar el principio del fin de ETA.
Horas desués de que el Tribunal Supremo acordar la anulación de las listas electorales presentadas por Askatasuna y D3M, ETA hablaba de la única manera que sabe, a través de los coches bomba. Un artefacto explosivo provocaba graves desperfectos en el Campo de las Naciones, un complejo empresarial madrileño donde ETA ya había atentado en 2005. La rápida actuación de la policía y los servicios de emergencia han evitado una masacre en una zona de oficinas muy concurrida a la hora de la explosión, las nueve de la mañana. A pesar de que sólo ha explotado una parte de la carga, el poder destructor de bomba ha hecho que la detonación se escuchará en varias poblaciones del este de Madrid. ETA ha presentado sus cartas a cinco días de que comience una campaña electoral en Euskadi que puede acabar con la ominosa década de los gobiernos de Ibarretxe. Pero nosotros, la sociedad española, somos más fuertes, y ellos, los terroristas y quienes se benefician del terror, son más débiles. La anulación de las candidaturas de ETA es buena prueba de ello. La presión popular ha destrozado cualquier posibilidad de conciliación con la bestia, que sí se produjo en las últimas municipales, permitiendo que ANV se presentara y conquistara varios ayuntamientos que hoy son feudo del terror. Hoy eso es imposible, por mucho que ETA grite a través de bombas. Y hoy ETA está más débil porque Ibarretxe también lo está. De nada sirven las hipócritas palabras del lehendakari tras el atentado, conminando a ETA a “desaparecer para siempre”. Ibarretxe ha criticado a quienes “dicen que si estoy yo seremos capaces de acabar con la violencia de ETA, pero si está el lehendakari Ibarretxe no”. Pero esa es una vergonzosa realidad. Basta recordar que los únicos, además de ETA, que se han opuesto a la anulación de las listas de Askatasuna y D3M han sido Ibarretxe y su gobierno. Ibarretxe y su camarilla etnicista han sido un auténtico “pulmón artificial” de ETA durante estos años. Cuando las formidables movilizaciones con epicentro en Ermua colocaron en un brete a la banda terrorista, Arzallus e Ibarretxe corrieron a rescatarla, pactando con ETA una escalada del terror. Los que recogían las nueces del terror han protegido –ofreciéndoles cobertura política, subvencionando al entorno terrorista, difundiendo un odio a España que es caldo de cultivo del terror…- a quienes arrean el árbol. Conviene no olvidarlo, y mucho menos perdonar. Porque el uno de marzo tenemos una inmejorable oportunidad de propinar un formidable golpe a ETA echando del gobierno vasco a quienes la amparan.