El más grande estadista

En enero de este año, al cumplirse el 500 aniversario de la muerte de Fernando el Católico, publicamos un artí­culo reivindicando su figura y su descomunal talla polí­tica. En él decí­amos: «es imposible concentrar en un único artí­culo lo que significa la figura de Fernando el Católico. Una de las pocas personalidades cuya actuación de verdad cambió el rumbo de la historia.». Iniciamos, reproduciendo ese artí­culo, un serial sobre uno de los grandes estadistas de la historia mundial, hoy inconcebiblemente olvidado e interesadamente enterrado su formidable legado.

Cuando la edad moderna comenzó en España

El 23 de enero de 1.516 moría Fernando el Católico. Es necesario para comprender su historia despejar los velos, mistificaciones y mentiras que “a derecha” y “a izquierda” enturbian la mirada e impiden comprender la magnitud y el sentido real de su reinado.

Fernando el Católico fue odiado en el siglo XV y XVI por importantes nódulos de la aristocracia castellana, que se referían despectivamente a él como “el viejo catalán”. Y también fue vilipendiado por el nacionalismo gestado en la burguesía barcelonesa. ¿Pero cuál es el sentido real de su figura histórica? ¿Cómo influyó Fernando el Católico en el curso de la historia española y universal?

El nudo gordiano

El lema personal de Fernando el Católico (“Tanto monta”) hace alusión al nudo gordiano que cortó Alejandro Magno cuando se dirigía a conquistar el Imperio Persa. Tanto monta cortar como desatar, es decir, da igual cómo se haga, lo importante es que se consiga. Esta anécdota nos habla tanto de la personalidad de Fernando el Católico como de las condiciones históricas concretas que fraguaron su figura.

En los siglos XIV y XV toda Europa se enfrentaba al dilema del nudo gordiano. El modo de producción feudal había alcanzado sus límites. Y era incapaz de ofrecer un nuevo desarrollo. Pero la burguesía era demasiado débil para derribar sus muros. Lo viejo era incapaz de seguir gestionando el mundo, y lo nuevo no tenía todavía capacidad para abrirse paso. Una contradicción que sumió a toda Europa durante este periodo en una profunda crisis e inestabilidad.

Fueron los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, los que cortaron el nudo gordiano. Abriendo desde la Corona más poderosa del mundo occidental nuevos caminos y horizontes. Impulsando con la colonización de América la primera globalización, que daría alas al desarrollo capitalista. Instaurando las bases del desarrollo de los Estados absolutistas, auténtico laboratorio donde se fraguó el mundo moderno. No es casual que en las facultades de historia la edad moderna universal comience precisamente con su reinado.

Unidad o conquista

Todavía hoy hay gente que difunde que la unidad de España bajo el reinado de los Reyes Católicos fue producto de “la conquista de Castilla sobre Cataluña”. La ignorancia suele ser muy atrevida. Y es que la realidad histórica fue exactamente al revés.

Con tan solo 17 años, Fernando, heredero de la corona de Aragón, entró de forma clandestina en Castilla, disfrazado como un vulgar mozo de carga, para poder casarse con Isabel. Era la expresión de la voluntad de las élites de la Corona de Aragón, empeñados en conseguir a cualquier precio la unidad con Castilla para protegerse de los ataques de su histórico enemigo francés.

Donde hubo que vencer serias resistencias fue precisamente entre las élites castellanas, más proclives a facilitar la unión con Portugal. Fue necesaria una guerra civil, donde Fernando demostró sus prodigiosas dotes militares, para imponer a Isabel en el trono de Castilla.

Es a partir de ese momento, y no antes, que la unión que dio origen a España toma forma. Bajo una unión personal que permitía configurar un Estado unitario, pero que al mismo tiempo conservaba la personalidad jurídica y política de cada uno de los reinos. Frente a quienes sitúan en Fernando o Isabel el origen de la “centralización” a ultranza, la realidad histórica nos habla exactamente de lo contrario.

El nacimiento del Estado moderno

Cuando Maquiavelo escribe “El Príncipe” como tratado que compendia las virtudes del gobernante renacentista, símbolo de la modernidad burguesa que empezaba a derribar los inmutables dogmas feudales, su principal modelo fue precisamente Fernando el Católico. De él dice en uno de sus capítulos: “nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes. Prueba de ello es Fernando de Aragón, actual rey de España, a quien casi puede llamarse príncipe nuevo, pues de rey sin importancia se ha convertido en el primer monarca de la cristiandad. Sus obras, como puede comprobarlo quien las examine, han sido todas grandes, y algunas extraordinarias”.

Los Reyes Católicos se adelantaron con mucho a todos sus contemporáneos marcando el camino por el que luego transitarían el resto de reinos europeos. Ellos construyeron los fundamentos del Estado moderno, imponiendo la autoridad real frente a la dispersión de los reinos de taifas de los dominios de la aristocracia feudal. Crearon un nuevo poder judicial, que sólo dependía del monarca, una nueva burocracia que se apoyaba en nuevos cuadros surgidos de las universidades, y no de los decadentes círculos aristocráticos en los que se legaban por herencia todos los cargos, y el primer ejército permanente y centralizado, liquidando con ello todos los restos de las mesnadas feudales.

Las bases creadas por los Reyes Católicos van a permitir un formidable crecimiento interior de España, donde todas las potencialidades antes silenciadas pueden expresarse, así como una extraordinaria expansión exterior, que cambiaría el mundo para siempre al unir Europa y América en un mismo camino.

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