Las dos Coreas restablecen el diálogo

De manera inesperada, Corea del Norte y del Sur -tras dos años con las relaciones diplomáticas completamente rotas en un marco de provocaciones, pruebas nucleares y maniobras militares- han restablecido el diálogo con la excusa de la participación norcoreana en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán en el Sur.

«Es un regalo de Año Nuevo», ha dicho el presidente del comité organizador de los JJOO, Lee Hee-Beom. La línea telefónica directa entre ambos países -el célebre «teléfono rojo»- se ha reestablecido, y ambos gobiernos hablan ya sin intermediarios. Pyongyang y Seúl -dos países que nunca han dejado de estar teóricamente en guerra desde 1950- encadenan gestos inusualmente amables mientras que Washington no disimula su desdén. Tanto en los medios surcoreanos como en la propaganda oficial de Pyongyang se evidencia una voluntad de diálogo que ha cambiado el ambiente crispado de los últimos meses por una sensación de alivio y esperanza celebrada por la opinión pública a ambos lados del paralelo 38.

El encuentro entre ambas delegaciones -el primero desde diciembre de 2015- celebrado en una localidad de la zona desmilitarizada, se ha centrado en la participación de Corea del Norte en los JJOO de invierno de PyeongChang, pero buscará incidir en el problema de fondo: mejorar las relaciones bilaterales.

El acercamiento partió del tradicional discurso de Año Nuevo pronunciado por Kim Jong-un , en el que expresaba en un tono conciliador con Seúl el deseo de que sus atletas participaran en la cita olímpica. El gobierno de Moon Jae-in -que en todo momento ha llevado una línea de apacigüameniento muy alejada del cruce de bravatas entre Pyongyang y Washington- cogió rápidamente el guante y propuso al Norte celebrar una reunión bilateral el 9 de enero. Los norcoreanos aceptaron en pocas horas la invitación y reabrieron su canal de comunicación fronterizo, en suspenso desde hace dos años. La trascendencia de la reunión ha hecho que Seúl insista en retrasar las maniobras militares anuales que Corea del Sur y EEUU iban a realizar en las mismas fechas que los JJOO, ejercicios que siempre tensan enormemente las relaciones con el Norte.«Que las dos Coreas hayan empezado a hablar sin el plácet de Washington es todo un signo de que los sucesos de la Península tienen a escaparse del control atlántico»

Mientras la ONU y las cancillerías de todo el mundo han celebrado los gestos de distensión, la actitud de Washington ante el sorpresivo anuncio de diálogo ha sido fría, por no decir abiertamente hostil a la apertura de negociaciones, y no se ha movido ni un ápice de su habitual retórica contra Corea del Norte.

La Casa Blanca y la Casa Azul (palacio de gobierno de Seúl) han mantenido políticas cada vez más disonantes ante Corea del Norte, conforme se ha desarrollado el insoportable clima de tensión belicista entre Pyongyang y Washington, siempre acompañado por las provocaciones verbales de Kim Jong-un y de Donald Trump. Una espiral que ha servido a EEUU como una más que útil justificación para incrementar su presencia militar en torno a la península y en todo el área del Asia-Pacífico, rodeando a su gran rival geoestratégico: China.

La administración Trump no puede impedir la apertura inicial del dialogo entre el Norte y el Sur mientras se centre en cuestiones Olímpicas, pero tiene una notable capacidad -politica y militar- para condicionar y crispar el marco de las conversaciones. Sin embargo, el hecho de que las dos Coreas hayan empezado a hablar sin el plácet de Washington es todo un signo de que los sucesos de la Península tienen vida propia, y tienden a escaparse del control atlántico.

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