El Gobierno prosigue la venta de Bankia al capital extranjero

El gobierno de Rajoy acelera la privatización de Bankia, rescatada en 2012 con 23.500 millones de dinero público y vendida ahora a precio de saldo al capital extranjero. Ha vendido ahora un 7% de su participación en Bankia, y planea privatizarla por completo antes de 2019.

Se renuncia así a dotarse de una banca pública: un potente instrumento financiero para reindustrializar España o para conceder créditos blandos a pymes y familias.

Bankia, heredera de Caja Madrid y hasta su intervención, la cuarta entidad financiera de España fue rescatada con dinero público en mayo de 2012. La factura para el bolsillo de los españoles costó (oficialmente) 23.500 millones, tanto como los recortes combinados de la sanidad y la educación hasta ese momento. Pero seguramente no es todo: posteriormente los peritos del Banco de España desvelaron que la cifra había sido mucho mayor, 46.000 millones (contando con los activos tóxicos transpasados al FROB).

Sea como fuere, con el rescate Bankia fue nacionalizada. En ese momento Rajoy y De Guindos no dejaron de repetir que su rescate no costaría «ni un euro al contribuyente», y que el Estado recuperaría el dinero invertido en rescatar y sanear Bankia junto a Banco Mare Nostrum (BMN), otra entidad rescatada con 1.645 millones públicos, con quien la fusionaron para poder privatizarlas.

La troika ordena, Moncloa obedece.

Bankia está siendo entregada -en “fascículos”- al capital extranjero, en un proceso donde De Guindos actúa de matarife, pero que sigue estrictamente el guión marcado por el FMI o el BCE en los memorándums firmados tras el rescate bancario, que dan de plazo hasta 2019 para que la entidad sea privatizada en su totalidad. Las prisas de la troika actúan a la baja del valor de la operación: todo el mundo sabe que si el comprador sabe que el propietario tiene premura por vender, le arrancará un precio menor.

Así ha ocurrido en esta ocasión. Empujado por las prisas, el Estado dio orden para vender el 7% de las acciones de Bankia en los mercados internacionales. La colocación acelerada hizo que el paquete de acciones fuera comprado por solo 818,3 millones de euros, un precio rebajado un 2,64% a su precio de mercado. Los beneficiados compradores son un conjunto de fondos de inversión, fondos de pensiones y aseguradoras internacionales, principalmente inversores de Reino Unido (un 43%) y de EEUU (40%). Otro importante comprador en esta operación ha sido el fondo soberano de Noruega (Norges Bank). En otras ocasiones, han sido fondos buitre de Wall Street -como Starwood- los que se han hecho con jugosas partes de la cartera de negocios de Bankia.

Un fiasco más doloroso aún si tenemos en cuenta que los títulos de la entidad han llegado a cotizar a 6 euros/acción y que desde el 21 de noviembre pasado, Bankia había subido un 10,21% en Bolsa. En febrero de 2014, la venta de un volumen de acciones casi igual (7,5%) obtuvo 1.304 millones de euros. Tomando como referencia esta operación, hemos perdido en esta venta en torno a 200 millones de euros, gracias a las maniobras especulativas y a las prisas de la troika.

Tras esta venta, el Estado todavía posee el 60,63% del banco, pero los plazos impuestos por el FMI y el BCE siguen marcando el paso a ritmo de metrónomo. El gobierno de Rajoy prepara la venta de hasta otro 20% de su participación en el banco a partir de febrero. Con esa venta, perderá el control de la mitad de Bankia. Una entidad que después de saneada ha generado 3.100 millones de beneficios entre 2013 y 2016, y que este año podría cerrar dando más de 1.000 millones de dividendos. Una fuente de beneficios para las arcas públicas, malvendida al capital extranjero.

De seguir esta proporción entre acciones y su valor de venta, por el 60% restante que aún está en manos públicas, el Estado obtendría como máximo 10.990 millones de euros. Es decir: están proyectando que una vez Bankia sea privatizada del todo, los españoles perdamos -siendo optimistas- 9.900 millones de euros del montante total del rescate de la entidad. Dinero salido de nuestros impuestos que nunca volverá. Es un saqueo planificado.

¿Y por qué no Bankia-BMN como embrión de una Banca Pública?

La privatización apresurada -e inevitablemente desventajosa- de Bankia los grandes fondos de inversión del mundo entero no solo significa un gigantesco trasvase de la riqueza nacional a las cuentas de beneficios del capital extranjero. También significa cerrar la puerta a dotarnos de una banca pública, renunciando a dotarnos de un fornido brazo financiero para la redistribución de la riqueza.

Bankia y BMN suman una enorme cantidad de capital, aproximadamente 130.000 millones de euros en depósitos y 244.100 millones en activos. Bankia (fruto en su día de la fusión entre CajaMadrid, Bancaja y cinco cajas menores) posee activos valorados en 203.500 millones, mientras que BMN (fruto a su vez de la unión de Caja Murcia, Caja Granada y Sa Nostra) llega a los 40.600 millones.

El rescate de ambas entidades ha costado más de 25.000 millones a todos los españoles. Han convertido su ‘default’ en deuda pública que todos los españoles pagamos a los acreedores, con intereses. Pero las hemos comprado; son nuestras, son de los ciudadanos, aún lo son. Ambas entidades financieras son -sobre el papel- propiedad pública: el Estado, a través del FROB, controla todavía el 60% del capital de ambas.

El Estado puede decidir venderlas, sabiendo que jamás recuperará sustancialmente lo que abonó por su rescate. O puede decidir quedárselas para construir una potente banca pública al servicio de las políticas para el 90%.

Crear una gran banca pública -cogiendo como núcleo aglutinante a Bankia/BMN- significaría disponer de un potentísimo brazo financiero público, cuyos recursos no sólo se pueden dirigir hacia las necesidades del país, sino que además obligaría al resto del sector financiero a seguir su senda.

Por ejemplo: si un gran banco público, que como los demás bancos, puede recibir dinero del Banco Central Europeo al 0% de intereses concediera créditos blandos a pymes para invertir o a familias para consumir al 1,5% -obteniendo aún así margen de ganancia- el resto de la banca privada necesariamente tendría que rebajar los tipos de interés al que presta a sus clientes. De lo contrario los perdería rápidamente.

Una banca pública con Bankia y BMN como matriz podría servir para reactivar el crédito destinado a la inversión y el consumo, para invertir en industrias y sectores estratégicos de la economía que acaben con la dependencia del ladrillo y el turismo, para multiplicar la inversión en I+D+i y modernizar el conjunto del tejido productivo, para crear millones de puestos de trabajo productivos y de utilidad social.

Una banca pública con una orientación de este tipo podría convertirse en una herramienta financiera de primer orden no sólo para reducir rápida y masivamente el paro, sino para crear empleos productivos sostenibles y de calidad, vinculados a la I+D y a la industria de alto valor añadido.

¿Por qué, entonces, hemos de regalar nuestros bancos? ¿Por qué hemos de privatizar a precio de saldo lo que tantos sacrificios costó rescatar con dinero público? Acaso los grandes capitales -los del Ibex35 o los de Wall Street, Francfort o la City- no quieren ni que contemplemos siquiera la alternativa de que Bankia y BMN se queden en nuestras manos, para cumplir otro papel.

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