La postura de las grandes potencias respecto a la DUI

Washington y Berlín respaldan a España… ¿a qué precio?

La respuesta de Estados Unidos y de la Unión Europea -los dos centros de poder internacional decisivos en nuestro país- a la DUI ha sido de apoyo explícito al gobierno de Rajoy y a la Constitución española, y han dado la espalda sin matices a la ‘República Catalana’. Todos los grandes países del mundo han cerrado filas con España, pero… ¿a qué coste?. El problema catalán va a seguir siendo una herida abierta y un importantísimo elemento de intervención imperialista sobre España.

Quienes afirman que el rechazo de las instituciones internacionales a la DUI es un infalible dique de contención frente a los intentos de ruptura de nuestro país, se confunden o -peor aún- buscan confundirnos y desarmarnos. Pretenden que confiemos nuestra tranquilidad a nuestros más íntimos enemigos. Porque si bien es cierto que la práctica totalidad de la comunidad internacional ha dado la espalda a la ‘República Catalana’, el «apoyo» a España de las grandes potencias no va a ser gratis. Va a ser cobrado en forma de una mayor encuadramiento y saqueo -por parte de las grandes potencias- sobre nuestro país. Aunque en este momento crítico, ningún centro de poder mundial está interesado en la desmembración de España, tampoco están interesados en que se cierre del todo una «herida» separatista que se ha transformado en un poderoso y útil mecanismo de injerencia e intervención en los asuntos de España.

Sobre el papel, todos con España…

Las reacciones internacionales a la Declaración Unilateral de Independencia han sido inmediatas, y en la mayoría de los casos, contundentes. Washington no tardó en emitir un comunicado apoyando la unidad de España. «EEUU disfruta de una gran amistad y una asociación perdurable con España, aliado nuestro en la OTAN. Nuestros dos países cooperan estrechamente para avanzar en nuestra seguridad compartida y prioridades económicas. Catalunya es una parte integral de España, y EEUU apoya las medidas constitucionales del Gobierno español para mantener a España fuerte y unida», dijo Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado de EEUU. Poco después una portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, afirmó que «reiteramos nuestro apoyo a una España unida».

La respuesta de la UE, en boca del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, también fue inmediata: «para la UE nada ha cambiado. España sigue siendo nuestro único interlocutor”, dijo a los pocos minutos de la DUI. En el mismo sentido, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declaró que «hay que evitar las fisuras, porque ya hay suficientes. No necesitamos otras fracturas». Todavía más explícita fue la canciller alemana Angela Merkel, declarando que «el Gobierno federal alemán no reconoce la declaración unilateral del Parlamento regional de Catalunya» y reiterando su apoyo a Rajoy. Con similares palabras se han expresado las más altas fuentes oficiales de Francia, Reino Unido, Italia, Portugal…

La posición oficial rusa -de cara a la galería, porque sus actos subterráneos han ido en otra dirección- es que Moscú sigue apoyando la integridad territorial de España y no tiene intención alguna de reconocer la DUI. «Se trata de un asunto interno español», ha dicho la portavoz de exteriores del Kremlin.

Junto a éstas, una ola de adhesiones a España -algunas matizando sus deseos de que la crisis política se encauce mediante el diálogo, pero en ningún caso dando pie a ningún matiz que pudiera entenderse como un guiño a la DUI- han llegado de decenas de países de Europa, América Latina, Asia o Africa, así como de instituciones internacionales como la ONU o la OTAN. Entre ellas es contundente la respuesta de China, que ha apoyado el «esfuerzo» del Gobierno de España por mantener «la integridad de su territorio», se ha mostrado en contra de cualquier comportamiento separatista.

Sin embargo, hay algunos silencios internacionales, y algunos son muy ruidosos. Israel -cuyo presidente viajará a España esta semana- ha evitado pronunciarse hasta ahora sobre la independencia catalana. “No comment”, se han limitado a decir los políticos israelíes y a los portavoces oficiales preguntados por el tema. Los vínculos entre los artífices del procés -tanto de CiU como de ERC- con importantes núcleos de poder israelí son de sobra conocidos.

La herida de la unidad, una oportuna herramienta de intervención.

De todas estas respuestas, las más decisivas son las de Washington y las de los países de la UE, en especial la de Alemania. Pero aunque sea la postura que han tomado en este momento es de apoyo a la unidad de España, debemos preguntarnos cual va a ser el precio. Porque las grandes potencias no tienen aliados, solo intereses de dominio. Y actúan, no en función de la legalidad sino de lo que le conviene en cada momento.

Hasta la reciente visita de Rajoy a Washington en los días previos al referéndum del 1-O, la Casa Blanca había cultivado una calculada tibieza en sus declaraciones de apoyo a España ante el problema separatista. El encuentro de Rajoy con Donald Trump en la Casa Blanca, de la que salió un claro compromiso del presidente norteamericano con su «aliado español» y con la unidad de nuestro país, estuvo precedida de la visita de la Ministra de Defensa, Maria Dolores de Cospedal, y su encuentro con el secretario de Defensa James Mattis. Sobre la mesa, la exigencia norteamericana de que España duplique su gasto militar hasta el 2% de su PIB (ahora mismo es del 0,9%), destinando unos 10.000 millones de euros más cada año a la compra de armamento, principalmente a los monopolios del complejo militar-industrial del Pentágono. O la «petición» de que España vuelva a enviar tropas a Afganistán, o que refuerce su papel de «punta de lanza» en las misiones de la OTAN.

Y tras la estela militar ¿una mayor penetración de los capitales de Wall Street en las arterias económicas de nuestro país?. Aún es pronto para saberlo, pero sabemos que el hegemonismo norteamericano ha encontrado en «el problema catalán» un poderoso ariete de intervención sobre España, una herida que conviene abrir o cerrar según los intereses del Imperio, según la oligarquía española se pliegue a sus designios o se resista a pagar tributos.

Y también, en menor medida, las resabiadas burguesías monopolista europeas, en especial la germana y su agresivo sector bávaro -representado políticamente por la CSU, el partido «hermano» al de Merkel- que no vaciló en utilizar hace una década el nacionalismo étnico como herramienta de intervención sobre nuestro país, promoviendo una «Bundestelaraña» de partidos nacionalistas y etnicistas por toda Europa. De momento el proyecto de la «Europa de los Pueblos» aguarda tiempos mejores. Ahora mismo a Berlín y a las grandes potencias europeas -ya afectadas por bastantes turbulencias, como el Brexit o el auge de la extrema derecha eurófoba- no les conviene que el secesionismo catalán se “contagie” pero… ¿y en el futuro?. Tampoco a ellos les conviene que la llaga de la fractura de España deje de existir… del todo.

Quienes afirman que el rechazo de las potencias mundiales a la DUI es un infalible dique de contención frente a los intentos de ruptura de nuestro país, se confunden o -peor aún- buscan confundirnos y desarmarnos. Pretenden que busquemos amparo de quienes son los principales -aunque ocultos- valedores de los ataques contra la unidad.

Porque si bien es cierto que la práctica totalidad de la comunidad internacional ha dado la espalda a la ‘República Catalana’, el «apoyo» a España de las grandes potencias no va a ser gratis. Va a ser cobrado en forma de una mayor encuadramiento y saqueo -por parte de las grandes potencias- sobre nuestro país. Aunque en este momento crítico, ningún centro de poder mundial está interesado en la desmembración de España, tampoco están interesados en que se cierre del todo una «herida» separatista que se ha transformado en un poderoso y útil mecanismo de injerencia e intervención en los asuntos de España.

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