Macron calienta la protesta de Francia

Macron ha echado gasolina al fuego del descontento anunciando la reducción de 120.000 funcionarios, la congelación salarial y endureciendo las condiciones para las bajas por enfermedad

La política económica y social del gobierno Macron -que incluye una nueva reforma laboral, bajada de impuestos a monopolios y grandes fortunas, y severos recortes en gasto público- han logrado que centenares de miles de funcionarios secundaran una jornada de Huelga contra la degradación de la función pública, y que por primera vez en diez años, todos los sindicatos del sector se unan contra el Gobierno.

Macron ha conseguido algo que en Francia se consideraba poco menos que un milagro: la reconstitución de la unidad sindical. Por primera vez en diez años, todas las centrales -desde la combativa CGT, hasta la moderada CFDT, pasando por Fuerza Obrera (FO)- convocaron, apoyaron y asistieron a una potente jornada de Huelga General para el sector público, que en Francia reúne a 5,4 millones de trabajadores.

Las primeras manifestaciones contra sus políticas -impuestas a través del procedimiento de las ‘ordenanzas’, que se saltan el debate parlamentario, han provocado un rechazo del 65% entre la sociedad francesa, siete puntos más que hace un mes. Pero en las primeras marchas, convocadas por CGT y la izquierda de la Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchón, no fueron secundadas por la FO ni la CFDT. Ahora sí lo han hecho.

El malestar entre los funcionarios por las políticas de recortes viene de lejos. En la última década han perdido un notable poder adquisitivo, y los gobiernos de Sarkozy y Hollande han impuesto una importante reducción del número de trabajadores públicos, fundamentalmente por la vía de no reemplazar a los jubilados. Esto se ha dejado sentir -especialmente en Sanidad y Educación- en una degradación de las condiciones de vida y trabajo de los funcionarios, así como en una merma de la calidad de servicio. «Basta con conversar con cualquier funcionario del sistema hospitalario o enseñante del sistema de la educación nacional. Siempre la misma descripción: profesionales agotados, centros en estrés y frustración, mucha frustración, sobre todo entre los funcionarios veteranos que tienen una perspectiva biográfica de la lenta degradación», narra Rafael Poch para La Vanguardia.

Macron ha echado gasolina al fuego del descontento anunciando la reducción -por la vía de la no renovación de puestos de jubilados- de otros 120.000 funcionarios, reforzando la congelación salarial, y sobretodo endureciendo las condiciones para cobrar las bajas por enfermedad. Esto último ha dolido especialmente, pues no sólo tiene que ver con la situación de sobretrabajo al que el gobierno somete al funcionariado, sino con la imagen del funcionario «absentista, privilegiado y perezoso» que se abona desde la derecha política y mediática para justificar los recortes.

Emmanuel Macron sabe lo que es echar un pulso al movimiento sindical, él mismo fue uno de los artífices de la reforma laboral de Hollande que recibió una gigantesca respuesta social en 2016. Pero -al más puro estilo Maria Antonieta- parece disfrutar haciendo enfurecer a la calle. Tras acusar de «vagos» a los manifestantes de septiembre, y encontrarse con una manifestación de obreros en su visita al al departamento de Corrèze -que fueron gaseados por los antidisturbios- declaró: “En lugar de armar follón, algunos harían mejor buscando trabajo”.

No pocos periodistas han señalado que ahora comienza un otoño caliente, y algunos auguran un gobierno macronista fogueado en los siguientes años por una intensa lucha social. El enarca parece firme y dispuesto a no ceder, pero todos deberían recordar con qué fuerza empezó el gobierno de Hollande… y la sima en la que se ha hundido el partido socialista galo, fruto de las recetas de gente como Macron.

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