El hundimiento de La Naval

La dirección de la empresa de La Naval de Sestao ha convocado un concurso de acreedores para el próximo 7 de octubre. Poniendo con ello en peligro la supervivencia de un astillero con más de un siglo de historia.

Inaugurada en 1916, la Naval de Sestao ha sido el astillero más importante del País Vasco durante todo el siglo XX. Ahora mismo tiene empleados una plantilla fija de 215 trabajadores y 1.600 subcontratados. Está actualmente operativa, llevando a cabo la construcción de cuatro buques: el ferry para Baleária, propulsado con gas natural licuado y con capacidad para 1.600 pasajeros, dos dragas de succión para la compañía Van Oord Ship Management y un cablero para Tideway.

Hasta 2005, se encontraba dentro de Izar, un emporio de construcción naval de propiedad pública que el gobierno de Zapatero dividió, reservándose para el estado los astilleros dedicados a la construcción de buques militares, lo que se conoce actualmente como Navantia, y poniendo a la venta para el capital privado los astilleros civiles como el de las Navas de Sestao. Al año siguiente fue comprada por la sociedad Construcciones Navales del Norte (CNN) y en la actualidad son accionistas mayoritarios la empresa de ingeniería eléctrica Ingeteam y Astilleros Murueta.

La dirección de la empresa justifica el concurso de acreedores en la deuda de 150 millones de euros, tras acumular dos años de pérdidas por valor de 80 millones en 2015 y 2016. Sin embargo, las razones de las pérdidas no se deben a la ausencia de trabajo (los cuatro buques en construcción lo demuestran) sino a la mala gestión del propio astillero, según los sindicatos mayoritarios, que además sospechan de que haya algo más detrás. “No sabemos si la mala gestión de los astilleros es real o se ha hecho a propósito”, expresa Txema Belón, delegado de UGT en La Naval. En caso de llevarse a cabo el concurso de acreedores, cualquiera podría hacerse con el astillero, sea capital nacional o extranjero, y tener el control total del mismo o dejarlo cerrar para siempre.

Las consecuencias del cierre serían terribles para los trabajadores. Los sindicatos tienen un pacto con Navantia, firmado tras la privatización de la Naval, por la cual en caso de que ésta acabase en quiebra, Navantia debería acoger a los trabajadores fijos. Pero en caso de que los sindicatos pudieran obligar a Navantia a cumplir con lo pactado, no sólo los trabajadores fijos de La Naval de Sestao se verían obligados a desplazarse a Ferrol, Cádiz o Cartagena, sino que se dejaría fuera a todos los trabajadores subcontratados y se dañaría de muerte a todas las PYMES que desarrollan su labor para los astilleros.

También serían terribles las consecuencias para la propia Sestao, población de 28.000 habitantes que vive en gran parte de los Astilleros. Así lo expresa su propio alcalde, Josu Bergara (PNV) “si en unos cuantos meses cerrase (La Naval), sería una hecatombe para Sestao. Hablamos de muchos vecinos, no sólo el empleo directo e indirecto, también los impuestos. Para un Ayuntamiento como el nuestro sería un drama. Repercutiría también en el consumo.”

Salvar el barco o venderlo otra vez

Los principales sindicatos, CCOO y UGT exigen tanto al gobierno central como al gobierno vasco para que intervengan con la finalidad de salvar a los astilleros, a los que consideran “responsables político-empresariales”, como así los define un comunicado de CCOO.

La respuesta por parte del gobierno sólo plantea un único camino. En un pleno del Congreso de septiembre, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, se ha comprometido a buscar la “mejor solución privada” para de La Naval de Sestao, dejando bien a las claras que no se plantea desde el gobierno central otra alternativa más que la nueva venta del astillero.

Mientras tanto, el lehendakari Íñigo Urkullu, se mueve en la equidistancia. Unos días plantea que buscará alternativas para que no caiga en quiebra pero que no inyectará dinero público ni intervendrá económicamente a La Naval. Y otro día va y abre la posibilidad de que el gobierno vasco “tome una pequeña participación” del astillero, aunque no antes del 7 de octubre, cuando entre en el concurso de acreedores.

Ni el gobierno central ni el autonómico parecen plantearse la nacionalización y reflote de La Naval de Sestao. Y esta es la verdadera solución. No sólo está en juego los casi 2.000 puestos de trabajo, PYMES y empresas auxiliares que dependen del astillero o todo el pueblo de Sestao. Sino que también está en juego qué modelo productivo se apuesta en nuestro país. Un modelo productivo que apueste por la reindustrialización, la creación de empresas competitivas que generen riqueza de alto valor añadido (como es un astillero) o seguir apostando por un modelo económico basado en la precariedad y en seguir a remolque de los dictados del capital extranjero.

La Naval de Sestao ya se vendió una vez. Y ya hemos visto sus consecuencias. No se debe cometer el mismo error. Aún se está a tiempo.

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