Los Ángeles, nuevo disco de Rosalía y Refree

El duende está buscando traje nuevo

Los Ángeles (Universal), el nuevo disco de Rosalía y Refree como botón de muestra de la nueva generación de artistas que están volviendo, otra vez, el flamenco del revés.

El flamenco es desde hace mucho reconocido a nivel internacional como uno de los patrimonios culturales más importantes de nuestro país. Pasó de las oscuras tabernas andaluzas a las colecciones de discos de los jóvenes intelectuales de los setenta, para llegar al público masivo y fundirse en la cultura popular más mayoritaria.

Nuestros artistas más destacados han recorrido el mundo varias veces y actuado en los más importantes teatros. La generación que lo cambió todo, los Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente, se han ido, dejando una huella amplia, profundísima, un camino que muchos otros van recorriendo tratando de encontrar su forma particular de hacerlo, en un arte que no admite medias tintas. En su vertiente más comercial, es parte integrante de nuestra última revolución pop, desde Ketama a la Niña Pastori, Alejandro Sanz, David Bisbal, Manuel Carrasco… Flamencos de pro como Lolita, José Mercé o Antonio Carmona se pasean por los shows televisivos de moda, y la fusión que empezaron Paco, Kiko Veneno, los Amador, ha dado mil vueltas por América Latina, y no tiene límites en su cocina con todo el acervo musical hispanoamericano.

Pero partiendo de celebrar toda esta historia de inmensa expansión, hay que decir que, con tanto fasto y tanta pompa, quizás estemos emborrachándonos, y habrá que recordar a nuestro poeta más universal, el hombre que mejor comprendió este arte, Federico García Lorca, y preguntarnos dónde está el duende. En sus conferencias nos alertaba del peligro que entraña la banalización del flamenco, del abuso de sus formas, limando sus aristas más afiladas, su peso milenario, para convertirlo en un producto más vendible, más asimilable, pero sin capacidad de duende. Aunque hay que ir a sus textos, nos baste por ahora como introducción para orientarnos en la búsqueda de ese arte grande que quiere conocer la muerte, los orígenes, que se deja llevar por viejas voces imperiosas.«Recupera los ecos más antiguos a la vez que los viste con una modernidad descaradamente honesta, sin pedantería.»

Es muy interesante poner ese cristal en la lupa para observar el panorama flamenco actual. Saltan a nuestra vista algunas flores raras y bellísimas, con una savia nueva inconfundible. Como Rosalía Vila (1993, Sant Esteve Sesrovires), cantaora jovencísima pero con más de diez años en las tablas, que ha roto todos los moldes con su nuevo disco Los Ángeles. Cantando en su recorrido con acompañantes de la talla de Chicuelo o Alfredo Lagos, con menos de 20 años de edad, esta chica de la generación millenial no tiene límites estéticos y juega a una imagen muy urbana y cercana al trap. Mostrando a la vez unos rasgos de independencia artística radical, con mezclas sorprendentes. Capaz de erizar el vello a miles de personas con la Aurora de Nueva York de Morente y de colaborar con C.Tangana, nueva estrella emergente del trap. Pero hay que oírla cantar. Cuando suena con formas delicadas, resuenan unas texturas y ecos a Pepe Marchena, a esos dibujos melódicos tan libres de Pastora Pavón, ese estaño fundido del que hablaba Federico. Cuando desgarra la voz, parte el cielo en dos mitades, como decían de Camarón.

El disco es un relato sencillo, crudo, cargado de simbolismo, de sonido herrumbroso y puro. Un nuevo puñetazo encima de la mesa del flamenco. Otra de esas obras que cabrea a los puristas (apodados humorísticamente como flamencólicos), y que sin duda al maestro Enrique Morente le hubiera gustado mucho. A dúo con el productor y guitarrista Raül Refree, pieza determinante de todo un plantel de outsiders flamencos entre los que están Rocío Márquez o el Niño de Elche a los que también ha producido. Su estilo es áspero, minimalista, extremadamente anticonvencional, provocador por naturaleza, y ya le ha forjado numerosos detractores. Pero esa sencillez no está nada exenta de audacia musical, y el acompañamiento que ofrece a Rosalía, más cercano a las texturas del flamenco primitivo que al ya sobeteado y meloso virtuosismo actual, le ofrece a su voz una libertad y un juego tan auténtico que recupera los ecos más antiguos a la vez que los viste con una modernidad descaradamente honesta, sin pedantería.«Cuando desgarra la voz, parte el cielo en dos mitades, como decían de Camarón.»

Y es que Raül Refree, que empezó como guitarrista en el mundo del punk, el hardcore y demás estilos postrockeros, es parte contratante de estas nuevas propuestas del flamenco más heterodoxo desde que produjo granada (Universal) con otra cantante pletórica en la actualidad, Silvia Pérez Cruz. Otro indispensable disco que no reseñaremos aquí por razones de espacio pero altamente recomendable. Anteriormente ya se fijó en él también Kiko Veneno, para producirle Sensación Térmica en 2013. Desde luego no podemos olvidar que Kiko es el pionero de los outsiders, y el que le puso a Camarón los versos de Lorca en los arreglos para La Leyenda del Tiempo. El mismo Refree cuenta que fue el gran Pepe Habichuela, guitarrista de Enrique Morente, quien le enseñó ciertas posturas y le animó a mostrar esa forma tan rara de tocar flamenco.

Y es que podemos observar en todos estos artistas como los une una voluntad de transgresión, de búsqueda continua de los límites, una exploración hacia lo más primitivo para recrearlo con un punto de vista de hoy, muy alejado de los caminos estereotipados que marcan los grandes medios de comunicación. En próximas entregas seguiremos explorando el panorama musical actual en busca de otras flores tan frescas como los citados Rocío Márquez o el Niño de Elche, que comparten escenario en los actuales festivales de afluencia juvenil masiva y más dedicados a las músicas modernas, el Primavera Sound, el FIB, o el Sónar, acercando el complejo mundo flamenco a gentes en apariencia muy alejados en gustos, como ya hicieron los Camarón, Paco de Lucía y sobretodo Enrique Morente con el Omega.

A Lorca seguro que le encantaría que todos estos jóvenes artistas sigan intentando buscar esa verdad, ese duende que hay que despertar en las últimas habitaciones de la sangre…

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