Mélenchon agita Francia

Cuando todo el pescado parecía vendido, y la Francia republicana, europeísta y burguesa se avenía a llevar al «independiente» Macron a una segunda vuelta victoriosa sobre el lepenismo, de golpe la turbulenta situación económica y política de Francia, y el brutal descontento social, han hecho irrupción en la campaña, por el sitio más inesperado, poniendo en grave riesgo toda la operación de Estado para conjurar a Le Pen.

Desde la eliminación de Hollande a la neutralización de Fillon o el viraje socialista a «la izquierda», todo parecía programado para dejar en el centro del escenario a un Macron «centrista» y menos quemado, en quien se depositaba la esperanza virtuosa de que fuera capaz de aglutinar votos de izquierda, centro y derecha en el momento decisivo de frenar la carrera del lepenismo hacia el Eliseo, y la subsiguiente «voladura» de Europa.

Todo parecía claro y exitoso hasta que el «descontento» francés ha aupado a última hora a un candidato inesperado, y desde el lugar menos esperado: la izquierda radical. Cinco años después de fracasar en su primer asalto al Elíseo por el Frente de Izquierda, Mélenchon, de 65 años, exsenador socialista, ministro en el gobierno de Lionel Jospin y actual eurodiputado, ha sabido en las tres últimas semanas capitalizar el gigantesco desencanto francés hasta llegar a convertirse en un candidato que podría, incluso, alcanzar la segunda vuelta.

La campaña de Mélenchon es simple y directa. Ha llegado el momento, dice, de convocar una asamblea constituyente y crear una nueva Francia que acabe con la “monarquía presidencial” de la V república. Es el momento de ponerse firmes ante una Europa que ya no se preocupa por los ciudadanos, y de renegociar sus tratados bajo la amenaza de abandonar la UE si esta no cambia. “Madame Merkel es la canciller de Alemania, no de Europa”, repite Mélenchon, quien ha rechazado viajar a Berlín como sí hicieron tres de sus rivales, el centrista Macron, el socialista Hamon y el conservador Fillon, “para entrenarse a decir sí”. Él prefiere entenderse y dialogar con sus “amigos” de Podemos, de Die Linke o los Verdes. “Porque no me dirijo a la misma Europa, a esa que solo acepta un único prototipo de política, la de decir sí”, afirma. Para Mélenchon ha llegado el momento de que «el poder vuelva a estar en manos del pueblo». Por eso, resume, su proyecto es el “del pueblo frente a la oligarquía”.

Con tal actitud y programa, en menos de un mes, Melenchon ha conseguido que el juego cambie. Ahora mismo, cuatro candidatos: La Pen, Macron, Fillon y Mélenchon rondan cada uno entre el 20 y el 25% de cara a la primera vuelta. Mélenchon ha conseguido ya evitar que Le Pen sea la candidata exclusiva del desencanto francés. Ahora un candidato de izquierdas compite con fuerza por capitalizar ese desencanto. El problema es que ese empuje podría hacer saltar todo por los aires. En París ya se especula qué ocurriría si a la segunda vuelta llegaran Le Pen y Mélenchon. ¿Qué haría en ese momento la burguesía gala? Todas las alarmas han vuelto a encenderse a escasos días de la primera vuelta, cuando un 35% de la población aún no sabe qué votará el 25 de abril.

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