Refundados y condenados

Desaparece Unió Democràtica de Catalunya tras 85 años de historia. Para comprender la debacle de Unió debemos mirar al proceso de refundación que sufrió en la Transición.

Con una deuda de 22,5 millones de euros y aislada electoralmente, Unió Democrática de Catalunya (UDC) desaparece. Su liquidación no puede explicarse por su negativa a aceptar el independentismo de Convergència, pues el partido de Pujol y Artur Mas también se ha hundido. En un artículo de despedida Duran i Lleida reconocía la conexión alemana valorando que: “la vinculación con la fundación Adenauer, ligada al CDU de Angela Merkel, resulta un valor añadido.” ¿O quizás es la mejor explicación de su liquidación?

Unió Democràtica de Catalunya se fundó en 1931 en torno a un manifiesto publicado en el periódico El Matí. Se basaban en la nueva Doctrina Social de la Iglesia, un programa para ganarse a una clase obrera encuadrada en el socialismo y el comunismo. De hecho UDC fue impulsor del sindicato Unió de Treballadors Cristians de Catalunya. Los pilares de su línea fundacional fueron: los principios cristianos, autogobierno para Cataluña pero formando parte de España, y la mejora de las condiciones de vida del proletariado y los campesinos. En el citado Manifiesto afirmaron:(…) Exigimos para Catalunya el reconocimiento de su personalidad nacional, en una autonomía plena dentro de una Confederación Ibèrica libremente pactada… Y continúan declarando su rechazo a la explotación del hombre por el hombre, (…) criticamos todo derecho basado en la fuerza y los privilegios individuales o de clase… No reconocemos la actual organización social ni justa ni cristiana… procurando enmendarlo con la defensa de los derechos del proletariado, de su independencia, dignidad y libertad. Y, sin traducción se entiende: Propugnem el salario vital, la participació en els beneficis; y la coparticipació harmònica en la producció i repartiment de la riquesa.

Iban en serio

UDC, y sus dirigentes se mantuvieron fieles a esos principios: en 1934 no apoyaron la declaración de Independencia de Lluís Companys, pero sin renunciar a su petición de autonomía. Como ya había afirmado su diputado Carrasco i Formiguera en el Congreso durante la discusión del Estatuto de 1932: «únicamente, señores diputados, si dais a Cataluña aquellas normas de gobierno propio que son indispensables para su vida, Cataluña podrá hacer su aportación a la obra general española». Y tras el golpe de 1936 continuaron al lado de la República. M.Carrasco Formiguera fue fusilado por Franco como otros militantes. Joan Roca i Caball, integró el Comité para la Paz Cívica, intentando parar la guerra con la mediación del Vaticano. (Su yerno, Antón Canyellas, será uno de los máximos dirigentes de UDC, como veremos luego). Josep Maria Trias i Peitx se exilia y acaba dedicándose a obras asistenciales católicas para el Tercer Mundo. Maurici Serrahima, tomó parte en las redes de evasión de perseguidos por la alemania Nazi. Miquel Coll i Alentorn, tras el exilio fue presidente del Parlament de Catalunya y miembro de la Academia Española de la Historia…

De ninguna manera

En la Transición la trayectoria de Unió se quiebra. En 1978, Antón Canyellas era su presidente, cuando en el séptimo congreso fue expulsado del partido. Pretendía hacer de Unió el partido de centro democristiano en Cataluña, vinculado a la UCD de Adolfo Suárez. El expulsado Canyellas y 300 militantes fundaron un nuevo partido político, se integró con la federación catalana de la UCD de Adolfo Suárez y en coalición electoral consiguió en Cataluña 570.948 votos, y 12 diputados, por delante del PSUC, CiU, ERC…., demostrando que existía un espacio para un partido que representara a sectores de la burguesía catalana interesados en combinar la autonomía con un papel determinante dentro de España.

Pero eso no entraba en los planes que más allá de nuestras fronteras se trazaban para nuestro país: No debía impulsarse un partido que defendiera conjugar catalanismo y unidad de España. Desde la transición las fisuras nacionalistas han jugado y juegan el papel de ser una herida supurante sobre la que las potencias actúan aumentando la presión, o bien apoyando al gobierno central a cambio, claro está, de beneficios políticos y económicos. Desde aquel Congreso de refundación en 1978, Unió quedó vinculada a la Fundación alemana Konrad Adenauer, de la que recibiría dinero durante varios años. A los pocos meses Unió se subordinó a la Convergencia de Pujol, apoyó la entrada en la OTAN y desde entonces todas y cuantas medidas nos han impuesto desde fuera, como el saqueo actual a través de los recortes.

One thought on “Refundados y condenados”

  • Muy interesante el artículo. Interesante conocer como un partido evoluciona y se convierte en algo que originariamente parece que no era. No es el único ejemplo, claro está. Pero es más desconocido que por ejemplo el caso del PSOE o el PCE

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