Trump y el cuarto poder

El enfrentamiento de dos líneas en el seno de la clase dominante norteamericana, se encona cada día que pasa en la prensa

Apenas cuatro semanas después de la investidura del nuevo presidente, la lista de frentes políticos internos que se le abren a la Casa Blanca no para de ampliarse, encarándose con poderosos aparatos del Estado norteamericano, entre ellos amplios sectores de las agencias de inteligencia. La última y más amplificada expresión de este choque en el seno del poder de Washington es la dura pugna que Trump sostiene con los grandes medios de comunicación a quienes el presidente ha llamado “enemigos del pueblo estadounidense”.

El Estado es el conjunto de aparatos de dominación de una clase dominante. La honda fractura que divide en dos a la burguesía monopolista norteamericana acerca de qué linea deben seguir para contener su declive se expresa en cada rincón del edificio estatal. La línea derrotada (electoralmente) representada en las figuras de Obama y Clinton le disputa furibundamente cada palmo de terreno a la administración entrante.

Son distintos frentes de una misma contienda, diferentes expresiones de la enconada lucha en el seno de la clase dominante. Donald Trump, con sólo un mes en el cargo, acumula enfrentamientos con los altos tribunales -por el veto migratorio- con los servicios de inteligencia -por su giro de distensión hacia Rusia- y ahora protagoniza una más que agria pelea con los principales portavoces y aparatos de propaganda de la clase dominante norteamericana, con poderosos medios de comunicación que constituyen un pilar ideológico de poder hegemonista, los imperios monopolistas de la prensa que Orson Welles diseccionó en ‘Citizen Kane’.«La prensa, los organismos de inteligencia… La división en la cabeza de la superpotencia recorre cada aparato de poder, cada agencia gubernamental, cada pilar del Estado norteamericano»

Después de una pugilística rueda de prensa, en la que Trump se despachó a gusto contra los corresponsales de las cadenas -que tampoco se achantaron- el presidente escribió un incendiario tuit “Las noticias falsas de los medios decadentes (New York Times, NBC, ABC, CBS, CNN y otras muchas) no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo americano”. Hay que remontarse a la época de Nixon y al escándalo Watergate para encontrar un presidente que le declara la guerra de esta manera al ‘cuarto poder’..

Es un choque de poderes más que anunciado. Desde la llegada del presidente a la Casa Blanca, los ataques a la prensa son rutinarios, y Trump ha hecho un llamamiento expreso a los norteamericanos a que “no crean a los medios tradicionales”. Pero por otra parte los rotativos y cadenas norteamericanas -alineada mayoritariamente con la línea de gestión imperial representada por Obama, Hillary Clinton o incluso por los rivales republicanos de Trump- no han parado de criticar las decisiones de la Casa Blanca. Un golpe especialmente doloroso para la Casa Blanca fue la exclusiva del diario The Washington Post que obligó al general Michael Flynn -consejero de seguridad nacional- a dimitir tras revelarse que mintió acerca de una conversación con el embajador ruso en EEUU.

En esta guerra contra la prensa la explosiva boca de Trump actúa de cañon, pero las salvas envenenadas las carga su principal asesor e ideólogo Steve Bannon, ex-Goldman Sachs y cofundador de Breitbart, un portal de noticias referente de la ‘derecha alternativa’ ultrareaccionaria, racista y xenófoba. En enero, en una entrevista concedida al New York Times, Bannon la emprendió contra su entrevistador. «Los medios deberíais mantener la boca cerrada», le espetó. “Vosotros sois la oposición. No el Partido Demócrata. Sois el partido de la oposición. Los medios son la oposición”.

La actitud belicosa ante la prensa ha merecido la censura de importantes e influyentes sectores del partido republicano. El senador John McCain ha dicho que los “dictadores” empiezan reprimiendo a la prensa, y también ha criticado duramente el veto migratorio. Contra esta última prohibición también se han posicionado destacados congresistas como el senador Lindsey Graham, -uno de los republicanos más destacados del movimiento Never Trump que intentó impedir a toda costa su nominación como candidato presidencial- y también una decena de senadores conservadores.

Lejos de dar marcha atrás en su política migratoria, que ha recibido una firme oposición política y judicial desde las más altas instancias, Trump redobla sus esfuerzos para aprobar su veto migratorio, intentando lanzar un borrador que elimina los aspectos más “anticonstitucionales” pero manteniendo la esencia islamófoba. Además ha aprobado una ley que abre la puerta a las deportaciones masivas y a la caza de indocumentados. “Todos aquellos que violen las leyes de inmigración pueden ser sujetos a la expulsión de Estados Unidos”, establece la nueva directriz.

La lucha entre líneas en la cabeza del Imperio también se muestra en el enfrentamiento de Donald Trump contra una parte de las agencias de inteligencia. Si bien una parte de las mismas estuvieron implicadas en el caso de los correos de Hillary Clinton que dieron oxigeno al candidato republicano en el momento más difícil de la campaña, otra parte de la CIA y el FBI han declarado en sendos informes remitidos al Congreso y a la Casa Blanca, que Rusia trabajó “para ayudar a Trump a ser elegido».

«Rusia nunca ha tratado de utilizar su influencia sobre mí. ¡No tengo nada que ver con Rusia: ni negocios, ni prestamos, nada!», estalló Trump. «Las agencias de inteligencia nunca deberían de haber permitido que esta noticia se ‘filtrara’ al público. El último disparo ha sigo contra mí. ¿Es que vivimos en la Alemania nazi?», dijo el mes pasado. El director de la CIA saliente, John Brennan, reprochó al presidente estas declaraciones y le pidió que tenga cuidado cuando realice declaraciones públicas, lo que evidencia la tensión que existe entre buena parte del aparato de inteligencia y la actual Casa Blanca.

La prensa, los jueces, el establishment político, los organismos de inteligencia… La división en la cabeza de la superpotencia recorre cada aparato de poder, cada agencia gubernamental, cada pilar del Estado norteamericano. Y la batalla entre las dos líneas actúa como el hielo en la grieta, haciendo la fractura más y más profunda.

One thought on “Trump y el cuarto poder”

  • sargento arensivia el de la cia dice:

    «La prensa, los jueces, el establishment político, los organismos de inteligencia… La división en la cabeza de la superpotencia recorre cada aparato de poder, cada agencia gubernamental, cada pilar del Estado norteamericano. Y la batalla entre las dos líneas actúa como el hielo en la grieta, haciendo la fractura más y más profunda.».La total decadencia del Imperio….les que da poco

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