Argentina

Macri: año uno

Un año de ataques a las condiciones de vida y de trabajo del pueblo, de retroceso en las conquistas sociales y de mayor control del capital extranjero sobre la Argentina: este es el resumen del primer año del macrismo.

Un año después, la “revolución de la alegría”, que tanto prometió Macri en campaña, se ha transformado en una dura realidad social, económica y política, trufada de protestas -casi diarias- frente a la Casa Rosada y de multitudinarias huelgas y movilizaciones contra las políticas antipopulares del gobierno. Las conquistas sociales y las políticas redistributivas de una década de gobiernos Kirchner han sido implacablemente demolidas, una a una.

Argentina, la tercera economía de América Latina, se encuentra en recesión y en julio registró una caída de 5,9% en la actividad económica y su PIB bajó en un 0,5%. La inflación se ha disparado, golpeando duramente el bolsillo de las clases más desfavorecidas. Las primeras medidas de Macri -tarifazos, eliminación del cepo cambiarío, subida del IVA, y la supresión de las restricciones a algunas importaciones— han ubicado la inflación interanual en el 45%.

También la lacra del paro se ha agravado: del 5,9% de los últimos meses del kirchenrismo al 8,5% actual. Aunque no se conoce con exactitud una cifra de los despidos generados en el año, algunas fuentes aseguran que se han generado 300.000 nuevos desempleados este año. A ello ha contribuído de forma muy significativa la enorme ola de despidos en el sector público (unos 170.000) ejecutada sin contemplaciones por el gobierno Macri.

Pero sobretodo, los efectos del gobierno Macri castigan a las clases más humildes, agravando la situación de los millones de argentinos que viven bajo el umbral de la pobreza: el 32,2% de los argentinos (8,7 millones de personas) son pobres y el 6,3% (1,3 millones) vive incluso en la indigencia. En Buenos Aires, según los datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) y del Instituto de Economía Popular (IndEP), la pobreza aumentó un 13,5% en apenas cinco meses.

Aunque el año no ha ido mal para todos. El dólar se ha apreciado respecto al peso un 65%, y una amnistía fiscal ha permitido blanquear 40.000 millones de dólares de grandes fortunas. Las medidas favorables a los grandes capitales extranjeros -en especial a los fondos buitre de Wall Street- hacen que ellos sí puedan descorchar la botella de champán. Macri ha aceptado todas las demandas de los acreedores -JP Morgan, Deutsche, HSBC, UBS, Citibank y Santander- emitiendo títulos por valor de 17.000 millones de dólares para ello. Ha abierto de forma indiscriminada las importaciones de productos fabricados fuera del país, arruinando a la pequeña y mediana empresa, ya azotados por la recesión, y favoreciendo la concentración monopolista y la extranjerización. Ellos -el capital extranjero y las grandes familias oligárquicas de Argentina- sí saben lo que es la “revolución de la alegría”.

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