Polí­tica

Ongi etorri, Mr Trump

«Queremos trasladarle nuestra absoluta disposición a seguir cooperando y trabajando con el nuevo Gobierno de los Estados Unidos». La carta está firmada por la portavoz de la coalición abertzale EH Bildu en el Congreso de los Diputados, Marian Beitialarrangoitia. *

Recientemente Puigdemont pedía también ayuda al Mossad Israel para organizar los servicios de inteligencia catalanes. Ivan Monforte, miembro del gabinete de la Agencia de Ciberseguridad de la Generalitat, anunciaba “un nuevo paso adelante de Cataluña en el despliegue de una inteligencia propia de un territorio independiente”. Hace unos meses El Confidencial desvelaba que el gobierno catalán había contactado con el Mossad israelí, además de con los servicios de inteligencia alemanes y franceses, demandándoles apoyo para crear “el CNI” del futuro Estado independiente, ofreciéndoles a cambio “colaboración a través de la red de fuentes de información que Cataluña ya dispone”. La pista israelí conduce de nuevo a Washington. No es nada sorprendente dado que la reestructuración de los servicios secretos españoles durante los años setenta se hizo a través de una estrecha colaboración con el Mossad israelí, que actuaba como “cabeza de puente” de la CIA.

Grotesco fue también la carta enviada por los portavoces de ERC, Joan Tardá y Santiago Vidal, tras la visita de Obama a la base militar de Rota, al Consulado General de los Estados Unidos en Barcelona dirigida al expresidente para denunciar lo que consideran “veto del jefe de Estado y el Gobierno español a los partidos catalanes y vascos para poder conversar con el presidente estadounidense”.

Pero lo más alarmante de esta cadena de hechos fueron las declaraciones de Dana Rohrabacher, aspirante a presidir la política exterior en el gobierno de Trump en apoyo al derecho de Cataluña a separarse de España. En septiembre del pasado año, pocas semanas antes de las elecciones catalanas, recibió en Washington, junto a otros cuatro congresistas, al secretario de Exteriores de la Generalitat, concluyendo la reunión con una rotunda declaración: “No veo ningún motivo por el que haya que negar al pueblo de Cataluña el derecho a decidir si quiere ser parte de España”.

Rohrabacher no es un “outsider” en la política norteamericana. Representa al ala más reaccionaria del Partido Repúblicano, vinculada al Tea Party. Defiende, como Trump, un acercamiento hacia Rusia. Formó parte del equipo más cercano a Ronald Reagan, al que escribía los discursos. Y es presidente del influyente subcomite de Exteriores para Europa.

No ha tenido un acceso repentino de fervor independentista. Uno de los asesores de Rohrabacher confirma que “durante muchos años ha seguido todos los movimientos independentistas”, dando apoyo “como principio general a la autonomía y la independencia”.

De hecho tuvo un destacado papel en impulsar un movimiento independentista en la región paquistaní de Baluchistán, justo cuando EEUU necesitaba aumentar el control sobre Pakistán, como base para la guerra en Afganistán.

La victoria de Trump va a suponer una recomposición de la situación internacional, que afectará a todas las áreas y países del planeta. Un momento de incertidumbre donde no son descartables movimientos inesperados. Las fuerzas nacionalistas están mostrando cuales son sus cartas, dispuestos a entregar a su pueblo y a su tierra al servicio de lo que dicten los intereses del imperialismo, a cambio de convertirse ellos en virreyes locales.

Ya lo dijo Sabino Arana, “un coronel inglés propala la especie de una posible alianza de Inglaterra con Francia, cuyo resultado sería la desmembración de España… con esa alianza es muy probable nuestra libertad; y sin ella, imposible nuestra salvación”.

Lógicamente, Rohrabacher no aplica su fervor independentista, ni su apoyo al “derecho a decidir” en el interior de EEUU. El imperio debe aumentar su hipercentralización, para desde ahí poder dominar el mundo. Son los Estados dominados los que deben fragmentarse o dividirse, para que así resulten más manejables.

Mientras las grandes potencias imperialistas no cesan de centralizar más poder y anexionarse nuevos territorios, azuzan la división de los pueblos, lanzándolos a un desquiciado enfrentamiento con el vecino para «defender su identidad». Y para conseguir sus fines, se apoyan siempre en los *patriotas panameños», cuya lucha por la independencia consiste en entregar un trozo de su territorio para que el hegemonismo disfrute de más y mejores medios para su dominio mundial.

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Reproducción de la carta enviada por Bildu:

A la atención del Sr. James Costos,

En nombre de la coalición vasca EHBildu, le queremos trasladar a usted, al Gobierno de los Estados Unidos de América, así como al pueblo americano, nuestra más sincera enhorabuena por las democráticas y vibrantes elecciones celebradas el pasado martes.

Así mismo, queremos trasladarle nuestra absoluta disposición, tal y como lo hemos hecho durante estos últimos años, a seguir cooperando y trabajando con el nuevo Gobierno de Estados Unidos.

Los lazos históricos que a través de la numerosa diáspora vasca unen a nuestros respectivos países son un claro ejemplo de los valores que compartimos ambos. También cabe recordar las importantes relaciones comerciales existentes entre los dos países.

En ese sentido, también queremos trasladarle que desde EHBildu, deseamos seguir estrechando las relaciones entre nuestra coalición y el Gobierno de los Estados Unidos de América.

Por último, le rogamos traslade al nuevo Presidente electo de los Estados Unidos, el Sr. Donald Trump, nuestras más sinceras felicitaciones.

Muy atentamente,

Marian Beitialarrangoitia Lizarralde

(Portavoz de EHBildu en el Congreso de los Diputados)

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*La identidad que los independentistas panameños, apoyados, financiados y organizados por Washington, esgrimían contra “la opresión colombiana” se reducía a hacer posible que EEUU ocupara militarmente el nuevo Estado y construyera un canal que le permitiera el dominio de dos océanos. Pero ya bastante antes de que Colombia fuera fracturada, EEUU había consumado la anexión de Texas, California, Arizona, Colorado o Nuevo México arrasando a sangre y fuego su histórica identidad hispana. Separaron a Guatemala de Nicaragua, a Costa Rica de Honduras,… Dividieron y enfrentaron a pueblos de la misma raza, la misma cultura, la misma lengua, la misma historia con el único objetivo de que, finalmente, la United Fruits acabara convirtiendo ambos países en inmensas plantaciones de su propiedad. Al tiempo que se anexionaban Puerto Rico «para acabar con la opresión colonial española». Razón por la que el PNV se apresuró a felicitar a Washington. Enfrentaron a Colombia con Venezuela alentando un inexistente conflicto de identidades. Pero a cambio se quedaron con un trozo de ésta, creando la identidad de las Guayanas para convertirlas en apéndices coloniales de sus imperios.

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