A fondo

«Crear dos, tres… muchos Vietnam, es la consigna»

Hace cincuenta años, la CIA asesinaba al Che Guevara en Bolivia. Recordar hoy al Che es recoger el testigo de su lucha revolucionaria contra el dominio imperialista, frente a su conversión en un hueco icono de una rebeldí­a romántica que en nada incomoda al poder.

Pero es también rescatar aquellos puntos del pensamiento del Che «enfrentados al imperialismo y al fascismo soviéticos- que la izquierda ha silenciado durante décadas.El Che se inspiró en la consigna lanzada por Mao Tse Tung en homenaje a la defensa de Madrid durante la guerra civil «Crear dos, tres… mil Madrid»

Durante años, el ejército boliviano efectuaba vuelos rasantes en la zona del asesinato, para dejar claro que nadie podí­a recordar el ejemplo del revolucionario cubano.

Pero hoy Bolivia disfruta de un gobierno anti imperialista, en la figura de Evo Morales, y la consigna del Che «»crear dos, tres… muchos Vietnam»- se ha transformado en el avance de un nutrido frente antihegemonista, desde Venezuela a Brasil, desde Ecuador a Cuba.

¿Pero quién mató en realidad al Che?

Algunos asesinos del Che son conocidos y señalados públicamente… mientras otros permanecen todavía en el anonimato.

Todo el mundo sabe la decisiva implicación de la CIA en la ejecución del Che, pero pocos conocen lo que el mismo Ernesto Guevara predijo al partir hacia Bolivia: “si usted comenta algo con un viejo militante, se enteraran los soviéticos y, de ser así, se enteraría el partido boliviano y, de ser así, se enterará la policía boliviana”.

El Che se había convertido en un personaje incómodo para ambas superpotencias, y tanto Washington como Moscú le empujaron hacia el pelotón de ejecución.

Localizado el Che en Bolivia, EEUU entrena a un batallón especializado de soldados locales en Panamá, y agentes de la CIA asesoran en labores de inteligencia a Octava División del ejército boliviano, que operaba en la zona donde se encontraba el Che.

Tras la detención del Che, un oscuro oficial, vestido con traje del ejército boliviano y que respondía al nombre de Félix Ramos, toma la dirección y transmite la orden de asesinar al Che. Félix Ramos era en realidad Félix Rodríguez, agente de la CIA formado en Fort Bragg y especialista en contrainsurgencia.

Pero el Che se había transformado también en un peligro para Moscú. Ernesto Guevara se había negado a aceptar la relación de subordinación plena hacia la URS, denunciando públicamente a Moscú como “cómplice de la explotación mundial”.

El comandante tampoco transigía ante las exigencias de Moscú de someter cualquier lucha revolucionaria a los intereses de la política exterior soviética. Su teoría del “foquismo”, impulsando luchas guerrilleras que desembocaran en una insurrección general chocaba frontalmente –independientemente de su profundo idealismo, al trasladar mecánicamente la experiencia cubana a otros países- con la política de “coexistencia pacífica” soviética, que precisaba un periodo de “tranquilidad” con EEUU que le permitiera alcanzar la capacidad militar suficiente para disputar la hegemonía mundial, lo que obligaba a mantener paralizados a los movimientos revolucionarios dentro del área de influencia norteamericana.

Moscú cercó al Che para entregarlo a EEUU. En julio de 1967, Alexi Alexei Kosigyn llega a La Habana luego de sostener conversaciones con el mandatario norteameri­cano Lyndon B. Jonson. Kosigyn exige a La Habana que ponga término a su compromiso con las guerrillas del Che en Bolivia.

Al mismo tiempo, el partido comunista prosoviético boliviano se niega a prestar cualquier ayuda a las tropas del Che, y utiliza su influencia para impedir que el resto de movimientos de izquierda le respalden.

Para asegurar la derrota del Che, la KGB había incrustado un agente en la guerrilla, llamada Tania. La agente soviética, desobedeciendo las órdenes del Che abandona un camión con documentos comprometedores, a sabiendas de que iban a para a manos del ejercito boliviano, que los utiliza para detener a toda la guerrilla.

¿Por qué la izquierda oculta la mitad más importante del Che?

Resulta sospechoso que la izquierda, mientras ensalza la figura del Che –contribuyendo a su transformación en un icono de rebeldía romántica hueca- silencie sustanciosas parcelas del pensamiento del revolucionario cubano

Cuando sabemos que todo el material oculto pertenece a las divergencias sostenidas por el Che frente a la URSS, la sospecha se convierte en certeza de traición.

Porque el Che, que al principio defendió la ayuda soviética como única posibilidad de mantener la revolución ante el acoso norteamericano, pronto choca virulentamente con Moscú. Aunque mantuvo sus críticas en el terreno de “los errores de los países socialistas”, la denuncia pública hacia la URSS de alguien con el prestigio del Che se convirtió en un problema para Moscú.

Pronto se abrió un foso entre el terreno de la política económica, responsabilidad del Che. Ernesto Guevara defendía una línea de industrialización, que otorgara a Cuba una base de independencia económica. Pero Moscú obligó al gobierno cubano a cumplir con su papel en la “división internacional del trabajo en el campo socialista”, imponiendo la renuncia a la reforma agraria que había encabezado el Che, y a conservar el azúcar como base de la economía.

Cuba debía continuar siendo un gigantesco monocultivo de azúcar, dependiente de una gran potencia, antes EEUU y ahora la URSS.

Los acuerdos económicos con Moscú imponían la venta de una cantidad de azúcar y la compra obligada de equipamento y maquinaria soviética, a un precio muy superior al del mercado mundial.

En una conferencia en Argelia, el Che se rebela contra esos mecanismos de explotación imperialista disfrazados con palabrerías socialistas como: “No debemos hablar ya más de comercio mutuamente ventajoso basado en precios que la ley del valor… impone a los países atrasados. ¿Cuál es el significado de «mutua ventaja» [epígrafe profusamente utilizado por la URSS en sus tratados comerciales] cuando (algunos países) venden a precios del mercado mundial las materias primas que cuestan a los países atrasados infinito sudor y sufrimiento, mientras compran también a esos precios las máquinas producidas en grandes fábricas mecanizadas…? Si nosotros establecemos esta clase de relaciones entre los dos grupos de naciones, debemos estar de acuerdo en que los países socialistas somos, en cierto sentido, cómplices de la explotación imperialista… y de la naturaleza inmoral de este intercambio”.

Las divergencias del Che con la URSS se extienden a importantes campos. En “Apuntes críticos a la Economía política” –escrito los sectores prosoviéticos del partido comunista cubano encerraron bajo siete llaves-, el Che trituraba el Manual de Economia Política editado por la Academa de Ciencas soviética, enfrentándose –aún desde una concepción profundamente idealista- al economismo imperante que desligaba el desarrollo de la producción de la transformación de las relaciones de producción plasmadas en una mayor capacidad de decisión popular sobre el conjunto de la economía.

El Che se opuso al realismo socialista soviético dictado desde la nomenclatura, considerando que “anula la auténtica investigación artística, y se pone una verdadea camisa de fuerza a la expresión artística”.

Defendió, frente al fascismo soviético, la libre expresión de las ideas y las divergencias por parte del pueblo en la construcción del socialismo, practicando la crítica y la autocrítica, afirmando que “o poseemos la capacidad de destruir con argumentos la opinión contraria o debemos dejarla expresarse. No es posible destruir una opinión con la fuerza, porque ello bloquea todo desarrollo de la libre inteligencia”.

Afirmó que la fórmula soviética sobre la “eliminación del peligro de restauración del capitalismo en la URSS” –fachada para ocultar la usurpación del poder proletario por parte de una nueva burguesía- “merece ser objeto de discusión”. Consideró que las consignas soviéticas de “coexistencia pacífica” y “emulación pacífica al capitalismo”, que excluían la necesidad de una revolución allí donde no interesara a Moscú, “desarma moralmente a los pueblos”.

Su práctica como dirigente –rehuyendo cualquier privilegio, participando directamente en todos los trabajos voluntarios que promovía, o afirmando que “quien aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho, exponerse al veredicto de las masas”- a la sustancia y las formas de las nuevas nomenkaturas.

No es objeto de este artículo un análisis en profundidad del pensamiento del Che –donde coexisten en lucha puntos fuertes y débiles-. ¿Pero por qué la izquierda –esa misma izquierda que cerró filas con el fascismo soviético- silencia todas estas valiosas aportaciones del Che?

Una vida revolucionaria

El 7 de julio de 1953, Ernesto “Che” Guevara llega a Bolivia donde participa en el proceso revolucionario impulsado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

Un año después viaja a Guatemala, donde presencia el golpe de Estado organizado por la CIA contra el gobierno anti imperialista de Jacobo Arbenz. El Che participa en la defensa civil frente al golpe. La dictadura militar dicta una sentencia de muerte contra el Che, que sólo puede escapar gracias a la actuación del embajador argentino. Desde entonces la CIA sigue los pasos del Che, calificado como “peligroso comunista”.

En Guatemala comienza a escribir un libro titulado “La función del médico en América Latina”, en el que consideraba que la “medicina social preventiva” constituía un eje central para la transformación revolucionaria.

En julio de 1955 conoce a Fidel Castro en México, y se enrola como médico de la futura expedición del Granma. Pronto es nombrado jefe de la cuarta columna rebelde en Sierra Maestra, y dirige, como parte de la ofensiva final, el ataque a la ciudad de Santa Clara.

El 2 de enero de 1959, el Che entra en La Habana.

El Che desempeña un papel clave en el diseño de la política económica del gobierno revolucionario. Participa en la creación del Instituto Nacional de Reforma Agraria, y pronto se hace cargo del ministerio de Industria e incluso de la presidencia del Banco Nacional.

Desde todos esos puestos dirigentes, el Che participa activamente en jornadas de trabajo voluntario en fábricas y campos de cultivo, movilizando al conjunto del pueblo cubano en el desarrollo de la producción.

Aunque en un principio buscó la ayuda soviética como única vía para sostener la revolución, inmediatamente el Che choca con las prácticas imperialistas de Moscú.

Frente a quienes lo hacían descansar todo sobre la dependencia de los rublos soviéticos, el Che propugna el desarrollo de la industria pesada mediante la siderurgia, con el fin de romper la dependencia del azúcar –signo colonial característico- y forjar bases de independencia material.

Frente al sometimiento de todas las luchas revolucionarias a las exigencias soviéticas de la “coexistencia pacífica”, el Che impulsa –enfrentándose a los sectores prosoviéticos- múltiples focos guerrilleros.

El 24 de febrero de 1965, el Che denuncia en Argel, como delegado cubano en el Segundo Seminario de Solidaridad Afroasiática, los mecanismos de explotación soviéticos disfrazados de “ayuda internacionalista”.

La oposición de los sectores más prosoviéticos en Cuba obliga al Che a abandonar la isla, participando en la lucha guerrillera en el Congo y Bolivia.

En Bolivia la persecución de la CIA, junto a la traición del Partido Comuista Boliviano prosoviético, acaban con la detención y ejecución del Che.

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