Economí­a

¡Auditorí­a de la deuda ya!

Desde el inicio de la crisis económica en 2008, la deuda pú- blica no ha dejado de crecer y así­ lo hizo también en el conjunto de 2015, pero no habí­a experimentado este ritmo de incremento (repuntó un 4,1% en marzo). Es el alza intermensual más fuerte desde mayo de 2014

La deuda del conjunto de las administraciones públicas subió en marzo en 14.031 millones, el mayor repunte desde mayo de 2014, y se situó en 1,095 billones de euros, lo que supone alrededor del 101% del PIB, según los últimos datos del Banco de España.

Este volumen de deuda sobre PIB no se alcanzaba desde hace más de un siglo, en 1909, cuando las finanzas públicas españolas se resintieron de la Guerra Hispano-norteamericana y del fin del dominio sobre Cuba y Filipinas. Poco antes, sobre 1880, la deuda española superaba el 160%, y nuestro país comenzó el siglo XX con el 120% de deuda sobre PIB.

Semejante grado de endeudamiento no es fruto de ninguna maldición bíblica. Hace apenas 8 años la deuda pública española estaba acomodada en el 36% del PIB, y que se incrementó bruscamente a costa del rescate -con dinero público- de bancos y cajas de ahorros, de los monopolios eléctricos o de los agujeros de las grandes constructoras, como las autopistas deficitarias. En suma, la deuda externa tiene su origen en una estafa tan escandalosa como completamente legal: transformar la deuda privada de bancos y monopolios… en deuda pública, que pagamos entre todos con nuestros impuestos, con recortes en sanidad y educación y con el empobrecimiento del 90%. Cada español debe 23.400 euros en deuda pública. Una familia de cuatro miembros, casi cien mil.

«Es imprescindible romper el círculo vicioso de la deuda, con una moratoria en el pago de los intereses hasta que el paro no baje del 10%»

La deuda externa es uno de los principales instrumentos de saqueo exterior. Han convertido a nuestro país en un yonki, en un país dependiente de la financiación del capital extranjero. Un modelo que hace a España cada vez más vulnerable a la intervención exterior, pero que entrega cada vez más riqueza a las oligarquías de Frankfurt, de la City londinense o -sobretodo- de Wall Street.

Por eso es imprescindible romper el círculo vicioso de la deuda externa. No es nuestra deuda y no debemos pagarla. Es imperativo realizar una auditoría pública, transparente, rigurosa y profunda de la deuda de las administraciones públicas (central, autonómicas y municipal) que determine que parte es ilegítima y debe estar exenta de todo pago. Una auditoría como la que ha realizado el Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena, que ha determinado que el 80% de la deuda de la capital es ilegal y repudiable, y que ha hecho que el consistorio ahorre casi 900 millones de euros. Y mientras tanto se resuelve la auditoría, exigir una moratoria del pago de sus intereses, hasta que el paro no baje del 10% y la economía no crezca por encima del 3%. Porque la prioridad no pueden ser los acreedores usureros, sino los ciudadanos.

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