Causas de la obesidad

Obesi-bióticos

«El aumento de la obesidad en todo el mundo es coincidente con el uso generalizado de antibióticos, y nuestros estudios proporcionan un ví­nculo experimental» Martin J. Blaser, investigador de la New York University

El experimento

Dos estudios permiten pensar que una exposición temprana a antibióticos condiciona a los niños a ser obesos más tarde, a través de la alteración de la flora bacteriana intestinal.

Ya se conocía que en los intestinos de los obesos domina una familia de bacterias (Fermicutes) capaces de degradar mas polisacáridos complejos de la dieta haciéndolos mas absorbibles. O sea, que aumentan el azúcar disponible para ser absorbido por la mucosa intestinal. Cuando dichas “bacterias obesas” se trasplantaron a ratones normales, éstos engordaron.

Pues bien, recientemente, un estudio de la Universidad de New York ha corroborado que pequeñas dosis de antibióticos suministrados a ratones alteran la composición y función de las bacterias en los intestinos, y los animales ganaron un 10 y 15% de masa grasa corporal comparado con los ratones sin tratar.

Finalmente, un segundo estudio sobre los datos de 11.532 niños nacidos en Reino Unido y sus informes médicos desde el nacimiento hasta los 23 meses, puso de manifiesto que el uso de antibióticos antes de los cinco meses está relacionado con el sobrepeso posterior.

Respuestas

La creciente preocupación sobre las consecuencias a largo plazo de la exposición a los antibióticos empieza a obtener respuestas.

Aunque hace falta más investigación para confirmar la teoría, la manipulación del microbioma intestinal podría tener implicaciones para varias enfermedades relacionadas con las funciones de las bacterias en el intestino, desde obesidad, cáncer o problemas en el corazón, entre otras.

Estas podrían, bajo este nuevo enfoque, relacionarse con los grandes monopolios que más se han enriquecido con el negocio de los antibióticos. Y no es poca cosa. La organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en 2015, aproximadamente 2.300 millones de adultos tendrán sobrepeso y más de 700 millones serán obesos.

Si se demostrara una relación causa efecto entre el consumo perverso de los antibióticos y la obesidad infantil o el síndrome metabólico en adultos, estaríamos ante la evidencia de un auténtico atentado de la industria farmacéutica y ganadera contra la salud pública.«Trasplantó “bacterias obesas” a ratones sin sobrepeso: engordaron»

Antibióticos

Que los antibióticos sean los fármacos más utilizados después de los analgésicos no es exactamente el resultado de un gran logro médico en el siglo pasado. Más bien de las necesidades de producción y distribución industrial de estas moléculas que han ido más allá de las necesidades sanitarias de la población.

Nadie niega que ha habido mal uso y abuso de los antibióticos. España es uno de los países líderes, junto a Francia, en la aparición de resistencias por esta práctica. Resulta paradójico que 60 años después de la introducción de los antibióticos numerosas infecciones bacterianas, sobre todo las de las vías respiratorias, sigan siendo motivo de hospitalización y complicaciones.

Su uso casi indiscriminado ha sido una fuente de beneficios para las farmacéuticas y casi una política “de estado”. Ya en 1997 España era el segundo país en Europa que más antibióticos consumía. En el año 2000, 20 de cada 1.000 pacientes españoles recibían tratamiento antibiótico diario. Además, diversos estudios afirman que entre el 4 y el 54% del volumen de ventas se realizan sin receta en las farmacias españolas, a pesar de estar prohibido.

Carne de cañón

Los antibióticos llegan también a la población a través de la carne.

Desde los años 50 hasta hoy la producción de carne a nivel mundial se ha multiplicado por cinco. Un puñado de multinacionales agroalimentarias tienen la capacidad de decidir sobre qué carne y derivados consumimos, cuantos, y cómo se elaboran. Uno de los métodos empleados es la Terapia de antibióticos para engordar vacas, cerdos, ovejas, pollos y pavos.

De hecho, el mayor uso de antibióticos y microbicidas en Estados Unidos se realiza por los ganaderos, mientras que Europa prohibió en 2006 su uso para el engorde de ganado y sólo permite su empleo para tratar animales enfermos.

Dos pesos pesados

En resumen, la industria agro-alimentaria y la farmacéutica han sido las grandes abusadoras de la salud pública.

La agroalimentaria ha tenido rienda suelta para procesar y colocar en las estanterías de mercados y supermercados sus productos cargados de aceites vegetales e hidratos de carbono concentrados sin censura ni penalización alguna. Como mucho, tienen que anunciarlo en las etiquetas. «Se abre un posible camino para prevenir los males de la obesidad»

La segunda ha gozado de una impunidad casi absoluta a la hora de generalizar el uso de sus productos más allá de las necesidades reales de la población.

Y las dos han tenido una influencia decisiva en la OMS y otras instituciones encargadas de orientar a los gobiernos la lucha contra la obesidad. De forma que siempre han aparecido ocultas detrás de alusiones a los “hábitos de vida no saludables, como el sedentarismo o la creciente ingesta de alimentos hipercalóricos, ligados al mundo desarrollado”.

La revolución microbiótica

El papel de la simbiosis entre el organismo y las bacterias está permitiendo a los científicos enfocar de otra forma problemas como la obesidad.

Los humanos no tenemos flora intestinal al nacer pero la desarrollamos a lo largo del primer año de vida. En números absolutos el intestino humano está poblado por 10 millones de millones de bacterias, de modo que existen 10 veces más bacterias en el intestino que células en el organismo. Las principales bacterias corresponden a tres grandes familias: Firmicutes (gram-positivos), Bacteroides (gram-negativos) y Actinobacterias (gram-positivos). Las Firmicutes son la familia que se encuentra en mayor proporción y tienen mayor capacidad de extracción energética de los alimentos. De forma que cualquier dieta adelgazante hace que disminuya su número en beneficio de los Bacteroides. Este microbioma (o conjunto de genomas de todos los microorganismos del cuerpo humano) es único para cada ser humano e incluye más de 1. 000 especies diferentes. La flora intestina interviene no sólo en la extracción de energía de los alimentos, también en la respuesta inmunitaria, secreción de hormonas intestinales, en el metabolismo a nivel periférico y el tono inflamatorio sistémico. Por ello, restablecer el equilibrio en la flora intestinal puede revolucionar en un futuro la prevención y tratamiento de las principales enfermedades.

Deja una respuesta